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Publicada en www.mexicoconfidencial.com el 5 de mayol de 2004
Razones - Jorge
Fernández Menéndez
Fidel-Fox: el secreto
está en los datos duros
Decía George Orwell,
el extraordinario autor de Rebelión en la granja, que sin duda sabía y tuvo
la valentía de denunciar, siendo un hombre de izquierda, un luchador por la
república española, los crímenes de regímenes de ese origen, que “cuando se
abre una zanja entre los objetivos reales y los declarados, uno se vuelve
instintivamente hacia las palabras largas y los giros desgastados, como un
pulpo que arroja tinta”. Eso es lo que ha ocurrido, en muchos sentidos,
respecto al debate en torno al caso Cuba: existe una zanja, casi un
precipicio entre los objetivos reales y los declarados de la mayoría de las
partes involucradas y, entonces, se comienza a hablar y a escribir con
“giros desgastados”, como “un pulpo que arroja tinta”.
En la historia que determinó la última crisis es evidente que nadie está
diciendo toda la verdad: el gobierno federal se cansó, literalmente, de
tener que tratar entre algodones a Fidel Castro, para que el dictador no se
enojara. Quizás, como tardaron demasiado y no explicaron bien su posición,
pagarán un costo relativamente alto por ello, pero el hecho es que Castro y
su régimen son indefendibles y es muy difícil establecer una relación seria
con alguien que, como decíamos ayer, ha trascendido, según él, el tiempo y
su circunstancia, y ya está hablando y operando para la historia. Es lo que
suele suceder cuando se gobierna destruyendo a cualquier oposición durante
medio siglo.
Si la administración Fox se hartó de Castro, el gobierno cubano sabe que
tiene todo el tiempo por delante y puede mostrar sus cartas, seguir su juego
sin la molestia de tener que afrontar un frente interno, una oposición que
le pregunte por ejemplo, por qué métodos obtuvo las declaraciones de Carlos
Ahumada que dará a conocer en las próximas horas, abogados que defiendan los
derechos a una detención justa, a visitas consulares o de la embajada
mexicana (¿no resulta ridículo que ese elemental derecho que se exige al
gobierno estadunidense y que llevó incluso al reciente proceso en La Haya,
no se le exija con la misma intensidad a Castro?, ¿por qué si es un derecho
exigible, con toda razón, en Estados Unidos o en cualquier otro país, esa
exigencia no se aplica en el caso Cuba?). Tampoco a una prensa independiente
del gobierno que moleste con cuestionamiento alguno. Y por supuesto, menos
aún plazos políticos que cumplir como una próxima elección o la renovación
de un Congreso donde puede no tener mayoría. En los regímenes como el cubano
es muy sencillo tener un pensamiento estratégico y jugar con la verdad y la
mentira de acuerdo con la conveniencia del momento. Fidel Castro, además,
cuenta con un aliado indudable en esta historia: su principal enemigo, el
gobierno estadunidense y particularmente éste, que encabeza George W. Bush,
empeñado en lograr éxitos en Cuba a corto plazo. Si la Casa Blanca, como se
ha dicho, lanza su nueva estrategia antiCastro en las próximas horas, le
hará, una vez más, un favor indirecto al propio Castro.
En este último capítulo del deterioro de la relación bilateral lo que viene
es, probablemente mañana, la divulgación cubana del expediente que le
armaron a Ahumada durante su mes de detención en la isla y algunos de cuyos
datos ya se comenzaron a filtrar en los últimos días como el de una reunión,
que suena inverosímil, de Carlos Salinas de Gortari, Santiago Creel, Diego
Fernández de Cevallos y el propio Carlos Ahumada, realizada en la casa de
Carlos Hank Rhon, ocurrida el 23 de febrero y que sería parte de lo
confesado por Ahumada en la isla. En realidad, para contestar a esa ofensiva
anunciada, sobre bases también ya conocidas, la única opción que tendrá el
gobierno mexicano es dar a conocer el contenido de las pláticas que pudieran
haber tenido los dos miembros del comité central del PCC con dirigentes del
PRD. Es verdad que el perredismo los acusará entonces de haber ejercido
“espionaje” en su contra, sin tomar en cuenta que, por obvias razones, los
organismos de inteligencia tienen que saber para qué vienen a México dos
funcionarios con pasaporte diplomático que no vienen a realizar actividades
diplomáticas, sean del departamento de las Américas de Cuba o de la CIA. Del
contenido de esos encuentros se derivará el resultado final de este
enfrentamiento, esos datos son cruciales.
Con todo, llama la atención profundamente la falta del menor sentido crítico
hacia el gobierno cubano de muchos de sus defensores. Ayer mismo, el
presidente nacional del PRD, Leonel Godoy, hablaba de que si habían sido
“espiados” los dirigentes del PRD cuando se reunían con sus homólogos
cubanos, ello sería típico de una dictadura no de una democracia. Pues bien,
independientemente de lo que haya ocurrido en esos encuentros, lo cierto es
que el gobierno cubano castiga con pena de cárcel y cargos de conspiración a
cualquiera que haga algo similar, o sea que Godoy, implícitamente
reconocería que la de Castro es una dictadura.
Ayer mismo, en algo que pasó desapercibido para nuestros medios pero que
tuvo enorme repercusión internacional, sobre todo en Europa, la UNESCO
entregó el Premio Internacional de la Libertad de Prensa, al periodista y
poeta cubano Raúl Rivero, condenado a 25 años de prisión, en una ceremonia
celebrada en Belgrado, y a la que, obviamente, no pudo asistir Rivero, pero
tampoco su esposa Blanca Reyes, porque el gobierno cubano le prohibió salir
de Cuba.
Rivero trabajó para los medios oficiales de Cuba hasta 1980, desde entonces
se convirtió en un crítico del régimen, en 1995 fundó la primera agencia de
prensa independiente dentro de la isla, llamada Cuba Press y creó en el 2001
la primera asociación de periodistas independientes de Cuba. Un año después,
Rivero y otros 25 periodistas fueron detenidos y condenados a altísimas
penas de prisión por “actos contra la independencia o integridad territorial
del estado cubano”. La organización de periodistas, que había sido
brutalmente infiltrada por el gobierno cubano, fue acusada de un delito
terrible: de haberse reunido con el encargado de negocios de Estados Unidos
en Cuba. Eso se consideró conspiración y Rivero, el periodista premiado ayer
a nivel mundial por la UNESCO, está hoy cumpliendo condena como si hubiera
sido un terrorista, en una cárcel a 450 kilómetros de La Habana, donde en
contadísimas ocasiones puede recibir algún tipo de visita, porque su familia
no tiene recursos para trasladarse hasta la prisión. Y así estará en las
próximas dos décadas... por ser un periodista independiente.
Esa es la realidad del régimen cubano, la que no se quiere ver, la que
ignoran concientemente sus defensores a ultranza. Y coincido con Ciro Gómez
Leyva, si lo decidido por el gobierno mexicano el domingo ayuda, aunque sea
un poco, para debilitar ese régimen y abrir paso a mínimos derechos a su
pueblo, habrá sido históricamente útil.
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