La Visión de Hoy

Habráse visto.

El Congreso  de la Unión vuelve a dar la nota, en esta ocasión con el anuncio de que los ocho partidos representados en la Cámara de Diputados cierran filas para defender la libertad de expresión y defenderse de los “embates” de que han sido victimas por parte del Poder Ejecutivo, además de exigir respeto a su investidura.

Sí, se trata de la misma Cámara de Diputados en la que constantemente hay inasistencia de sus integrantes, la misma Cámara de Diputados que criticó al Presidente Vicente Fox de ser un autoritario por no aceptar las críticas, la misma Cámara de Diputados que constantemente se faltan con calificativos despectivos y ofensivos y que también le comparten frecuentemente al Ejecutivo.

Desde que yo recuerdo, nuestros diputados y senadores han tenido fama de irresponsables, faltistas, oportunistas y levantadedos, de hecho, hace algunos años que el Congreso de la Unión dejó de ser un parapeto; durante muchas décadas el PRI gobernó este país como le vino en gana y si bien el Presidente en turno debía mandar alguna iniciativa de ley para que el Poder Legislativo la analizara, este procedimiento no dejaba de ser un mero trámite, ya que la enorme mayoría de representantes priístas aprobaba todo en tiempo record después de haber hecho una revisión prácticamente nula.  Son clásicas las imágenes que aparecen con periodicidad en los medios mostrando a nuestros representantes platicando, durmiendo o cuando peor, muestran enormes vacíos en el salón de trabajos.

Muchos de estos representantes son de auténtica elección popular (no obstante que los electores los eligen porque se les da la boleta junto a la de elección principal, porque en su mayoría no se les conoce y se termina votando por el partido), sin embargo, existen los elegidos por representación proporcional, los cuales son designados por cada uno de los partidos conforme al porcentaje obtenido en la elección correspondiente, lo curioso es que son ellos los que generalmente terminan siendo los lideres de las fracciones.

La actual Cámara de Diputados parece estar mareada de poder.  Discuten los asuntos de acuerdo a la importancia que tienen de acuerdo a su particular punto de vista, por ejemplo, era más importante el águila mocha que la reforma fiscal; La semana pasada, Oscar Levín, conciente de su alta responsabilidad, dijo que la reforma fiscal se discutiría en cuanto dejarán de presionarlos desde el Ejecutivo y que si seguían dando lata, esta discusión se iba hasta marzo.

Defienden la libertad de expresión, libertad que cada vez más ejercen hasta el punto del libertinaje y la constante falta de respeto; gente como Félix Salgado Macedonio, Martí Batrés y otros perredistas constantemente atacan desde la figura presidencial y hacia abajo a todo lo que se mueva, con calificativos tales como “deslenguado”, “ignorante”, “arbitrario”, “incapaz”, “represor”, “enfermo de poder”, “aspirante a emperador”, etc.  Los priístas durantes sus dichos critican la forma en que el gobierno actual y sus funcionarios manejan y deciden en sus diversas áreas, hablan con la seguridad de que ellos pueden hacerlo mejor, pensando quizás que la población carece de memoria y no recuerda su (la de ellos sí) probada incapacidad de evitar el hundimiento de la economía del país y de cada mexicano, además de que todos sus funcionarios eran los mismos cada sexenio y, en caso de que llegara una cara nueva, esta se hinchaba de billetes en poco tiempo.  Los panistas, mientras tanto, tratan de defender su gestión y caen con frecuencia en los mismos niveles de discusión que sus rivales políticos.

Los diputados deberían defender las causas sociales con la ley en la mano, sin embargo, es común observar a estos funcionarios encabezando movimientos “sociales” en marchas y mítines, como si no existieran canales apropiados para llevar sus quejas, aunque claro, esto no da el mismo lucimiento.  Son ellos mismos los que le faltan al respeto a su envestidura.

Ahora se quejan de las presiones que reciben para aprobar la reforma fiscal y de que en este fin se basan las presiones que los medios están ejerciendo por orden de ejecutivo (eso dicen).  El Presidente Fox se quejó el pasado sábado de las críticas y la población política en general afirmaba que debía aceptar las críticas, así que resulta curioso que ahora ellos se quejen de que los critican, críticas que además están sustentadas. ¿Realmente se puede pensar que un diputado desquita su insultante paga al pasar a tribuna a discutir trivialidades, a jugar a ser irónico y sarcástico, al hacernos creer que algo que no han analizado en meses termina siendo aprobado en una semana?  Creo que no, y si a eso le agregamos que no le rinden cuentas a nadie (ya se dijo Beatriz Paredes a Vicente Fox, el Presidente de México no le rinde al pueblo, le rinde al Congreso), los señores saben que pueden hacer y deshacer, definir la importancia de los pendientes y discutir las propuestas de reforma hasta que ellos lo consideren necesario.

Hace falta que en este país se defina un método para verificar que el Congreso realmente hace su trabajo, que informen los avances (si los hubo) o las causas que estos se dieran en la elaboración de reformas y si el Presidente rinde cuentas ante el Congreso, es necesario que el Congreso rinda cuentas ante alguna instancia que bien podría ser el pueblo de México, si es que esto no los ofende demasiado.

Por cierto, nadie les pide que aprueben la reforma fiscal tal cual, pero por si no les queda claro, es prioritario contar con una reforma fiscal, sea la versión original o la que ellos propongan, pero no se vale que la economía del país se tambalee porque no existe una definición en esta materia; por si no saben de economía (que con su paga me imagino que no es algo prioritario en su vida), es un tema prioritario en realidad, no bajo un determinado punto de vista.

Aunque como siempre, este es solamente mi particular opinión.