Hace ya dos años...
Dos años hace ya que Vicente Fox - que no el PAN - logró convencer a las mayorías de ser la mejor opción y motivó a los ciudadanos a votar en grado tal que el viejo régimen fue incapaz de evitar su derrota en las urnas, una derrota clara y contundente, un resultado que por lo mismo se convirtió en inapelable, que no dejó mas opción al PRI y sus militantes que aceptar su primera derrota electoral en más de 70 años en lo que a elección presidencial se refiere. Hoy, a dos años de estos acontecimientos, pasada ya la cruda de la victoria y la celebración de un momento a todas luces históricos, del primer año "de aprendizaje", mucha gente comienza a quejarse de que los cambios en el país no marchan a la velocidad esperada y prometida, cuestionándose inclusive ¿Cual cambio? ¿Realmente se generó un cambio en México o solamente se pasó la estafeta como cada 6 años se hacía? Ciertamente Vicente Fox no ha resultado el Presidente que México esperaba y no parece que pueda lograr la mayor parte de sus promesas de campaña. Es una persona con entusiasmo pero que carece de experiencia política – pregúntenle a los priístas yucatecos del pasado viernes -. Una cruz que viene cargando desde que inició su camino a Los Pinos es el haber ocupado una dirección en la compañía Coca-Cola, lo que no me parece justo, porque una empresa de esa magnitud no coloca en esas posiciones a cualquier persona, sino a alguien de capacidad probada y las personas que trabajan en una empresa privada de ese tamaño lo saben muy bien. Nadie podrá negar que si bien él es el líder del país no ha dejado de tener mala suerte, simplemente recordemos que Estados Unidos no había tenido una recesión importante en veinte años y sin embargo en el primer año de gobierno se presenta. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 son otro factor que vino a romper cualquier avance en materia de protección a los emigrantes. Su inexperiencia en la negociación con otros partidos ha propiciado el bloqueo sistemático a muchas de sus propuestas de reformas en ambas cámaras del poder legislativo. Ha mostrado ser una persona de arranques, de exabruptos, con cierta desorganización que lo hace constantemente contradecir lo que pocos días antes afirmó o negó. La comunicación en su gabinete tampoco es la mejor, habiéndose presentado ya diversos roces entre los integrantes del mismo y mucha fuga de información en las diferentes dependencias. Trata de mantener su buena imagen pública y su popularidad manejando términos que disfracen las diversas situaciones que atraviesa el país – por ejemplo le llama “atorón” a una recesión – y disfraza cifras para evitar que el impacto social sea muy duro. Se ha mostrado demasiado tolerante – como ocurre con casi todos los actuales mandatarios estatales y el jefe de gobierno capitalino – al resistirse a aplicar la ley a los infractores – sobre todo en las marchas y manifestaciones – para evitar ser considerado represor. Es muy frívolo en su comportamiento y prefiere hablar sin saber antes que preguntar. Pero el Presidente no ha estado solo, sino que ha sido correspondido y con creces por una Legislatura – y no es una campaña - que pasará a la historia como la menos productiva desde hace muchos años, inmadura, cerrada, ególatra, caprichosa, chantajista, ignorante, demagoga y que ha demostrado que lo mejor para ellos es obstaculizar el trabajo de gobierno si con esto sus partidos obtienen un beneficio, no importa que el país resulte afectado, lo importante es que ellos se posicionen en el candelero político de México. ¿Entonces no ha habido cambios? Definitivamente sí. Se han llevado a cabo aprehensiones y desmantelamiento de importantes bandas de secuestradores y narcotraficantes, se ha iniciado un proceso de justicia que ha mostrado que los “intocables” podrían desaparecer, que no importa si se es policía, militar, diputado, senador o gobernador, si se comprueba que una persona es participe de un delito la justicia podría alcanzarlo – reacuérdese a Mario Villanueva y al ex Alcalde de Tultitlán -, aunque me parece que el mas notorio de estos es la libertad de la que se goza, la libertad de la que se ha llegado al abuso por parte de partidos políticos, medios de comunicación de todo tipo y de la ciudadanía en general. Hoy se puede criticar – e inclusive agredir - a la institución presidencial sin temer a sufrir una “desaparición” forzada, se permite la libre manifestación – ¿o no, “maestros” de la CNTE - y el derecho de reunión sin ningún problema. No hay que olvidar también que tenemos una situación económica estable. Los actuales secretarios de estado han exhibido su inexperiencia, pero hasta el momento no han mostrado mala intención en sus funciones, sea enriquecimiento o prebendas personales como en el pasado. Recuerdo las palabras de Vicente Fox hace dos años, en donde exigió al pueblo el compromiso de exigirle si las cosas no marchaban como debiesen y ese es el compromiso que tenemos como pueblo, exigir que se haga todo lo que se pueda hasta el límite de las posibilidades, pero tampoco se pueden pedir imposibles y de eso debemos estar concientes. ¿Qué prometió demasiado en su campaña? Creo que todos los candidatos lo hicieron. El PRI lo hizo mecánicamente durante décadas, Cuauhtemoc Cárdenas prometió reducir significativamente los índices de delincuencia dentro de los primeros 100 días de su gobierno en la capital a sabiendas de que era prácticamente imposible – y los votantes también lo sabíamos -. Es política, un juego donde desgraciadamente la mentira es un recurso muy usado y recuerdese que para jugarlo se requiere de dos personas, uno que mienta y otro que crea. Sigo pensando como hace dos años, que si bien no era el candidato ideal, si era el menos malo de los tres grandes y sigo convencido de que con cualquiera de ellos – Labastida o Cárdenas – las situación sería peor. No se puede apostar al error del Presidente para que otro partido logre ventajas electorales a futuro. Tenemos que ubicar la posibilidades reales para exigir de manera justa, para reclamar los errores y la falta de avance, para demandar que se cumpla con lo prometido, sin pedir imposibles – aunque lo hayan prometido, porque eso son, “imposibles” – y sin dejarse llevar por las críticas injustificadas; antes teníamos un Presidente omnipotente, todopoderoso, infalible, un ser perfecto, hoy tenemos un Presidente humano, con defectos, errores y equivocaciones y vivimos una situación diferente a la habitual, en la que este personaje, si no funciona, será removido con su equipo del poder mediante el voto; hoy esta opción es real. Espero que esto mejore en los cuatro años que quedan, hay que exigirlo. Este es mi personal punto de vista.
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