Eso, más que hablarnos de su sentido de la equidad o de su búsqueda de la justicia, lo único que nos dice es que una buena parte de los partidos políticos de esta nación piensa que usted y yo somos poco menos que tarados.

 

No hay otra manera de decirlo. El mensaje entrelíneas de esa gente, además de las ganas de fregar, es que el pueblo de México está formado por millones de personas indecisas e influenciables.

 

Ellos piensan que nosotros, nomás por ver la cara del señor Presidente en la tele, vamos a votar en automático por el Partido Acción Nacional y eso es un insulto.

 

¿Por qué? Porque nos quita a usted y a mí toda capacidad reflexiva.

 

Es más, después de escuchar esas críticas, de lo que más dan ganas es de dejar de votar por esos partidos paranóicos que tan mala imagen tienen de la gente de este país.

 

De veras que se necesitaría ser muy menso para escuchar una declaración como la de que la pobreza está disminuyendo en la República Mexicana y modificar nuestro voto.

 

Los mexicanos ya no nos tragamos esos cuentos. Si nos sabemos pobres y nos dicen que no lo somos, nos atacamos de la risa, no nos sentamos a aplaudirle a quien lo dijo ni mucho menos cambiamos nuestras decisiones electorales.

 

No sé usted, pero yo ya estoy harto de que me subestimen, de que crean que porque Vicente Fox recomienda que tomemos su leche, voy a salir corriendo a la calle con una cubeta en la mano con la esperanza de ponerme de su tamaño.

 

¡Claro que no! Igual, si el señor me dice que los adultos mayores se la pasan bomba en este país y yo veo que los ancianos que me rodean se mueren de hambre y están muy lejos de tener la energía de un chavo de veinte años, no le voy a hacer ninguna fiesta.

 

¿A poco usted, después de ver semejantes sketches indignos hasta de La Chupitos, va a pensar seriamente en votar por el PAN?

Quien crea eso es porque parte del supuesto de que los mexicanos estamos locos y, peor aún, no nos ofrece nada que no sean críticas y debates absurdos.

 

Que si el Presidente se está contradiciendo respecto a lo que dijo durante el sexenio de Ernesto Zedillo.

 

¡Pues claro que sí! Y se seguirá contradiciendo. ¿O qué, ésa es la primera vez que usted escucha que Vicente Fox se muerde la lengua? ¿Ésa es la primera vez que nuestro primer mandatario dice algo raro y polémico?

 

No, y lo seguirá haciendo hasta el 2006. Y si esos inquisidores no se han acostumbrado a escuchar barbaridad y media y a tomarlas así, como barbaridad y media, los que tienen el problema son ellos, no el Presidente.

 

Qué ganas de perder el tiempo en lugar de proponer algo que valga la pena.

 

Si Vicente Fox se quiere seguir choteando haciendo como que le sonríe a los niños, invitando a los chiquillos y las chiquillas a que voten el 6 de julio o afirmando que México es la potencia que el mundo espera, déjenlo.

 

El único que se perjudica es él. Nadie en sus cinco sentidos puede dejar de sentir coraje ante esos spots de radio y televisión.

 

Nadie es tan tonto como para ver esas producciones y salir corriendo a abrazar al vecino de enfrente convencido de que no hay mayor felicidad posible que la que nos está dando el sexenio 2000-2006.

 

Ni siquiera con ese anuncio tan engañoso donde un hombre hace un recuento de un día típico de su vida entre suspiros y contradicciones.

Primero dice que su vida es una rutina, pero luego que no. Al rato que está rodeado de desconocidos, pero luego que todos ellos son como su familia.

 

Y al final, empachado de café con pan porque su salario no le da para más, remata dando gracias porque su vida no puede ser más perfecta.

 

Si la intención de ese spot es que uno termine votando por el PAN, pues qué fracaso porque todavía no conozco a alguien que caiga en esos trucos tan baratos y pueda hacer semejantes asociaciones de ideas.

 

Es como con lo de los sacerdotes. Hay mucha gente preocupada porque los sacerdotes recomienden o no que se vote o que se vote por tal o cual partido.

 

Honestamente, ¿usted votaría por el candidato que le diga su confesor? ¿Usted tiene confesor?

 

¿Por qué habría de ser así si los curas se la pasan diciendo que no debemos usar condón ni otros anticonceptivos y que le debemos de decir no al aborto y, a la hora de los trancazos, un alto porcentaje de los católicos usan condón, otros anticonceptivos y hasta le entran al aborto clandestino?

 

Qué casualidad que las recomendaciones de los párrocos no nos llegan en lo referente a la sexualidad o a otros temas cotidianos como el divorcio, pero que sí nos pegan profundamente cuando se trata de política.

 

Si la mayoría de los mexicanos somos tan vulnerables a las palabras de los sacerdotes, entonces no nos merecemos la democracia que pretendemos ejercer el próximo 6 de julio.

 

Vámonos resignando a seguir viviendo en el siglo XIX y a que se haga lo que digan los curas pese a que ya se supo de los pederastas y lo de otros casos igual de cuestionables.

 

Una cosa es que los mexicanos hagamos pachanga cada vez que viene el Papa y otra que hagamos todo lo que nos dice la Iglesia.

Aquí la principal batalla no es contra Vicente Fox ni contra los sacerdotes ni siquiera contra el abstencionismo como dice Santiago Creel, es contra la cruda moral del 7 de julio.

 

Usted, los medios de comunicación y yo hemos quemado demasiados cartuchos, demasiadas esperanzas y demasiados corajes con las campañas políticas como para que los ganadores nos vayan a salir con pan con lo mismo el próximo día siete.

 

Eso va a ser lo peor, la desilusión de la desilusión, el confirmar que haber salido a votar no sirvió de nada, el volver a presenciar manifestaciones de júbilo que no nos lleven a ninguna parte, el volver a “esta rutina diaria que nunca es la misma”.

 

Gane quien gane, si a partir del primer lunes de julio no pasa nada, malo el cuento. La depresión que ya traíamos después de las elecciones del 2000 no nos la vamos a curar con nada y vamos a llegar arrastrando la cobija al 2006.

 

Y es que los partidos políticos, en el colmo de la ingenuidad, nos han prometido desde créditos hipotecarios hasta sombreros de charro, desde la más alta seguridad pública hasta dinero para los estudiantes de preparatoria.

 

Promesas que nadie se ha tragado, que de cualquier manera no se van a cumplir y que sólo han generado pleitos, críticas y pérdidas de tiempo.

 

¿Cómo cree usted que vayamos a acabar moralmente después de semejante temporada? ¿Cómo?

 

Por eso yo no le veo nada de terrible a que el Presidente esté haciendo sus anuncios de “México pregunta, Fox responde” ni a que don Vicente se esté poniendo a promover el voto entre los mexicanos.

 

Lo que sí se me hace terrible es que los partidos se burlen de nosotros y que nadie piense realmente en lo que va a pasar después de las elecciones. Eso es lo peor.

 

Álvaro Cueva

 

 

 

Lea al invitado anterior

Si quieres incluir una columna o nota en esta sección, envíala a  lavisiondelciudadano@yahoo.com citando la fuente y la publicamos.