www.lavisiondelciudadano.com
Publicada en La nave de los locos en 1999
Jaime Maussán en Chile: De la
ufología a la Ufomancia
Sergio Sánchez
(Chile)
No soy un racionalista a
ultranza y las causas de la poesía, la imaginación y la intuición, no me son
ajenas. No soy espiritista, ni positivista ni neo-positivista. Pero, vamos,
eso no significa que desdeñe esa facultad maravillosa que tenemos los
bípedos, autodenominados Homo Sapiens: la razón. A la razón se la puede
trascender, ir más allá de ella... pero no se puede prescindir de ella.
Tener le mente abierta no implica descerebrarse. Admitir nuevas
posibilidades no significa aceptar todo nuevo bulo que nos presenten a la
carta. El ejercicio de la razón, nunca se insistirá demasiado, es siempre
deseable. Supone -en la medida de las limitaciones humanas- sentido crítico,
equilibrio entre la prudencia y la audacia, y -sobre todo- autoconciencia,
para discernir lo que sabemos, lo que creemos y lo que queremos creer.
Lo que estoy diciendo podrá parecer a muchos totalmente básico y elemental.
Pero cuidado, cuando me toca asistir a una video-conferencia ufológica, y
ésta se abarrota de un público ávido de maravillas, donde este público se
cree hasta las historias más risibles y delirantes, y donde nadie cuestiona,
inquiere o critica... bueno, pues en tal caso dan ganas de hacerse socio del
CSICOP (aunque no
comparta su epistemología y, por tanto, su visión de la ciencia y el mundo).
Es que hay formas de pensar que son infantiles... Por ejemplo, yo creo en la
pluralidad de los mundos habitados; mas, ¿tiene eso alguna relación con los
OVNIs? Si yo digo que vi en el jardín de mi casa un oso polar el pasado
domingo y no le ofrezco ninguna evidencia... ¿Aceptaría usted el argumento
de que, efectivamente, vi un oso polar en mi casa, porque sabemos que los
osos polares existen y que viven en el Ártico? ¿Que cómo apareció uno en mi
jardín? ¡Pues no joda, hombre! iBástele con saber que son moradores del
Ártico! Pues bien, muchos ovni-creyentes argumenten de una manera todavía
más torpe; "creo en los OVNIs, porque, ¿cómo vamos a ser los únicos en el
Universo? ¿Cómo vamos a ser tan soberbios y orgullosos? Claro, vivimos en un
Universo enorme, fantástico, inconmensurable... Quizá haya vida inteligente
y supercivilizaciones tecnológicas en remotos lugares del Cosmos. Pero ¿es
que eso prueba la veracidad y hasta la sensatez del
folklóricobricollagemediático que nos quieren imponer los profetas del OVNI?
Dios mío, ¡¡qué forma de pensar!! Soy de la opinión de que la exobiología y
la ufología se relacionan a un nivel puramente mítico. Y estoy seguro de que
ningún ufólogo sería capaz de refutarme.
Otro cuestión básica. Si yo le digo a ud. que hay una invasión de extrañas
creaturas aladas, que durante millones de años han vivido ocultas en las
nubes -pues se alimentan de ellas-, que están a punto de bajar a asolar las
ciudades, ¿no se sentiría ud. tentado a solicitarme evidencias que apoyen lo
que digo? ¿Sería justo que a usted, por pedirme pruebas, se le tachara de
ultrarracionalista, de negativista o carente de imaginación, o que se le
acusara de estar pagado por los servicios de inteligencia? Si yo hago la
extraordinaria afirmación de que está a punto de desatarse la gran invasión
de los seres aéreos... yo soy el obligado a presentar las pruebas, también
extraordinarias. Ud. no está obligado a demostrar la falsedad de mis
insólitas predicciones. Es lo más básico en materia probatoria. Blanca
Nieves y los Siete Enanitos viven en casa de mi abuelita. ¿Ud. no me cree?
Pues bien. Pruébeme que NO viven en casa de mi abuelita. ¿Es aceptable
semejante patochada? Porque, digámoslo, ésa es la lógica de muchos ufólogos
y ovni-creyentes.
Más. Si veo borrosa y fugazmente, en la semioscuridad del crepúsculo en un
bosque, una pequeña figura humanoide corriendo, a unos cien metros de
distancia, ¿tengo derecho a decir inmediatamente que se trata de un duende?
