Entre las mentiras y la avaricia. Cuando quiero explicar lo que es la fe, siempre me viene a la cabeza la película mexicana “El héroe desconocido”, escrita por Miguel Alemán Velasco – eso si no me lo creo -. La trama cuenta que un pueblo bastante pequeño y sus pobladores, que nunca han logrado algo significativo comienza a verse motivado ante la idea falsa que les vende un vival - interpretado por Rafael Inclán -, de que en ese pueblo vivió un héroe revolucionario y antepasado directo del personaje de Inclán, logrando motivarse y progresar bajo esa creencia, luego entonces, el famoso héroe si existe, no obstante que sea producto de la imaginación. Esto viene al caso por la próxima visita papal, la beatificación de Juan Diego y el abuso tremendo de la iglesia católica. Ya se sabe que la famosa aparición de la virgen de Guadalupe es una hermosa leyenda y nada más, que es una copia de otra leyenda existente en España, que el famoso ayate de Juan Diego presenta una pintura realizada por manos humanas y no una imagen estampada por obra milagrosa alguna y que por tanto el indio tampoco existió, sin embargo, los representantes de la iglesia católica mexicana se las ingeniaron para lograr que se aprobara el convertir a Juan Diego en santo. Hoy la comercialización y el abuso económico que la iglesia realiza a este respecto han sobrepasado por mucho los límites de la decencia que esta institución debería tener. Primero tenemos que observar la “imagen oficial” – así, “oficial” – de Juan Diego. Ya no se trata de un indígena. Ahora resulta que la persona a quien se le apareció la Guadalupana es alto, blanco, bien peinado, con la barba arreglada cual salido de una estética y que en mucho me recuerda a las imágenes que desde siempre le enseñan a los alumnos para identificar a personajes como Hernán Cortés. También se vende la “oración oficial” - ¡Sí! ¡¡Oración oficial!! – que no se como demonios – válgase la blasfemia –se hace y se “oficializa” una oración. ¿O sea que si yo le hago mi propia oración no se vale? Digo, porque sería una oración “pirata”, por llamarle de alguna manera al no ser la “oficial”. Pero esto es solo el principio. Existen otros bonitos artículos para aquellos que quieren mantener su fe a la moda, no vaya a ser que estén apoyándose en beatos o santos o imágenes de estos que ya están descontinuadas o que no tienen el visto bueno de Dios:
Todos estos productos con precios que van desde los 400 y hasta más de 5000 pesos. Eso sí, al comprador se le entrega un “certificado de autenticidad” que incluye un agradecimiento por comprar únicamente “los productos oficiales” que tienen el visto bueno de la iglesia católica mexicana – o sea, di ¡no! a la piratería -, además de que no señalan a que se destinarán estos ingresos – aunque sé que Norberto Rivera y Onésimo Cepeda viajan cada rato a Roma -. Por si esto no fuera suficiente, la iglesia del Cerrito en Cuautitlán alega que en los sótanos de la parroquia se encuentra la verdadera, la real, la original, la única… ¡Casa de Juan Diego con todo y algunos accesorios utilizados por el indígena! ¡¿De que carambas están hablando?! A lo mejor soy demasiado estúpido, así que mucho agradeceré que alguien me explique como, de buenas a primeras, descubrieron hasta ahora un lugar que siempre debió haber sido del dominio público – dada la enorme fe católica del pueblo mexicano -. ¿Cómo se pudieron enterar que Juan Diego vivió ahí? ¿Se los contó algún vecino descendiente de algún vecino del indio? El párroco del lugar, Manuel Martínez, ya está realizando la solicitud de donaciones a los fieles para reunir ¡¡Siete millones de pesos para restauración de este “histórico monumento”!! El señor pretende “envitrinar” los muros de adobe de la “vivienda” porque la gente que lo visita arranca pedazos del mismo para llevárselos como objeto de fe o…¡¡Comérselos!! Esto no puede ser, parece que estamos en la edad media, porque una cosa es la fe y otra lo que se está llevando a cabo, o será que no me he dado cuenta de que no tenemos lógica ni sentido común. No cabe duda de que las creencias religiosas de la gente siguen siendo la mejor arma que existe para la manipulación y el enriquecimiento. La fe es algo personal, cada persona puede creer en lo que le plazca, siempre y cuando le sea benéfico para su vida, que lo motive a salir adelante y a ser mejor, pero no debe llevar al creyente a un abismo en donde solamente sirva para mantener funcionando un gran negocio. Dicen que la justicia es ciega, pero más bien me parece tuerta si la comparamos con la fe religiosa, que de acuerdo a lo que está sucediendo, deja a los creyentes en tal condición que ni una manada de lazarillos los podría sacar adelante. Por cierto… ¿Qué es lo que dicen que Jesús hizo cuando encontró a los mercaderes en el templo? ¿Alguien lo recuerda? Claro que este solamente es mi punto de vista. |