Publicada
en www.milenio.com el 25 de junio de 2003
La historia en breve - Ciro Gómez Leyva
¿Para qué votar por el PRD?
Jorge Fernández Menéndez dio buenas
razones ayer para votar por México Posible. Fue, a su muy periodística
manera, el intelectual número 64 del manifiesto que sugiere que ni los
políticos más avanzados del PRI, ni Fuerza Ciudadana ni el PRD son hoy
“opciones que revitalicen el debate público, expresen nuevas necesidades y
den cauce a nuestra diversidad”.
Según ellos, llamémoslos el Grupo de los 64, por la atención que pone en los
derechos humanos, los discapacitados, las causas indígenas, el medio
ambiente y la diversidad sexual, México Posible merece el beneficio de la
duda, merece llegar a San Lázaro. ¿Nada más por eso, por una promesa?
Desde su lucidez y escepticismo clásicos, Lorenzo Meyer explica con
plasticidad: “México Posible tiene la belleza del burro. Ya grandecito, el
burro no es particularmente un dechado de belleza. Pero al nacer, cuando se
ve entre desvalido y simpático, es bonito. Sin querer ser ofensivo, México
Posible tiene hoy la belleza del burro. Está recién nacidito y eso lo hace
agradable, porque además tiene un aire de cierta inocencia”.
El manifiesto es un agravio para el PRD, le insinúo a Elena Poniatowska.
“Bueno, yo creo que el PRD se ha retrasado mucho en la defensa de las
mujeres, se ha retrasado mucho también en la defensa de las causas
indígenas”, dice con su entrañable puntería. Es un boquete que le abren al
PRD, le digo a Federico Campbell. “Pues es un boquete que se merece el PRD
por haber descuidado tanto esos flancos”, responde con la economía de
recursos de los que aprendieron a sobrevivir en la hora del lobo.
“Yo sigo esperando que el PRD logre ser ese partido de izquierda”, remata
Lorenzo Meyer sin tantas delicadezas. “Pero lo que estoy viendo es un
partido muy fragmentado, dividido internamente. Creo que el grueso del
electorado no se siente particularmente representado, ni por el PRD ni por
ningún otro partido”.
Quizá mañana otros 64 intelectuales y artistas de esa jerarquía difundan un
manifiesto para que el PRD gane más votos y tenga más diputados. No lo creo.
No los veo. Al contrario, escucho una crítica creciente sobre cómo el PRD ha
desperdiciado las famosas conquistas democráticas, por las que, sin duda,
tanto peleó. Decepción de quienes están hartos de la fraseología
seudonacionalista del PRD. Hartazgo de quienes no se identifican con la
retahíla de lugares comunes que los legisladores perredistas ponen como
barricadas para bloquear el paso de las reformas energética, fiscal,
laboral.
Desilusión, en fin, de quienes hace seis años creían ver el encumbramiento
de una izquierda moderna que hoy se aferra a tabúes arcaicos frente a la
competencia y la inversión extranjera. La izquierda que a la menor
provocación se pone en la primera línea de defensa de un dictador como Fidel
Castro y que no parece estar equipada para ir más allá del cliché en el
intercambio de ideas con y sobre Estados Unidos.
A diferencia del Grupo de los 64, y a pesar del talento y claridad de
Patricia Mercado, de la tenacidad e inteligencia de José Buendía y otros, no
termino de entusiasmarme con México Posible, así tenga la belleza del burro.
Pero el PRD... qué poco atractivo, qué poco emocionante es hoy.
Ciro Gómez Leyva
|