Ojo por Ojo-Álvaro Cueva
Berrinche presidencial

 

Pobrecito Vicente Fox. Yo supongo que tiene al enemigo en casa o que sus asesores están recibiendo una lana de la oposición por debajo del agua, porque cada vez que abre la boca le va tan mal que lo único que cualquier mexicano puede sentir por él es lástima.

¿A dónde se fue aquel hombre tan carismático, simpático y admirable que nos conquistó camino a las elecciones del año 2000?

El numerito del jueves pasado fue de no creerse tanto en su forma como en su fondo.

¿Qué pasó? Que alguien le calentó la cabeza al Presidente de la República respecto al presupuesto de 2005 y que éste, con la cara de señora a la que le acaban de pedir el divorcio y los ojos rojos de la ira, interrumpió el flujo natural de la televisión de todo el país para darle un mensaje a la nación.

¿Cuál? Que los diputados son malos, que el Congreso es irresponsable, que la oposición está bloqueando el progreso de México, que vivimos en un parlamentarismo irreflexivo y que “vas a ver con mi mamá”.

No sé usted, pero llegó un momento en que yo ya no sabía si estaba oyendo a Niurka quejándose de Juan Osorio, a Andrés Puentes intrigando contra Tatiana o al hombre que ganó las elecciones hace cuatro años.

¿Qué fue lo que pasó ahí? ¿Por qué nadie le dijo a Vicente Fox que se tomara un té de tila y enfriara la cabeza antes de hacer el más mínimo comentario?

¡Caray! ¿Por qué diablos nadie le puso unas gotitas de colirio para que no saliera con los ojos de pacheco? Eso es de clase uno de taller de televisión para kínder.

Ningún Presidente de ninguna nación democrática puede salir al aire en cadena nacional con semejante aspecto, con semejante tono ni con semejantes expresiones, a menos que haya empezado una guerra atómica o que el país esté ardiendo en llamas.

Mucho menos para decir cosas que no son o para hablar mal de otros.

¿Se imagina usted a George W. Bush apareciendo en la televisión de Estados Unidos gimoteando porque no lo dejan chambear y diciendo barbaridades como que las decisiones del Congreso son incongruentes?
El Poder Ejecutivo siempre debe de estar por encima de cualquier tarugada de verdulera barata.

Un Presidente siempre debe de ser un hombre informado, ecuánime, conciliador e inteligente, no una caricatura masculina de Paquita la del Barrio.

De lo contrario queda como quedó Vicente Fox la noche del jueves, cuando poco faltó para que los legisladores, con papeles en la mano, pidieran su destitución por demencia senil.

Además, claro, de que ese mensaje televisivo puede ser interpretado como una invitación a las armas y a crear pánico colectivo, lo cual es delicadísimo a nivel de leyes y medios de comunicación.

A lo mejor Vicente Fox no se dio cuenta, pero su discurso del 18 de noviembre va a formar parte de esa larga lista de ridículos por los que la historia lo condenará en el futuro.

Como la vergüenza de no haber podido construir un vil aeropuerto de verdad para la Ciudad de México con tal de tener contento a un puñado de malos campesinos, que hasta el día de hoy no le han dado ni un triste elote de satisfacción a la nación.

Pobrecito Vicente Fox. ¿Vio usted cómo se lo pusieron los legisladores al día siguiente de su discurso? ¿Notó usted la manera cómo, con bases, cada uno de los argumentos del Ejecutivo fue desechado por los especialistas hasta hacerlos parecer un vil berrinche presidencial?

Aquí se pueden formular 25 mil preguntas diferentes, desde quién es el que manda en este país hasta qué se puede esperar de un Presidente que no tiene control ni de su presupuesto, pasando por las fechas, la intervención de Santiago Creel y las disculpas públicas que alguien le tiene que ofrecer al Congreso.

Pero yo lo único que quisiera saber es por qué a nuestro querido señor Presidente se le ocurrió anunciar así, solito, en televisión, algo tan raro y ajeno a lo que los televidentes pudieran asimilar y manejar, como que iba a impugnar jurídicamente el presupuesto de 2005.

¿Usted cree que la señora que iba a ver “Mujer de madera” a esa hora sabe qué significa eso de impugnar?

¿Usted supone que los chavitos que iban a ver a Robbie Williams con Omar Chaparro tienen las herramientas para digerir cómo se marca un presupuesto de esa magnitud?

¿Por qué buscar la complicidad del pueblo de México a través de la televisión y no acudir a las instancias legales? ¿No se supone que el primero que debería cuidar y respetar las formas es el Presidente? ¿Entonces?

¿Sabe usted lo que significa que el mismísimo Presidente de México esté acudiendo a los medios de comunicación y no a los tribunales esperando que así, y sólo así, se llegue a una correcta impartición de la justicia?

Es una bomba que justifica ocho meses de videoescándalos, es un cañonazo que invita a cualquier político a hacer la acusación que quiera, con pruebas o sin pruebas, a través de la pantalla. Es un insulto para el Poder Judicial. Punto.

¿Qué esperaba Vicente Fox que ocurriera después de su denuncia? ¿Que todo el mundo reaccionara sin conectar el cerebro? ¿Que el pueblo de México se manifestara afuera de la Cámara de Diputados?

¿Que las agrupaciones civiles convocaran a una huelga nacional con tal de defender la Enciclomedia? ¿Que los legisladores se arrepintieran y le autorizaran todo lo que pidiera con tal de que dejara de quemarlos en público?

¿Qué creyeron él y sus asesores, en su infinita ingenuidad, que iba a pasar y que no pasó? ¿Qué?

Talk show con talk show se paga y más se tardó Vicente Fox en darle una mala entrevista a Joaquín López Dóriga que los legisladores y la prensa en darle una paliza de antología.

Yo escuché frases que iban desde que no existe la figura de la impugnación legal en estos casos, hasta que el Presidente estaba enojado porque lo que el Congreso no le autorizó fue el presupuesto para los proyectos personales de su esposa. Pasando, por supuesto, por sus exageraciones, malas cuentas, paranoias y malas interpretaciones.

Pobrecito Vicente Fox. Le está yendo muy mal y la culpa no es de la oposición. La culpa es suya. ¡Pobrecito!

 

 

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