Naturalmente, tal vez sea un niño, un enano, un chimpancé que se escapó de
un circo. Hay cien explicaciones convencionales antes. Y aún si descarto
-por inviables- tales explicaciones, la cosa -a lo más- queda en misterio,
pero no se confirma mi afirmación de que vi un duende. Aunque los duendes
existan, mi observación no le aporta NADA a aquellos que defienden su
existencia. Lo único concreto es que vi algo que no pude identificar. Eso es
todo. Vi algo que no sé qué era. Así de simple. Lo cierto es que, con
irritante frecuencia, vemos filmaciones de objetos extraños y no muy nítidos
en el cielo. Si no son aviones o espejismos, ¿eso los convierte, acaso, en
astronaves alienígenas? ¿Habrán escuchado alguna vez, estos ovni-cultistas,
de "la navaja de Occam"? ¿Por qué optan siempre por la hipótesis más
estrambótica?
La ufología clásica ha muerto. Su lado más serio, no devenido en
neo-escepticismo psico-social y en ufología crítica (en la corriente del
indisimulado agnosticismo o de una paraufología revisada y morigerada). Su
lado más fantasioso se ha mutado en ovni-manía o en contactismo puro y duro.
Por ello, siguiendo al antropólogo Ignacio Cabria, en estos últimos casos
debiéramos hablar de ufomancia, esto es, de un sistema de creencias que no
necesita probar sus increíbles aseveraciones, basándose exclusivamente en la
fe de los practicantes. Como se trata de creer a toda costa, con o sin
pruebas, podemos motejar estos afanes de "típicamente religiosos", y que
nadie se ofenda, porque las estructuras de pensamiento han llegado a ser
idénticas.
La video-conferencia del animador de televisión mexicano Jaime Maussán,
entonces, fue una fervorosa muestra de ufomancia. Nada de sentido critico,
escasa capacidad de análisis y, a ratos, hasta escaso sentido del ridículo.
Fui a verlo el 16 de enero de 1999 al Aula Magna de la USACH, un venturoso
día nublado de verano, con la temperatura más agradable que uno puede
imaginar. Un inviernito de San Juan.
Por supuesto, tenía muchas noticias sobre el conferenciante. Es un
tele-comunicador enfático y pertinaz, que ha ordeñado de manera
inmisericorde las lucrativas ubres de la ufología. Se transformó, de súbito,
en ufólogo, a propósito del gran eclipse solar, visto por millones de
personas en ciudad de México en julio de 1991. Pues bien, en virtud del
inusual fenómeno, se distorsionó la imagen del planeta Venus, que fue
confundido por los incautos con una nave alienígena. Se armó una confusión
tan enorme, que los que filmaban el eclipse creían estar filmando -al mismo
tiempo- un extraño OVNI. Como los videos caseros que registraron el eclipse
se contaban por miles, puede usted imaginar la subsecuente cantidad de
"video-ovnis". La histeria se extendió por todo México. Y Maussán no dejó
pasar le oportunidad de incorporar la temática a su espacio televisivo.
Siguió la venta de videos sobre OVNIs, que le reportaron pingües ganancias,
mientras su nombre se convertía en una suerte de marca registrada. De ahí,
la cosa no paró, señor.
Maussán lo cree todo, hasta las noticias más inverosímiles, y acusa a los
escépticos de ceguera mental, de geocentrismo y estulticia. No le hacen
mella las documentadas y públicas refutaciones de lo mejor de su material,
pues lo importante es seguir vendiendo. El MUFON, por ejemplo, que es una
organización estadounidense claramente pro-ovni, refrendó los asertos de los
críticos mexicanos, en el sentido de que el famoso OVNI del eclipse era...
un amplificado planeta Venus. Jamás se ha visto una retractación de Maussán,
y es que la capacidad de olvido de las masas es sorprendente, como decía
Baudrillard, absorben sin reflejar nada, "en un permanente efecto
implosivo".
Maussán es, entonces, un hombre de videos. La mayor parte de ellos,
irredentos fraudes, globos meteorológicos y fenómenos naturales, aunque
raros. También luces en el cielo, sólo luces, que no demuestran nada, salvo
que es imposible determinar exactamente qué las originó. La ufología de
Maussán, intelectualmente precaria, siempre sensacionalista, se alinea con
las nada recomendables producciones de J.J. Benítez, Jaime Rodríguez,
Wendelle Stevens y otros profesionales de la mercadotecnia ufológica. Lo que
nos ahorra más comentarios previos.
