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Publicada en www.milenio.com
el 8 de
agosto de 2004
NudoGordiano-Yuriria Sierra
Política como
hombrecitos
Creel me cayó en
gracia. Además de que, la neta, logró amarrar la primera reforma de
importancia en lo que va del sexenio (con todo y amenazas de huelga encima),
el viernes, refiriéndose a todo el asunto del posible desafuero, le dijo a
López Obrador que enfrente sus responsabilidades ante la ley “como
hombrecito”. Después, Andrés Manuel, sin demasiada autoridad moral después
de la publicación de sus elementales y hasta ofensivos (de la inteligencia
ajena) pejecómics, le exigió al secretario de Gobernación que no hiciera ese
tipo de declaraciones porque “rebajan el nivel” del debate político. El Peje
hablando de fauces. No me pondré a discutir en este momento el oportunismo y
la incongruencia con la que AMLO responde a Creel, qué aburrido... y
redundante. Pero la verdad es que, este episodio me hizo pensar que,
efectivamente, la política en nuestros días, en México y en el mundo, ya no
se realiza de manera recta, valiente, honorable. Cierto es que la política
no es moral (Maquiavelo dixit), pero sí es una tarea que requiere de una
grandeza de espíritu y de buen juicio que aparecen como bienes muy escasos
en este arranque de milenio. ¿Qué es hacer política como hombrecito (hago,
por cierto, fehaciente mi inconformidad feminista por el término, pero
bueno)? Tengo un par de preguntas.
Uno: ¿Se comportaron como hombrecitos los países que apoyaron
incondicionalemtne a Estados Unidos en la guerra que lanzó contra Irak? En
los grandes momentos históricos es cuando se conoce la valentía de los
hombres de Estado.
Dos: ¿Se comportaron como hombrecitos Bejarano, Ímaz, Ponce? Por menos de lo
que vimos, en otros países el suicidio hubiera sido la única salida ante tal
deshonor. Había una vez, en un lejano reino, la creencia de que el honor y
la reputación eran las únicas posesiones que un político debía tener.
Tres: ¿Se porta como hombrecito Marta Sahagún cuando declina una candidatura
a pesar de tener la segunda mejor popularidad de entre todos los aspirantes?
Sí, porque aún si fue orillada, terminó por admitir que sus coqueteos le
hacían mucho daño al país.
Cuatro: ¿Se portó como hombrecito Marta Sahagún cuando decidió construir una
candidatura desde Los Pinos? No, porque su posición era ventajosa y además
lastimaba los méritos y esfuerzos que muchas mujeres hacen para construirse
una carrera política propia, sin argolla de matrimonio como pase directo a
la reelección, o en su caso, como letra de cambio a una curul.
Cinco: ¿Se portan como hombrecitos Creel, Bátiz o Chuayffet cuando defienden
a sus respectivos jefes? Sí, porque la lealtad es un valor político que se
ha olvidado.
Seis: ¿Se portó como hombrecito Durazo cuando renunció a su puesto en
Presidencia? También, porque la lealtad es sobre todo un valor interno. Si
Durazo ya no creía en Fox, traición hubiera sido permanecer como su
particular.
Siete: ¿Se porta como hombrecito Roberto Madrazo cuando aniquila la
disidencia dentro de su partido? No, porque la política es el arte de
construir consensos no de imponer voluntades.
Ocho: ¿Se porta como hombrecito Elba Esther Gordillo cuando permanece en su
curul después de que le dan virtual golpe de Estado? No, porque la dignidad
no es un concepto que se construya fraguando una venganza.
Nueve: ¿Se porta como hombrecito López Obrador cuando acusa a las “fuerzas
oscuras” de armar y desplegar un complot en su contra? No, porque el
señalamiento demagógico de culpables para justificar los errores propios es
la estrategia más antigua y obvia del mundo.
Sobrarían ejemplos. Creo que, sobre todo, no hace política como hombrecito
el que se obsesiona con el poder. El que es incapaz de admitir sus fallas,
el que no sabe disculparse, el que es capaz de destruir a su país, la
cohesión social o la marcha económica, con tal de no “perder” sus guerras
personales. Como hombrecitos, sólo los que saben resistir la última
tentación del poderoso: olvidar que es una profesión de servicio a los
demás, para ceder ante la eterna una fascinación al servicio de sí mismos.
yuriria@mileniodiario.com.mx
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