Publicada
en www.alvarocueva.com el 29 de junio de 2003
Ojo por Ojo-Álvaro Cueva
¡Pobre presidente Fox!
Se salieron con la suya. El IFE
le puso un ultimátum a nuestro señor Presidente y éste no sólo retiró sus
spots de promoción al voto, sino que también decidió cancelar sus giras por
los estados.
Pobre hombre, todo le sale mal y ya nadie le aplaude sus gracias. Ahora no
le queda de otra más que esconderse y someterse.
¿Hasta dónde vamos a llegar? Cosa que Vicente Fox propone, cosa que no se
hace.
Ahí están los tres casos que Alejandra Lajous menciona en su libro ¿Dónde se
perdió el cambio?: la marcha zapatista, el aeropuerto en San Salvador Atenco
y las relaciones entre México y Cuba.
En cambio, si Andrés Manuel López Obrador o cualquier otro gobernante dice
que va a construir algo tan complicado como un conglomerado de puentes
viales en una zona de alta circulación, no sólo lo construye, sino que lo
hace en la fecha pactada y con una bonita carrera televisada de respaldo.
Claro, con errores y accidentes, pero cumple. ¿Cuándo fue la última vez que
se cumplió algo prometido por Vicente Fox?
Lo más penoso es que en este pequeño escándalo de los spots de promoción al
voto salió embarrado Santiago Creel, dejando una vez más en entredicho quién
lleva los pantalones de qué en este país.
La sensación es que los mexicanos vivimos en el más absoluto desamparo.
¿Cómo vamos a confiar en un presidente sin autoridad? ¿Cómo vamos a resolver
nuestros problemas si el primer mandatario de esta nación no puede resolver
los suyos?
Y eso que apenas andamos a la mitad del sexenio. ¿Se imagina usted cómo
vamos a llegar a octubre del 2005? ¿Cómo nos vamos a sentir para las
próximas elecciones presidenciales?
Lo de sus anuncios de “vota para que nadie más elija por ti” fue algo así
como la cereza del pastel. Eran tan ridículos como ridículas han sido la
mayoría de las ocurrencias de nuestro primer mandatario.
Acuérdese, estaba un tipo parado frente a una máquina de refrescos de lata
pensando cuál elegir, cuando de la nada aparece otro, le pica a la
maquinita, saca un refresco y se lo da al primer hombre, que se queda
pasmado.
Acto seguido, aparece Vicente Fox muy bien vestido y peinado comparando las
próximas elecciones con la máquina de refrescos e invitando a que usted y yo
ejerzamos nuestro voto el 6 de julio.
¿Usted cree que elegir gobernadores, diputados y jefes delegacionales sea
algo tan simple como escoger entre una coca, una soda de naranja, una de
manzana o una de dieta?
En una elección como la que vamos a vivir el próximo domingo debe intervenir
el cerebro. Cuando uno elige un refresco es por antojo.
Si en ese concepto tan barato tiene Vicente Fox los procesos electorales de
este país, mejor ni tomarse la molestia de ir a votar. ¿O sí?
Sin comentarios de la máquina de refrescos y los orígenes empresariales del
señor Presidente. Hay vicios que uno nunca se puede quitar. Sin comentarios.
¿Pero qué me dice de la reacción del personaje que estaba eligiendo el
refresco en el comercial?
De entrada, el señor permite que otro se interponga entre la máquina y él, y
al final, se queda con la lata que ese otro eligió como si no hubiera pasado
nada.
No sé usted, pero si a mí me hacen eso, yo le incrusto la lata de refresco
en el cráneo al susodicho.
¿Así es como nos ve el equipo de Vicente Fox? ¿Usted es tan débil, tan poca
cosa y tiene tan poco carácter como para dejar que alguien se le meta en la
casilla, cruce su boleta y se vaya tan quitado de la pena?
¡Por supuesto que no! Estos son los verdaderos errores de la publicidad del
Presidente de México, que ni siquiera sirve para hacer comparaciones.