Se apagan las luces. El Aula Magna está abarrotada y la expectación de los
presentes me parece contagiosa. No cabe un alfiler, hay gente sentada en el
suelo, yo mismo casi cuelgo de una baranda. En la pantalla gigante, se abre
la acción. Veo hermosas imágenes del Universo, galaxias, nebulosas,
estrellas. Con un sobrecogedor fondo musical, la voz, grave y profunda,
dice:
"Imagine que ud. es un habitante de las Pléyades; que vive en un planeta
donde no existen las guerras, el hambre, la criminalidad, la codicia ni la
ignorancia; un mundo cuyos habitantes pueden comunicarse telepáticamente,
estando sus mentes sumergidas en el Resplandor de la Verdad. Imagine que
usted es miembro de esa maravillosa civilización, cuyos logros científicos
superan todo lo concebible, teniendo la posiblidad posibilidad de viajar a
cualquier lugar del Universo.
"La Humanidad avanza hacia el contacto final con tales inteligencias, y
podremos acceder a conocimientos y posibilidades jamás soñadas... A
continuación, llega el gran investigador... ¡¡Jaaaaaaaaime Mauuuuuuuuussán!!"
Aplausos, una casada impresionante de aplausos, mientras la luz del
escenario revela al conferenciante con una vistosa chaqueta verde y camisa y
corbata negras. Fanfarria cósmica. Los creyentes se preparan para ser
confirmados en su Fe.
Maussán abre los fuegos: "Estoy cierto, amigos míos, de que pronto se
verificará el gran contacto con seres venidos del espacio exterior. Y estoy
seguro de que los grandes poderes que gobiernan la Tierra ya lo saben
todo... y nos van dando pequeños retazos de información, liberando pruebas
paulatinamente, a fin de irnos preparando para el gran acontecimientos, que
marcará el Tercer Milenio."
Como prueba de lo anterior, afirma que el Vaticano está pronto a dar el paso
decisivo, reconociendo oficialmente la presencia extraterrestre en nuestro
planeta. Para confirmarlo, exhibe fragmentos de una entrevista el padre
Balducci, teólogo vaticano. El prelado, atrabiliario y confuso, se limita a
contestar las típicas preguntas del estilo de "¿estamos solos en el
universo?" o "la idea de la pluralidad de los mundos habitados, ¿se
contrapone con la Fe?". A que no adivina qué respondió Balducci. Por
supuesto, respondió que no, que no había contradicción alguna, que la
Creación es universal, que San Pablo decía que Cristo es Señor de todo el
Universo (no sólo de la Tierra), así que también los pobres extraterrestres
tendrían que estar sometidos a la égida de Roma... (¿Seguro que quieren
visitarnos?). En fin, las tópicas y previsibles declaraciones de Balducci no
tienen nada que ver con las bombásticas anticipaciones de Maussán.
Totalmente prescindible.
A continuación, se nos muestran las espectaculares filmaciones del granjero
suizo Billy Meier. Supuestamente contactado con visitantes de las Pléyades,
en especial con una hermosa alienígena llamada Semjase, Meier alega haber
filmado y fotografiado platos volantes hasta la saciedad. Después de los
contactos telepáticos de rigor, las astronaves se acercaban con frecuencia a
su granja, y él podía filmarlas sin limitaciones. Sin duda, se trata de los
documentos fílmicos mas espectaculares de la ufología y, si fueran ciertos,
constituirían una prueba casi irrefutable. Claro, si fueran ciertos. Mas,
lamentablemente, no lo son. El caso, absolutamente desprestigiado entre los
ufólogos críticos, ha demostrado tal grado de incongruencias y debilidades
que, como mínimo, se impone la desconfianza. Además, el affaire Meier fue
impecablemente desmantelado por el investigador Kal Korff, que literalmente
no dejó "mono con cabeza". Si hasta se descubrió una de las maquetas de los
platillos voladores, usada por el contactado para sus fantásticas tomas.
Pero, por más que trataron, no pudieron encontrar a la bella Semjase. O tal
vez sí, y algún avispado ufólogo se la llevó para su casa, para someterla a
minuciosos exámenes...
Después, naturalmente, teníamos que llegar al tema Roswell. Es una de las
zonas más oscuras de la ufología mundial, un verdadero laberinto de
mentiras, fraudes, intrigas y disputas, que ha arrastrado a muchos ufólogos
a una reyerta de proporciones. Es imposible que yo pueda, en estas escasas
líneas, siquiera desarrollar someramente el tema. Sólo cabe decir que se
trata de otro mito más, que ha ido creciendo y adornándose con el paso de
los años hasta volverse irreconocible. Al simple platillo supuestamente
estrellado en Nuevo México (USA), en 1947, se le adicionaron multitud de
leyendas: la malograda tripulación extraterrestre conservada en neveras
ultra-secretas, el Hangar 18, el Majestic 12 y las más delirantes
afirmaciones que la ufología haya cobijado jamás en su medio siglo de
historia. La evidencia, como siempre en estos casos, es sencillamente
ilusoria.
