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Publicada en www.milenio.com
el 23 de
julio de 2004
El asalto a la razón - Carlos Marín
De dónde sale que la
suicida (Digna Ochoa) era paranoide, mitómana, depresiva y patética
La abogada Pilar
Noriega está en desacuerdo con el texto Exprimen los despojos de Digna Ochoa
que se publicó ayer en este espacio.
Primero.- El
comentario del señor Marín, al igual que todos los artículos que ha escrito
en relación al caso de Digna Ochoa, es subjetivo y carente de sustento.
Segundo.- Es lamentable que afirme algo que ni la Fiscalía pudo sostener, al
grado que en la resolución final de la Procuraduría fue suprimido: la
personalidad paranoide, mitomaniaca y depresiva de Digna. Incluso el
gobierno mexicano se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos a corregir el desprestigio del que fue objeto Digna Ochoa. Si el
gobierno hubiese tenido pruebas de dicha personalidad no requería de tal
compromiso.
Tercero.- El señor Marín debe saber que la coadyuvancia es un derecho de la
víctima o el ofendido y que en este caso no puede ser nadie más que la
familia.
Cuarto.- Quisiera que el señor Marín señale algún gesto o comentario de los
asesores legales de la familia de Digna para merecer la opinión de que son
“fundamentalistas de la idea del crimen de Estado”.
Quinto.- Antes de opinar sobre cualquier documento debería leerlo y
sustentar su dicho.
Sexto.- Al parecer, para el señor Marín es suficiente que la pistola hubiese
pertenecido a Digna y que no existan indicios de “violación de cerraduras ni
huellas de otras personas”. A lo que le pregunto al señor Marín cuántos
abogados habrá que exclusivamente atiendan personas que han tratado con
anticipación. Por otro lado, debe informarse adecuadamente pues Digna no
conocía los movimientos del despacho ni los clientes, ya que solamente tenía
unos días con la llave del despacho.
Lo invito a conocer otros argumentos y pruebas objetivas y científicas,
además de la insistencia en la personalidad de Digna, antes de sostener que
no hay indicios de su homicidio, quien sea que lo hubiese cometido.
Séptimo.- El señor Marín debe sustentar más sus argumentos en el caso de
Digna Ochoa y no utilizar simplemente su imaginación.
Octavo.- Que nos diga el señor Marín cuándo conoció a Digna para llamarla
“patética”, “mitomaniaca y depresiva”.
Pilar Noriega García.
En el mismo orden:
Primero.- Falso. Bastaría una consulta hemerográfica para comprobar que las
primeras alusiones al caso (El asesinato de la señora Digna Ochoa es el
primero de carácter político que se comete en el gobierno de Vicente Fox...,
por ejemplo) fueron en el sentido de que la abogada había sido víctima de
una conspiración anunciada, a través de las supuestas amenazas que la propia
Digna denunció.
Segundo.- La supresión de los rasgos de personalidad de Ochoa fue una
concesión de la Procuraduría del gobierno perredista del Distrito Federal,
temeroso de actuar de manera políticamente incorrecta.
Sin embargo, su cuadro paranoide y su extraordinaria propensión a mentir se
sustentan en invenciones tales como la de su “secuestro” en Veracruz (en los
años 80), dizque por su “militancia política” en la corriente democrática
(cardenista) del PRI; su reclusión en una casa de monjas en Mérida (en donde
afirmó estar “casada” y que su “marido” la “golpeaba”). Pueden añadirse
otras mitomaniacas y paranoides anécdotas, pero éstas son suficientes para
ilustrar su personalidad.
Por lo que respecta a sus derrumbes depresivos, la señora Noriega puede
constatar en el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro que a Ochoa se le
animó a irse a Estados Unidos para ver si así lograba mitigar ese problema.
Tercero. No se discute.
Cuarto. Por su testarudez en mitificar a Digna Ochoa, convertirla en mártir,
promover la idea de que se trató de un “crimen de Estado” y cerrarse ante
las evidencias periciales de que nadie más, sino ella misma, tuvo la
oportunidad de dispararse. El solo hecho de que los disparos provinieran de
una pistola de su propiedad elimina la posibilidad de que algún “matón”
pretendiera matarla sin llevar la “herramienta” necesaria. Una institución
ajena a la Procuraduría del DF, la Universidad Nacional Autónoma de México
(probidad y neutralidad irreprochables), que tomó en cuenta la distancia y
ángulo del tiro mortal, determinó que en la pequeña oficina no hubo espacio
para nadie más que la suicida.
Quinto.- El expediente fue leído íntegramente.
Sexto.- Si lo que se quiere decir es que Ochoa pudo haber recibido a alguien
que conocía y que fue quien la mató, los estudios periciales demuestran que
nadie, absolutamente nadie excepto Ochoa, estuvo en esa oficina. Pero si lo
que se sugiere es que pudo ser cualquiera de los clientes del despacho que
Ochoa no conocía bien, esta probabilidad se anula por la evidencia de que
siempre estuvo sola.
Séptimo.- Quienes insisten en que se trató de un asesinato son quienes deben
“sustentar más sus argumentos”, porque los elementos para fundamentar que
fue suicidio son apabullantes. De la “imaginación”, parece que lo que se
reprocha es más bien una opinión.
Octavo.- Los rasgos mitomaniacos y depresivos, que fueron abundantes, ya
están respondidos con las viñetas de Veracruz, Mérida, el Pro y Estados
Unidos. Lo patético de Ochoa se desprende de sus datos biográficos, pero
sobre todo de la ejecución de su propio “asesinato”.
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