¿Qué me dice de ese mismo spot en versión femenina? ¿Lo recuerda? Es casi lo
mismo, pero con una señora parada frente a una selección de platillos donde
tiene que elegir entre sopa, plato fuerte y guarnición.
Ahí Vicente Fox se ensañó con las mujeres porque mientras que en el anuncio
para hombres el protagonista va por un solo objeto, en el de las damas la
heroína está hecha bolas pero no por elegir, sino por el número de opciones.
O sea, las mujeres son poco menos que unas imbéciles cuyas neuronas apenas
les dan para decidirse entre una cosa y otra. Prohibido hacerlas pensar en
más de dos alternativas porque entonces sí se atarantan.
Después de semejante idea vino el mismo remate del otro anuncio. Aparece una
segunda señora que, desesperada ante la incapacidad cerebral de la primera,
la llena de platillos para que se calle y se vaya.
La indecisa, por supuesto, queda muda ante semejante escena en lugar de
arrojar los platos de comida o de patear a la metiche hasta hacerla entender
que cada persona es libre de tardarse lo que quiera en elegir desde un plato
de arroz hasta quién será su próximo diputado.
Lo que más rabia da es que hayan retirado estos spots de Vicente Fox por
promover el voto en tiempo de campañas electorales y no por malos. Eso es lo
grave.
Los quitaron porque eran anuncios del Presidente, porque este presidente se
mueve para donde le digan porque al igual que los protagonistas de sus spots
no tiene carácter.
Nunca pensé sentir lástima por un presidente mexicano pero en el caso de
Vicente Fox no se puede sentir ninguna otra cosa aunque, claro, cuando uno
se entera de lo que su administración gasta en fiestas y programas de radio,
cambian las cosas.
Ahí está el problema, que ya sólo nos estamos divirtiendo con las locas
aventuras de nuestro señor Presidente, que no estamos viendo más allá y que
don Vicente ya hizo escuela.
La mayor parte de los candidatos que pretenden que votemos por ellos el
próximo 6 de julio comparten la misma escala de valores que la de la
publicidad del Presidente de la República.
Son superfrívolos, huecos y contradictorios, y perder el tiempo con ellos es
eso, perder el tiempo.
¿O qué, a usted no se le hace que fue una auténtica pérdida de tiempo que la
opinión pública nacional haya invertido tantas horas y tantas páginas en un
asunto tan intrascendente como los spots de Vicente Fox de promoción al
voto?
Hasta parece que viviéramos en Suiza o en alguna otra nación altamente
desarrollada del primer mundo donde a falta de preocupaciones o de grandes
temas en la agenda nacional, la gente se tenga que entretener en nimiedades.
Y sí, sí fue intrascendente porque ninguna persona en su sano juicio
cambiaría su selección de partido después de ver a Vicente Fox promoviendo
el voto y porque diga o no diga el señor que votemos, los resultados van a
ser iguales.
Yo a veces me siento con estas elecciones como cuando dos o más planillas
competían por el manejo de la sociedad de alumnos de mi carrera.
Hay mucha música, camisetas, gente bonita y regalitos, pero nada que vaya a
cambiar el destino o el título profesional de los estudiantes, quienes
finalmente van a la universidad a estudiar y no a que les regalen un póster.
De una manera u otra, las prioridades del gobierno de Vicente Fox están
contagiando a las prioridades de los otros gobiernos, de los partidos
políticos y hasta a la vida cotidiana de nuestra nación.
Lentamente nos estamos sumergiendo en un clima de excesiva mercadotecnia,
inexperiencia y de poco liderazgo. Pasa en el gobierno, pero también pasa en
muchas instituciones, empresas y escuelas.
Por eso es tan preocupante lo que sucedió en los últimos días entre el IFE y
el Presidente. Por eso es necesario que comencemos a preguntar hasta dónde
vamos a llegar.
No vaya a ser que mañana, en lugar de exclamar ¡Pobre presidente Fox!
tengamos que decir ¡Pobrecitos de nosotros! ¡Todo nos sale mal!
Álvaro Cueva
|