Uno de los aspectos más difundidos de esta mitología, se centra en la
tecnología alienígena recuperada, por el Pentágono, de los platillos
estrellados contra la Tierra (la versión más paranoica sostiene que habría
un pacto secreto entre el Gobierno Secreto de Estados Unidos y los
extraterrestres: estos ofrecerían tecnología y aquellos, bueno, cuerpos
humanos). Maussán muestra una entrevista al ex-coronel estadounidense Philip
Corso. Ahí nos enteramos que inventos tales como el chip de las
computadoras, la fibra óptica y el rayo láser son... tecnología
extraterrestre, que usamos inocentemente, sin sospechar su fantástica
procedencia. ¡Qué dirán los pobres inventores terrestres de tales
artilugios!.
Y, naturalmente, llegamos a la famosa autopsia. Huelgan las presentaciones:
en 1995 la vio por televisión todo el mundo. Ya no hay ningún ufólogo serio
que se atreva a defender su autenticidad. Pero Maussán no ceja: "En forma
injusta y arbitraria los negativistas se apresuraron a descartar esta
extraordinaria evidencia como falsa. Algún día, con el paso del tiempo, se
le hará justicia..." Maussán dixit.
En un momento determinado, Maussán hace un alto. Se va a descansar y aduce
que volverá en sólo diez minutos más. Uno de los organizadores, para solaz
del público, promete una grata sorpresa. Y, cómo no, llega la sorpresa:
entra en escena el inefable Jorge Anfruns Dumont, "el ovnílogo chileno". Es
el Anfruns de siempre, en su estilo inconfundible: "Yo prometo y cumplo...",
"...tal como anuncié anoche...", "...voy e dejar las cosas claras desde un
principio, porque no me gusta engañar a nadie...", "...como digo en uno de
mis libros...", etc...
Anfruns. Decide enseñarnos mitología mapuche: "Yo siempre comienzo mis
conferencias con una frase mapuche..." . Y aprendemos que los mapuches sí
veían ovnis, que los tenían catalogados y clasificados... Y que en algún
lugar de "La Araucana", Alonso de Ercilla refiere el primer avistamiento
oficial de un ovni en Chile, nada menos que en 1554. Nos alecciona,
solemnemente, con un cliché que no venía al caso: "La Historia tiende a
repetirse". A buscar el párrafo, pues.
Anfruns. Comienza a exhibir sus videos. Expone: "relacionándolos con las
imágenes mostradas por mi amigo Maussán, podemos empezar a hacer ovnilogía
comparada". Y la hace. Hay que decir que nuestros videos palidecen -si de
espectacularidad se trata- frente a los mexicanos. Lo que no obsta a que
Anfruns se permita arranques de complacencia chauvinista: "... he aquí un
video de un ovni... un video chileno... y si es chileno, ¡es bueno!".
Créanlo o no, el público estalla en un automático y pavloviano aplauso.
Luego, sin ruborizarse siquiera, Anfruns muestra el video del famoso ovni
del volcán Villarrica. Esa filmación fue tomada casualmente por unos jóvenes
profesionales, cuando viajaban en automóvil frente al mentado volcán. No se
dieron cuenta del ovni hasta que, posteriormente, visionaron la película.
Para su asombro, aparecía un extraño objeto, de apariencia metálica.
Entonces los jóvenes "recordaron" que habían experimentado una sensación
extraña, justo al momento de filmar el fenómeno. Sí, una extraña sensación
de paz, silencio y plenitud. Poco importa que investigaciones posteriores
demostraran que se trató de un simple reflejo en el vidrio, de un objeto que
se encontraba al interior del automóvil. Por eso nada vieron cuando filmaban
el volcán, y el "ovni" sólo apareció al pasar la película. ¿Y la peculiar
sensación descrita por estos involuntarios testigos? Bueno, más vale no
hacer preguntas tan incómodas.
Pasado un rato, llena la pantalla una adolescente de extracción popular, la
sambernardina Claudia Fuentes, contando los detaIles de su escabrosa
abducción, a cargo de unos libidinosos enanos extraterrestres (por cierto,
yo no tuve nada que ver). Este caso, muy en boga hace un par de años, cayó
en rápido desprestigio, sobre todo por algunas sospechosas implicaciones
sexuales que lo rodeaban. Claudia, con su sonriente carita pícara, se
extiende en su relato, mientras se ve a Anfruns entrevistándola. La cámara
va de Claudia a Anfruns, y se detiene en la estampa del acucioso
investigador, escuchando, serio y reconcentrado. Hay cierto "morbo" en todo
el asunto, pues Claudía -siempre coqueta y perturbada- sonríe y baja los
ojos, mientras prosigue con los pormenores de su abducción.
