NO FUE PEJE, SINO paje: sirvió en bandeja de plata los instrumentos idóneos para que el jefe se alzara con una victoria fundada en la desmesura bucal del denunciante tropical más que en la inexistencia de la con justicia denunciada práctica litigante traficadora de influencias. Pruebas de las transas abogadiles del barbado senador ofreció el demoscópico rey tuerto del país de las cegueras políticas, pero, cumplido el plazo por sí mismo fijado, y a falta de papelitos que hablaran, recurrió a puertas de salida pueriles y descompuestas. Tiró la piedra contra el pecaminoso regenteador del bufete divino y luego ocultó la mano presuntamente justiciera, dejando en el escenario, sonriente y triunfante, al hombre que encarna la fusión inmoral del poder político y la gestión jurídica, al campeón de los arreglos bajo el agua, al negociador de repartos de los que al final siempre le queda la más diamantina parte. TROPIEZO ESTADISTICAMENTE explicable si se toma en cuenta que el presunto ajusticiador del jefe Diego es un opinador matutino a destajo, un desmañanado buscador de espacios periodísticos a como dé lugar, un declarante de lentas destilaciones fonéticas que al exponer diariamente la figura ante los cuernos mediáticos por fuerza ha de ser enganchado de vez en cuando. Si Fox debería volver a la condición relativamente inocua de videopresidente, López Obrador bien haría en regalarse su cuarentena declarativa con corsé comprobatorio cada vez que quiera verdaderamente romperle las vértebras políticas a alguien. PEJE QUE EN SEGUNDO pleito por su boca muere, Andrés Manuel no pudo jalarle nuevamente las barbas al ranchero, litigante, empresario y senador que representa con orgullo a la derecha mexicana. Y, peor aún: aliado circunstancial del foxismo (embedded, si fuera guerra), cómodo nadador de a muertito en las aguas compartidas de las buenas calificaciones de la opinión pública, el jefe del Gobierno capitalino pareció convertirse en uno más de los misiles disparados desde Los Pinos contra quien disputa en lo interno el control político al Presidente. Fuego evidentemente enemigo para que el objetivo militar senatorial no se quejara de disparos internos. Y YA PARA CERRAR EL TEMA: no es López Obrador el ejemplo más pulcro de respeto a las leyes y al estado de derecho. Así sea Diego quien lo diga, es cierto que Andrés Manuel con frecuencia trata de litigar políticamente los asuntos que judicialmente le van siendo desfavorables, y que, en varias ocasiones, ha manifestado desdén y desobediencia hacia mandatos judiciales legítimos, pretendiendo someter resoluciones jurídicas legítimas a sus interpretaciones políticas personales. El paje lagarto: del "¿y yo por qué?" foxista, a la variación macuspanense del "¿por qué lo tengo que decir yo?"; de la apertura de polémicas con emplazamientos formales, a la evasión de hippismo desfasado con el "Amor y paz, amor y paz"; de la rudeza denunciante original al endosamiento de la carga indagadora a los periodistas por ser "mirones profesionales".
|
Si quieres incluir una columna o nota en esta sección, envíala a lavisiondelciudadano@yahoo.com citando la fuente y la publicamos.