Guillermo Valdés Castellanos
Balance

 

No hay duda, sería deseable y conveniente que regresara la sensatez a la política; que se diera una tregua real; que se rompiera la dinámica de enfrentamiento cada vez más radicalizado, que los moderados de los partidos retomaran el control, pues los riesgos de una crisis de gobernabilidad son reales, y sus costos serían muy elevados no los próximos meses, sino años. Las pocas voces que desde los partidos (y las muchas desde fuera de ellos) piden serenidad y cordura debieran ser atendidas.

Sin embargo, para que ello fuera posible sería indispensable, en primer lugar, un mínimo de autocrítica —ambas partes están absolutamente convencidas de su punto de vista y creen tener la razón: el PRD y el lopezobradorismo afirman ser víctimas inocentes de una conspiración, por lo que la otra parte es la que debe dejar de atacar; el bando foxista asegura que no ha hecho nada, por lo cual no puede dejar de hacer lo que no está haciendo— y segundo, mayor madurez política, pues ambos actúan bajo la consigna de que primero muertos que ceder, pues se trata de conservar o llegar al poder y ello es más importante que cualquier consideración, como la de gobernar un país en ruinas.

Como las probabilidades de una tregua son muy cercanas a cero y los acontecimientos de la semana apuntan a que no existe el menor signo de conciliación, hagámonos el ánimo de que la lucha política continuará y más nos vale analizarla desde su lógica real, es decir, desde su crudeza, evitando las consideraciones éticas, las que por lo visto no les interesan para nada, aunque ello no significa dejar a un lado las consecuencias de la guerra.

Para comenzar ese análisis es pertinente tener presente el estado actual de los contendientes. La ofensiva gubernamental contra la dupla López Obrador-PRD se encuentra en un momento de gran intensidad; en los seis meses que ha durado, ha aprovechado varios frentes y ataca desde todos ellos de manera simultánea. El primero se lo regalaron dos personajes cercanos a López Obrador, amigos íntimos de los centavos ajenos; fue el frente de la corrupción, con motivo de los sucios manejos de dinero entre Carlos Ahumada, Gustavo Ponce y René Bejarano.

Poco tiempo después, el gobierno aprovechó el frente jurídico que le regaló en bandeja de plata el propio tabasqueño, al pelearse con el Poder Judicial con motivo del predio El Encino; el desafuero y la inhabilitación lo tienen no en jaque, sino que en jaque mate. Por si lo anterior no bastara, con la ayuda interesada del PRI y la avidez de varios gobernadores, se abrió el flanco presupuestal, ante la desidia de los gobiernos perredistas de enfrentar el problema de la descentralización educativa.

Así, Andrés Manuel López Obrador tiene razón en decirse atacado. Lo está. En lo que no tiene razón es en la fabricación de los misiles que le han mandado; dos son de fabricación autóctona. En el caso del problema judicial, la autoría es suya; en los ataques con motivo de la corrupción, la creación estuvo a cargo de sus gentes cercanas. Queda el presupuestal que, podría decirse, es de creación conjunta entre los gobiernos perredistas, algunos gobernadores priistas, con el beneplácito gubernamental y panista. Y para completar el cuadro, sus adversarios aún tienen varios misiles disponibles. Gustavo Ponce está en poder de la PGR y hay por lo menos dos denuncias más contra López Obrador en la Procuraduría, cuyas investigaciones pudieran ser integradas al gusto del gobierno o del procurador.

Es innegable, pues, que la dupla López Obrador-PRD ha estado a la defensiva desde hace siete meses, y aunque ha ganado algunas batallas, especialmente la de opinión pública, la cual en su mayoría respalda la teoría del complot y que lo mantenía hasta agosto pasado en primer lugar de las preferencias electorales en la contienda por la Presidencia, también hay pérdidas de consideración.

