El senador Manuel
Bartlett Díaz –ex secretario de gobernación, ex gobernador de Puebla, ex
precandidato del PRI a la Presidencia de la República--, habitualmente
lúcido y casi siempre certero a la hora de argumentar, se estrenó ayer
como médico en la especialidad de columnas vertebrales y se fue como
suicida fedayín contra la decisión del presidente Vicente Fox, de
someterse a la intervención quirúrgica de la que ya convalece.
Bartlett platicó ayer en Formato 21 con el conductor Carlos González y
reveló que su foxipanifobia le azolva los conductos de la comprensión y la
piedad.
El presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales en el Senado
considera un “absurdo” el hecho de que, en medio de una efervescencia
internacional por la guerra que se cierne sobre Irak, Fox decidiera
operarse “porque le duele la pierna”.
Para él, “es insólito” lo que ocurrió: “Estábamos en una crisis mundial,
en una situación crítica”. El gobierno de George W. Bush –esgrimió--
“presiona por todos lados”... y al presidente de México se le ocurre
atender el problema de su hernia en la región lumbar.
La decisión que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está “por
tomarse en cualquier momento; podría haber sido hoy”, exageró.
“México está presionado, lo vemos todos los días amenazado de que van a
ejercerse represalias, con los empresarios muertos de miedo pidiendo que
nos entreguemos y votemos lo que quiere el gobierno de Estados Unidos”,
dice Bartlett.
Y aquí es cuando el senador pierde el equilibrio:
“En medio de esas presiones y claras presiones evidentes (Fox) decide
operarse de la columna porque le duele la pierna. Parece verdaderamente
absurdo...”.
Qué bueno que a Manuel Bartlett –el más apto de los cuatro priistas que
contendieron por la candidatura presidencial en 2000-- no le doliera “la
pierna”, la muela, la cabeza o la columna vertebral mientras hablaba con
Carlos González porque, según su propia lógica, era mucho más importante
el tema de la guerra que tanto le preocupa.
Sañoso, Bartlett aplicó una dosis extra de sevicia:
“Aunque el doctor, que es el que sabe, dijo que le dolía mucho, que había
que operarlo, son operaciones que se pueden programar con toda
tranquilidad aunque te duela la pierna. Ya afortunadamente el Presidente
despertó, ya está en su cama, según dice él, hablando con todo su
gabinete, pero se tomó una decisión verdaderamente insólita”.
Que se debata el vacío de poder constitucional que se creó porque el
Presidente estuvo sedado tres o cuatro horas, vale. Pero cuestionar el
momento en que decidió que Fox decidió se le hojalateara el tronco óseo
que conecta el cráneo con las piernas, es algo a que nadie tiene derecho.
Faltaba menos: el dolor es de quien lo padece.
Se pasó de lengua uno de los políticos con mejores neuronas y el mejor ex
gobernador que ha tenido Puebla.
Qué bueno que a Fox no se le “ocurrió” morirse o algo por el estilo,
porque correría el riesgo de que se le sometiera a un juicio político.