El asalto a la razón - Carlos Marín
De dónde sale que la suicida (Digna Ochoa) era paranoide, mitómana, depresiva y patética

La abogada Pilar Noriega está en desacuerdo con el texto Exprimen los despojos de Digna Ochoa que se publicó ayer en este espacio.

 

Primero.- El comentario del señor Marín, al igual que todos los artículos que ha escrito en relación al caso de Digna Ochoa, es subjetivo y carente de sustento.

Segundo.- Es lamentable que afirme algo que ni la Fiscalía pudo sostener, al grado que en la resolución final de la Procuraduría fue suprimido: la personalidad paranoide, mitomaniaca y depresiva de Digna. Incluso el gobierno mexicano se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a corregir el desprestigio del que fue objeto Digna Ochoa. Si el gobierno hubiese tenido pruebas de dicha personalidad no requería de tal compromiso.

Tercero.- El señor Marín debe saber que la coadyuvancia es un derecho de la víctima o el ofendido y que en este caso no puede ser nadie más que la familia.

Cuarto.- Quisiera que el señor Marín señale algún gesto o comentario de los asesores legales de la familia de Digna para merecer la opinión de que son “fundamentalistas de la idea del crimen de Estado”.

Quinto.- Antes de opinar sobre cualquier documento debería leerlo y sustentar su dicho.

Sexto.- Al parecer, para el señor Marín es suficiente que la pistola hubiese pertenecido a Digna y que no existan indicios de “violación de cerraduras ni huellas de otras personas”. A lo que le pregunto al señor Marín cuántos abogados habrá que exclusivamente atiendan personas que han tratado con anticipación. Por otro lado, debe informarse adecuadamente pues Digna no conocía los movimientos del despacho ni los clientes, ya que solamente tenía unos días con la llave del despacho.

Lo invito a conocer otros argumentos y pruebas objetivas y científicas, además de la insistencia en la personalidad de Digna, antes de sostener que no hay indicios de su homicidio, quien sea que lo hubiese cometido.

Séptimo.- El señor Marín debe sustentar más sus argumentos en el caso de Digna Ochoa y no utilizar simplemente su imaginación.

Octavo.- Que nos diga el señor Marín cuándo conoció a Digna para llamarla “patética”, “mitomaniaca y depresiva”.
Pilar Noriega García.

En el mismo orden:

Primero.- Falso. Bastaría una consulta hemerográfica para comprobar que las primeras alusiones al caso (El asesinato de la señora Digna Ochoa es el primero de carácter político que se comete en el gobierno de Vicente Fox..., por ejemplo) fueron en el sentido de que la abogada había sido víctima de una conspiración anunciada, a través de las supuestas amenazas que la propia Digna denunció.

Segundo.- La supresión de los rasgos de personalidad de Ochoa fue una concesión de la Procuraduría del gobierno perredista del Distrito Federal, temeroso de actuar de manera políticamente incorrecta.

Sin embargo, su cuadro paranoide y su extraordinaria propensión a mentir se sustentan en invenciones tales como la de su “secuestro” en Veracruz (en los años 80), dizque por su “militancia política” en la corriente democrática (cardenista) del PRI; su reclusión en una casa de monjas en Mérida (en donde afirmó estar “casada” y que su “marido” la “golpeaba”). Pueden añadirse otras mitomaniacas y paranoides anécdotas, pero éstas son suficientes para ilustrar su personalidad.

Por lo que respecta a sus derrumbes depresivos, la señora Noriega puede constatar en el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro que a Ochoa se le animó a irse a Estados Unidos para ver si así lograba mitigar ese problema.

Tercero. No se discute.

Cuarto. Por su testarudez en mitificar a Digna Ochoa, convertirla en mártir, promover la idea de que se trató de un “crimen de Estado” y cerrarse ante las evidencias periciales de que nadie más, sino ella misma, tuvo la oportunidad de dispararse. El solo hecho de que los disparos provinieran de una pistola de su propiedad elimina la posibilidad de que algún “matón” pretendiera matarla sin llevar la “herramienta” necesaria. Una institución ajena a la Procuraduría del DF, la Universidad Nacional Autónoma de México (probidad y neutralidad irreprochables), que tomó en cuenta la distancia y ángulo del tiro mortal, determinó que en la pequeña oficina no hubo espacio para nadie más que la suicida.

Quinto.- El expediente fue leído íntegramente.

Sexto.- Si lo que se quiere decir es que Ochoa pudo haber recibido a alguien que conocía y que fue quien la mató, los estudios periciales demuestran que nadie, absolutamente nadie excepto Ochoa, estuvo en esa oficina. Pero si lo que se sugiere es que pudo ser cualquiera de los clientes del despacho que Ochoa no conocía bien, esta probabilidad se anula por la evidencia de que siempre estuvo sola.

Séptimo.- Quienes insisten en que se trató de un asesinato son quienes deben “sustentar más sus argumentos”, porque los elementos para fundamentar que fue suicidio son apabullantes. De la “imaginación”, parece que lo que se reprocha es más bien una opinión.

Octavo.- Los rasgos mitomaniacos y depresivos, que fueron abundantes, ya están respondidos con las viñetas de Veracruz, Mérida, el Pro y Estados Unidos. Lo patético de Ochoa se desprende de sus datos biográficos, pero sobre todo de la ejecución de su propio “asesinato”.

 

 

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