La Visión de Hoy

¿Cuándo será el juicio a nuestro pasado?

Cuando comentaba ayer sobre la señora Rosario Ibarra de Piedra, quien treinta años después aún busca a su hijo desaparecido en actos represivos de gobiernos anteriores, recordaba también que el presidente Vicente Fox prometió al inicio de su gobierno que no habría intocables y que los que hubiesen delinquido en el pasado serían juzgados.  A la fecha no he visto que se realice investigación alguna sobre nefastos acontecimientos que han ocurrido en las últimas tres décadas (que son las que me han tocado vivir) y menos aún, que personajes poco celebres, protagonistas de la historia negra del país, se preocupen un poquito.

Comienzo a repasar hechos y lo primero que me viene a la memoria es la masacre de Tlateloco, cuando siendo la tarde del 2 de octubre de 1968, el ejercito irrumpió un mitin estudiantil en el que también se encontraban mujeres, niños y ciudadanos comunes y corrientes.  Que si fue una bengala, que si hubo infiltrados y francotiradores, el caso es que las fuerzas armadas comenzaron el ataque disparando contra lo que se moviera en la plaza y los edificios.  De acuerdo con las evidencias y testimoniales que poco a poco han salido a la luz pública, el gobierno federal fue el responsable de este crimen masivo.  El tiempo también ha señalado a un responsable: Luis Echeverría Alvarez, quien sería premiado por mantener “la estabilidad” del país y el tranquilo desarrollo de los Juegos Olímpicos que se desarrollarían pocos días después, con el “dedazo” que lo llevaría a la presidencia.  Se hizo responsable de los hechos al regente Corona del Rosal y al presidente de la república, Gustavo Díaz Ordaz,, pero se dice que la orden vino directamente de Echeverría, en aquel entonces Secretario de Gobernación.

Durante el sexenio de José López Portillo se crearon muchos monstruos de leyenda que se hicieron al amparo del poder, tan solo recordemos a Arturo “el negro” Durazo y a Francisco Sahagun Baca, personajes sin ninguna preparación y llenos de prepotencia que cometieron crímenes hasta que se cansaron (¿o ya se les olvidó la masacre del río Tula?), aunque si de prepotencia hablamos, que decir de la esposa, hijos y hermanos del entonces primer mandatario, quienes se enriquecieron de manera ostentosa e insultante para el pueblo de México; algo parecido sucedió con la familia de Carlos Salinas de Gortari, que aunque no era propiamente humilde, saquearon al país de forma tal que lo quebraron.  Por cierto, durante el sexenio de Salinas comenzó la moda de asesinatos políticos al estilo de la “cosa nostra” (ninguno solucionado claramente) y ahora al “hermano incomodo” casi le pedimos perdón por meterlo a la cárcel.

Pero no solamente en el poder federal tenemos ejemplos, también en el ámbito estatal.  Un buen ejemplo fue Cosio Vidaurri, gobernador de Jalisco que sufrió las consecuencias de la explosión del Sector Reforma o bien Rubén Figueroa, gobernador de Guerrero cuando ocurrió la masacre de Aguas Blancas.  La historia de los terrenos que Cuauhtemoc Cárdenas “regalo” a su madre en Michoacán también es clásica.  Oscar Espinosa es quizás el mejor ejemplo, porque al menos en el ámbito popular se sabe que el hombre no tenía el menor empacho en enriquecerse de cualquier manera, adelantando el reemplacamiento de transporte público, el cambio de nombre y logotipo de estaciones del metro y los permisos indiscriminados para el ambulantaje.

Entre los legisladores existen gentes como Manuel Bartlett (a quien se le cayó el sistema), Félix Salgado (que aprovecho su charola para escandalizar y alcoholizado agredir a policías “que lo embriagaron y torturaron”) o  Jorge Emilio González (que también aprovecho para pelear en un antro en que, contra lo que afirmaron testigos, “fue agredido”).

Los delitos (en mayor o menor escala se viola la ley) antes mencionados han quedado en anécdotas y como estos, existen miles en la historia de México, hechos que no obstante el descaro (cuando murió Durazo, su familia quería recuperar los bienes que les fueron expropiados por el gobierno, porque aquél las había “comprado” y eran de él) y evidencia de ser hechos ilícitos, no han sido castigados, cuando mucho, se les ha inhabilitado, o sea, se evita que presten sus servicios a la ciudadanía. Buen negocio, ¿no?  Solo hay que procurar enriquecerse lo suficiente para no sufrir en lo que se puede agarrar hueso otra vez.. 

Es necesario instrumentar nuevas leyes que nos permitan enjuiciar y castigar en su caso, a los personajes que han perjudicado al país, que se han aprovechado de sus puestos públicos y que a lo largo de la historia convirtieron a México en un botín con el que se beneficiaron ellos, sus familias y colaboradores.  El dinero mal habido debe regresar al país, al igual que los bienes que se compruebe que no se adquirieron de manera clara y honesta.  Este gobierno tiene que cumplir sus compromisos y se lo debemos exigir, el pasado no debe quedar impune, trátese de quien se trate.  El legislativo deberá hacer también un examen de conciencia y acabar de una buena vez con la figura del fuero, la famosa charola que les permite hacer y deshacer sin rendir cuentas a nadie (como se les ha hecho costumbre) y vivir como ciudadanos responsables.  La ley debe ser igual para todos.

OTROS...

1) Proponen gravar el ahorro en lugar de alimentos y medicinas.  Cualquier persona puede suponer que esto lo único que va a propiciar es la fuga de capitales y una crisis económica tremenda.  Es lógico. ¿Son estos los legisladores que se desvelan por el bienestar de la nación?

2) Hugo Sánchez pide que Javier Aguirre sea considerado héroe nacional y se le ponga su nombre a alguna calle del país por haber conseguido el pase al mundial. ¿Héroe nacional por calificar ante potencias como Honduras, Trinidad y Tobago o Jamaica?  ¡Por favor!  Vergüenza debería darles no calificar en primer lugar de la zona o tener que llegar al último juego para calificar, tan solo comparen infraestructura y sueldos.  Sea serio, señor.

Bueno, este es solamente mi particular punto de vista.