La Visión de Hoy

El pasado fin de semana el gobierno capitalino encabezado por Andrés Manuel López Obrador realizó la tan anunciada encuesta para decidir con base en la opinión de la población capitalina si el costo del boleto del metro se incrementaba 50 centavos o se mantenía en su costo actual, en lo que se podía haber anunciado como crónica de un fracaso anunciado. ¿Porqué de esta opinión? Veamos.

Hasta donde yo sé, la función de un gobierno es gobernar.  Gobernar es, de acuerdo al diccionario: 1 tr. Dirigir, conducir/2 Regir la cosa pública, mandar/3 Manejar, dominar/4 Controlar, regular/5 vulg. Componer, arreglar/6 intr. Obedecer el buque al timón/7 prnl. Guiarse, regirse según una norma o regla.  Como se puede observar, en ningún caso se aplica que el gobernar implique hacer encuestas, consultas públicas o plebiscitos para tomar decisiones, al contrario, la elección de un gobernante se hace para que él tome el rumbo correcto en base a su criterio, capacidad, experiencia e inteligencia.  Podríamos ejemplificar el caso de un barco.  El capitán sabe que tiene que llegar a puerto en determinado tiempo y con la carga y tripulación completa y en perfectas condiciones, él sabe la ruta de navegación, tiene que decidir cual es la ruta más segura si hay tormenta, qué se hace si el barco se daña o como recuperar tiempo si hay retrasos en el camino.  El capitán no consulta a los marinos de las calderas, a los meseros del comedor o a los trabajadores de la bodega o peor aún, a los pasajeros acerca de la conducción del barco; cada una de estas personas que van en el barco tienen una función específica que debe cumplir sin preocuparse por la conducción del barco y la obligación del capitán es tomar decisiones para poder cumplir su ruta.  Imagínese que el capitán consultara con algún pasajero si acelera la velocidad o si rodean un islote, si pone más combustible o si aceita los engranes de la maquinaria; inmediatamente surge la desconfianza porque el encargado del barco parece no saber como conducirlo.  Eso es lo que demuestra el jefe de gobierno.

En su anterior ejercicio el jefe de gobierno salió bastante mal, ya que consultando sobre la aplicación o no del horario de verano, la participación fue mínima (5 % del total de capitalinos), sin embargo, López Obrador le dio validez y afirmó que la ciudadanía no quería el horario de verano, presentó su protesta contra el mismo y se jactó de gobernar con sus ciudadanos, afirmación que fue prácticamente una burla, dada la poca participación.  Por si eso fuera poco, en este nuevo experimento el resultado fue todavía peor, participando ahora menos del 1 % de los capitalinos. ¡Menos del 1 %!  ¿Qué validez puede tener este ejercicio?  ¡Ninguna!  No representa a nadie, sin embargo, el jefe de gobierno ha declarado que aceptará la decisión de la población capitalina (¡el 1 % representa a toda población capitalina!) que es...¡Que se incremente el precio del trasporte público!

Esto estaba más arreglado que las luchas gringas.  ¿Conoce usted algún lugar del mundo en donde la gente esté de acuerdo conque se le aumente algún servicio?  Ya lo conoce: El Distrito Federal.  La realidad es que siempre se supo que el precio del boleto aumentaría.  De hecho el anuncio del aumento fue eso, un anuncio de aumento, pero al ver las críticas el jefe de gobierno se desdijo y prefirió anunciar una consulta, no muy confiable, porque ahora resulta que el presupuesto para el Distrito Federal entregado hace algunas semanas contemplaba ya un costo del boleto del transporte público de 2 pesos, cuando lo lógico es que si lo iba a someter a consulta, el precio que se debió haber manejado es de 1.50.  Entonces ¿estuvo arreglada o no?

Los gobernantes deben pagar un costo político al tomar una decisión que no es popular, como es el aumento en el costo de los servicios.  López Obrador no quiere pagar ese costo al tomar decisiones necesarias, como indudablemente necesario es el aumento al transporte, así que lo más fácil es dejar la decisión en la población, aunque el resultado ya se haya determinado.  El jefe de gobierno, aunque no le guste, trata de ganarse a la gente con posiciones populistas (aunque no le guste el término al señor) como la consulta del horario de verano, el subsidio a la leche, el bono a las personas mayores (muy loable, pero económicamente insostenible), la consulta del aumento al costo transporte público y ahora su apoyo a la no-construcción del nuevo aeropuerto (que no se pretende construir en el D.F.); el hombre busca posicionarse como candidato presidencial desde ahora sin resolver los problemas de fondo.  Problemas como la inseguridad, el ambulantaje, la falta de limpieza en las calles, mala calidad en los servicios en general, el tráfico, la corrupción policíaca y la incapacidad de funcionarios como Dolores Padierna y Leonel Godoy siguen ahí, tan firmes como siempre, atacados únicamente con cifras y declaraciones que de manera alguna se ha molestado en comprobar.

Como cierre de esta columna, a continuación encontrarán las declaraciones que el jefe gobierno ha realizado con respecto a esta última consulta.

“Sostengo que sin participación no hay democracia”.

“La gente tiene siempre la esperanza de vivir en mejores condiciones, cuenta con ese derecho de la alegría”.

“Nosotros, sin engañar a nadie, dijimos desde la campaña que la preferencia la tendrían los humildes de esta ciudad. Se manejó el lema ‘Por el bien de todos, primero los pobres’, y eso es lo que estamos haciendo”.

“No nos molesta que haya cuestionamientos y críticas. Nos acusan de paternalistas y populistas y, en efecto, ha habido paternalismo de derecha en beneficio de unos cuantos. Nada más para pagar los intereses del Fobaproa se han destinado 50 mil millones de pesos anuales –apuntó– y por eso no aceptamos que el respaldo a los pobres de la capital lo estén etiquetando”.

“Mi gobierno tiene cabeza, corazón y carácter”.

Sí, el hombre volvió a mencionar al Fobaproa.  Sí, el hombre no se ha dado cuenta de que un buen gobernante gobierna para todos y no solo para algunos grupos.  Sí, el hombre tiene frases muy cursis.  Sí, el hombre es el jefe de gobierno del Distrito Federal en México.  Sí, pobres capitalinos.  ¡A exigirle seriedad pues!

Pero como siempre, este es solamente mi particular punto de vista.