Ella: "Entonces, cuando me tenían encima de la cama, uno de los seres sacó
un instrumento...". Él: "¿Y era muy grande el instrumento?". En ese
instante, lo confieso, tuve que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para
reprimir una carcajada.
Pero la diversión no terminó ahí. Anfruns señaló -con ese tono aleccionador
que tanto nos gusta- que el caso de Claudia debiera llevarnos a la
reflexión: "Claudia perdió su trabajo por contar su historia.... Lo cual
sienta un muy mal precedente: los chilenos no van a poder contar sus
encuentros con extraterrestres, porque arriesgarán sus fuentes de trabajo".
Ya lo saben todos los compatriotas abducidos por alienígenas: ¡hay que
cuidar la pega!.
Finalmente, Anfruns pasó de la mitología mapuche a la maya. Dijo que un mito
maya profetizaba que "cuando la gran ave del Norte llegara al Sur, la
humanidad entraría en una nueva etapa, más plena y luminosa. Entonces,
amigos, la gran ave del Norte, Jaime Maussán, ha llegado a nosotros, al
Sur...". ¡Anfruns!
Maussán regresa en medio de los aplausos. "Ahora veremos las espectaculares
imágenes, no ya de luces en el cielo, sino de los propios extraterrestres,
los misteriosos ovninautas". Respiré hondo y me armé de valor. (Como soy
algo paranoico, temí ver mi foto carné entre las evidencias de la visitación
alienígena).
¿Qué vi? Algunas muestras; primero, una confusa imagen de una entidad
luminosa... ¡con dos antenas! Luego, un muy bizarro ser cabezón, el típico
EBE, sometido a extrañísimos exámenes médicos, mientras agoniza...También
una sospechiosísima filmación de un supuesto ovni siniestrado en la ex Unión
Soviética, con la ya típica y obligada autopsia a los infortunados
tripulantes del platívolo. ¡Qué tecnología, por Dios! ¡Si a pesar de su
omnisciencia y superciencia, se la pasan estrellando contra la Tierra!
Por último, pasamos a la perla negra (¿o debiera decir "gris"?) del
bestiario. Sucede que la empresa yanqui AMOCO elaboró un afiche comercial
donde aparecía el clásico extraterrestre estereotipado de los noventa, con
el producto publicitado en una de sus manos (y hasta sonriendo, como lo
haría cualquier modelo).
Pues bien, sobrevino lo increíble: algunos ufólogos consideraron que el ET
del afiche era demasiado... real. No podía ser la fotografía de un muñeco
confeccionado ad-hoc por los publicistas. No. Tenía que haber gato
encerrado. Debía ser un genuino ET. El famoso ET del comercial... no era,
por cierto, diferente de los que la imaginería popular ha incorporado con
tanto entusiasmo: absurdos biológicos, sub-productos de la peor ciencia
ficción, improbabilidades absolutas. Pero, recordémoslo, éste sonreía.
Comenzaron, por tanto, las llamadas a AMOCO, exigiendo que confesaran la
procedencia de la entidad. ¿De dónde habían sacado al ET? ¿Por qué no
cuentan la firme? ¿Ah? Por supuesto, AMOCO dio la callada por respuesta...
lo que fue interpretado como una expresión más de la gran Conspiración del
Silencio.
Quizá si los regordetes, (y hasta, para algunos, simpáticos) extraterrestres
de Bilz y Pap sean auténticos alienígenas. En tal caso, más nos valdría
estar absolutamente solos en el vasto universo.
Termina la conferencia. La ovación es estruendosa. Maussán saluda al
público, sin dejar de agradecer. "Gracias, amigos... y por favor,
recomienden esta conferencia, pues mañana estaremos aquí de nuevo, en dos
horarios..." Se le une Anfruns, quien aparece de pronto, tentando, a su vez,
la cosecha de aplausos.
Nada ha cambiado en realidad. Más implantes, más autopsias... más fraudes, y
los ufólogos picando el anzuelo o haciendo picar a otros. Y sí, estas
historias siempre se repiten. A la luz de lo visto, es cierto que no se
necesitan oscuras maniobras de la CIA, de la Trilateral o del Gobierno
Secreto del mundo para desprestigiar a los ufólogos. Basta que se reúnan
unos doscientos creyentes y el espectáculo está servido. Quizá por eso, el
extraterrestre del afiche, sonreía...
|