No sólo se ha reducido a la mitad la ventaja que les llevaba a Roberto Madrazo y Santiago Creel en noviembre de 2003 (lo cual marca una tendencia negativa), sino que la encuesta GEA-ISA para Canal 40, dada a conocer en el noticiario de ayer por Ciro Gómez Leyva, revela que el impacto para el PRD de la doble toma de la tribuna de la Cámara de Diputados por parte de sus diputados locales y federales, es bastante negativa. Al inicio de la encuesta se le preguntó a los ciudadanos si el PRD es un partido que respeta a las instituciones: 45 por ciento respondió que no y 43 por que sí. Al final de la entrevista, cuando la gente ya conocía la toma de la tribuna y reflexionó sobre ello, se le hizo la misma pregunta y los resultados fueron los siguientes: no respeta las instituciones, 60 por ciento; sí lo hace, 37 por ciento.

Habrá que esperar las próximas encuestas domiciliarias (se darán a conocer los últimos días de noviembre) para conocer el impacto de estos nuevos acontecimientos en las preferencias electorales, pero no sería descabellado plantear la hipótesis de que la contienda presidencial vendrá aún más cerrada que a fines de agosto, es decir, que López Obrador seguirá perdiendo algunos puntos. Y esto es crucial porque ante los múltiples ataques en los frentes abiertos en su contra por el propio el jefe de gobierno y el PRD (ahora Martí Batres abrió uno nuevo, según nos enteramos por la llamada telefónica que le interceptaron) la estrategia de defensa —el chantaje— ya mostró su límite: la amenaza con crear una crisis de gobernabilidad y/o incendiar el país tendría costos muy elevados que pudieran derrotarlo antes de llegar a las urnas.

Adelantaron las medidas extremas y no las legitimaron previamente, por lo cual tendrían que repensar si utilizan la misma argumentación que en el caso de la reforma al artículo 122: si me perjudicas con alguna medida legislativa, judicial o de gobierno, me radicalizo y provoco instabilidad social y política. La gente les daría la espalda. A la pregunta si el PRD es confiable para gobernar, las respuestas al principio de la entrevista fueron: no es confiable, 50 por ciento, y al final de la entrevista, 55 por ciento no lo es; quienes consideran que el PRD no es cercano a la gente aumentaron de 37 a 47 por ciento.

Dejar constancia de manera tan evidente que el compromiso de Andrés Manuel López Obrador y del PRD con las instituciones y la democracia es muy frágil, ha sido uno de los errores más costosos en la lucha por la Presidencia. Argumentar que la toma de la tribuna de la Cámara de Diputados era el recurso legítimo de la minoría frente a la “arbitrariedad de la mayoría” y, por tanto, no era un asunto grave, es una percepción que no corresponde con el de la mayoría de la población. Dos terceras partes de la población (67 por ciento) considera que haber tomado la tribuna fue un acto grave contra la democracia y que contó con el respaldo del Gobierno del Distrito Federal, según la mitad de los entrevistados.

Es hora de que el PRD se dé cuenta que son un problema para ellos mismos y para el país, mientras no hagan una autocrítica; decir que están en lucha no basta, tienen que reconocer que la van perdiendo. Sobre las consecuencias de una lucha política que no tiene ninguna consideración ética (así suelen ser en la mayor parte del mundo) tendré que hablar en otra ocasión.

 

gvc@gea.structura.com.mx

 

 

Regresar al inicio de la página

 

NOTAS ANTERIORES

Israel Rodríguez*
México... no olvides

Enviada  el  2  de septiembre  de 2004

 

Cubículo estratégico - Carlos Mota
Genomma Lab y Wal-Mart

Verónica Baz
Lecturas del Referéndum Venezolano

 

Publicada en  www.cidac.org  el  22  de agosto  de 2004

Marco Provencio

Medalla de oro… para el Embudo Elevado

 

Publicada en  Milenio Diario  el  24  de agosto  de 2004

Ir al Archivo de Notas

Si quieres incluir una columna o nota en esta sección, envíala a  buzon@lavisiondelciudadano.com citando la fuente y la publicamos.