La intención de esta columna es la de hacer críticas constructivas sobre lo que en opinión propia se hace mal a nivel general en el país, trátese de un asunto del gobierno y hasta el comportamiento de la sociedad, procurando siempre hacer una propuesta al menos para mejorar lo no parece funcionar como debiese.  Esta columna se hace llegar a medios de comunicación, secretarías e individuos de quienes se hace referencia. No es poca cosa según yo como para que mi amigo desprecie este esfuerzo.

 

Por lo que toca al peje, como les comentaba, primero anuncia que solo él se atreve a entrarle a ciertos temas y de hecho, a tomar ya algunas acciones y ejemplificó con tres temas: Las pensiones de los ex-presidentes, el fuero constitucional y el que los internos de los penales salgan a las calles a hacer trabajo comunitario.  ¿Pues que cree, Don Andrés?  Todo eso se trató en esta columna hace ya bastante rato con las mismas propuestas que usted pretende hacer pasar como propias -¡Qué casualidad!- y le preciso a continuación.

 

El fuero se trató los días 8 y 9 de mayo de 2002 en la columna de dos partes ¿Quién quiere ser legislador?  Dentro de la crítica, señalé acerca de fuero: “...esa figura legal debe ser claramente definida para que cumpla totalmente con su función de proteger a los legisladores de algún acto de represión, venganza o intimidación por sus opiniones y acciones en relación a su trabajo como diputado o senador, pero el fuero solo debe aplicarse a estos casos y no como se hace en la actualidad, cuando se ha convertido en un herramienta que da rienda suelta a la impunidad para hacer y deshacer; mas claro, si un representante del legislativo orina en la calle, arma escándalos o viola la ley durante su vida de civil, fuera del recinto legislativo y de las actividades que en su cargo desempeña, debe responder como ciudadano por los delitos que cometa.  No debe permitirse que el fuero sea utilizado como escudo para cometer toda clase de arbitrariedades.”  Así de claro lo dije, tal cual usted lo mencionó en sus madrugadoras conferencias año y medio despues.  (Ver nota)

 

El que los presos salieran a realizar trabajo comunitario se trató el 29 de mayo de 2002 bajo el título ¿Presos o becados?  En ese escrito entré de lleno con la pregunta “¿Porqué en lugar de tener a tanta gente ahí metida sin ningún provecho, no se les asigna un servicio social?”  Y expliqué: “Desde hace años se ha denunciado el exceso de reclusos en los centros penitenciarios del país, lugar en donde además se les tiene que dotar de los servicios mínimos...que nos cuestan a los contribuyentes...Es por eso que propongo que los señores delincuentes reparen sus faltas a la sociedad haciendo trabajo para la sociedad.  ¿Cómo?... Muchos gobiernos estatales y municipales se quejan de que no pueden cubrir, por ejemplo el servicio de limpia que su comunidad requiere, así que ahí es donde entran estos señores.  Pintando paredes para eliminar los grafitos, ayudando a sembrar al campesino que no tiene dinero para pagar trabajadores, arreglando camiones de pasajeros, haciendo caminos para los pueblitos que carecen de vías de comunicación, que trabajo hay.  ¿Qué se darían a la fuga?  No estoy proponiendo que saquen a la calle a los criminales de alta peligrosidad, sino a delincuentes digamos “normales”, “comunes”, gente que quizás ha robado, defraudado o asesinado en “pequeña escala”, de modo casi personal, gente que no corra el riesgo de ser rescatado por sus cómplices, reos que estén asegurados en, por ejemplo, grupos de diez conectados por cadenas de seguridad, transportados en vehículos resguardados y vigilados por policías durante su jornada de trabajo externa; pueden también promoverse estímulos en base a su voluntad de trabajo además de una posible reducción en su condena, quizás su familia los pueda “visitar” en donde laboren para comer con ellos – siempre será mejor decirle a un hijo “vamos a ver a tu papá al trabajo” que “vamos a ver a tu papá a la cárcel” -, un detalle que sí los encamine a valorarse y los motive a reintegrarse como personas productivas a la sociedad.  ¿Pago?  ¡Claro!  Al mismo tabulador que se aplica en la actualidad por llevar alguna actividad en los talleres de los reclusorios.  No me suena tan descabellado, ignoro el procedimiento a seguir para que se lleve a cabo, pero definitivamente y de primera vista me parece una buena manera reintegrando al delincuente a la sociedad mediante un beneficio directo a los ciudadanos.  ¡Hasta su imagen mejoraría, tanto frente a la sociedad como ante ellos mismos!  Al menos podrían considerarlo, no me parece algo que se pueda echar en saco roto así nada mas, ¿No cree usted?”  Y tan no lo echó en saco roto que su secretario de seguridad, Marcelo Ebrad ya anunció la aplicación de un plan, también casualmente idéntico a esta propuesta. (Ver nota)

 

Las Pensiones de los ex-presidentes se trató en dos columnas, la primera publicada el 27 de mayo de 2002 con el título Cual Ave Fénix y en uno de sus párrafos señalé: “...el buen Jolopo, quien se declara en contra de que se retire a los ex-mandatarios sus pensiones vitalicias – que según sé, casi se igualan a la percepción del presidente en turno – ya que, al menos en su caso, es la única fuente de ingresos con la que cuenta, además dijo que durante su gobierno no formó una fortuna para vivir el resto de su vida ... En consideración a su precaria salud – todo se paga en esta vida – propongo que no se retire esta pensión, pero tomando en cuenta al ciudadano promedio, me parece que dejarla en la cuarta parte – 40 o 50 mil pesos mensuales – es más que suficiente para que una persona normal se de una vida más que decorosa; si no le alcanza no es culpa de los ciudadanos...” (Ver nota)  La segunda publicada en mayo 31 de 2002 bajo el título de Cortina de humo pensionada, establecé “Comentaba también en días pasados que me parecía – y me sigue pareciendo – injusto que estas pensiones se equiparen al ingreso del Presidente en funciones y que deberían ajustarse hacia abajo, sugiriendo incluso un monto mensual de 50 mil pesos mensuales y el sostenimiento de sus servicios de seguridad, aunque en honor a la verdad, cuando se revisa el monto presupuestal anual general para este país, los 260 millones de pesos se convierten en una cifra minúscula en toda la extensión de la palabra, un monto que no hace, por así decirlo, una diferencia importante para bien o para mal del estado...no hay que fijarse en estos detalles, porque estos montos se convierten en eso, pequeños detalles, si se les compara con otra situación que genera sospecha hacia varios de estos hombres: el posible enriquecimiento ilícito durante su gestión.”  Fuerte y claro, duro y al hocico, argumentos claros y mucho muy parecidos a los que el peje vertió hace unos días.  (Ver nota

Por lo visto, al peje o sus colaboradores les dio por revisar el archivo del mes de mayo del 2002 de esta mini-revista electrónica; deberían ver el resto de las notas, podrían encontrar más ideas que fusilarse. Así que con base en lo anterior, les digo tanto a mi amigo como al peje que se fijen antes de hablarEl primero por decir que este esfuerzo no vale la pena, lo que se desmiente con el hecho de que López Obrador se apropia de nuestras ideas –que para eso son- y las hace públicas, pero Don Manuel, usted no fue el primero en tocar esos temas y dar esas soluciones, así que aprenda a dar crédito a quien lo merece y no se adjudique lo que no es suyo; no diga mentiras, porque le va a crecer la nariz.

PD:  Una enorme felicitación con muchísimo cariño a Susy Espinosa, colaboradora de esta revista, sin quien seguramente este proyecto no habría llegado hasta donde estamos y quien celebra hoy su descumpleaños.  ¡Felicidades y muchos días de estos!  ¡Abur!