30/AGO/04

 

AMLO y la prueba del acarreo.

 

El día de ayer me levanté bastante temprano para ser domingo, y es que mi economía lo requiere.  Mi hermana, que vive en Bosques de Aragón, me llamó el sábado en la noche para avisarme que algunos perredístas pasaron casa por casa a invitar a los vecinos para asistir a la marcha en apoyo a López Obrador y a solicitar que no lo desafueren, con el incentivo de que quienes llegaran primeros en llegar a los camiones que se ubicarían a unas cuadras y que nos llevarían al Zócalo del DF, recibirían 500 pesos –como apoyo-, ya si uno llegaba más tarde, solo se nos darían 200.  Así que tan rápido como pude, llegué a recibir mis 500 pesos y me dispuse a observar la marcha desde sus entrañas, cámara en mano.  Me convertí en uno de los miles de acarreados a sueldo.

 

Una vez abordado el autobús y previo registro en una lista, se me informó que mi dinero me lo darían en cuanto nos incorporáramos al contingente –lo cual cumplieron-.  Dentro del autobús se repartieron diversos accesorios, como camisetas, botones y calcomanías en apoyo a AMLO y se nos instruyó de manera rápida acerca del motivo de la protesta –para los que no supieran- obviamente explicándolo versión PRD: Una treta del gobierno federal pretende evitar que AMLO sea candidato en el 2006 y hay que evitarlo, porque el no ha violado la ley –sin mayor explicación- y si lo bloquean, se perderá cualquier posibilidad de expandir a todo el país la felicidad (sic) que se vive en el DF.  También se nos instruyó en varias porras de apoyo que tendríamos que gritar fuerte “para que Fox nos oiga” y en tener cuidado por si el gobierno federal montaba una provocación.  En el autobús, de entrada, mi compañero de asiento, tipo clasemediero, me comentaba que no le simpatizaba AMLO ni ningún otro, pero que el dinero le caía bien y mejor que lo recibiría por ir a caminar un par de horas.  Llegamos a una de las calles aledañas al Monumento a la Revolución, donde ya se encontraban al menos 40 camiones de diversas organizaciones a las que pude encontrar al incorporarme a los cientos que ya se encontraban en Paseo de la Reforma.  Ahí encontré grupos tan respetables como el CGH –los vándalos que mantuvieron cerrada la Universidad Nacional casi un año-, los Panchos Villa –marchitas profesionales y bastión del PRD-, los sindicatos del IMSS y del ISSSTE, los taxistas piratas Lobo –manejados por Rene Bejarano-, los de la Asamblea de Barrios –controlados por Dolores Padierna, que en vivo se ve más corriente que en las fotos-, en fin, mucha mafia junto a varias personas que si asistieron por su voluntad.  Solo quedaba esperar el inicio de la marcha que esperaba superar a la realizada en junio para protestar por la inseguridad.  Finalmente iniciamos la caminata porque el invitado principal, el peje, ya había llegado, así que aproveché para comenzar a tomar fotos y a platicar con la gente.

 

Me encontré con una señora ya mayor que sufría verdaderamente para caminar.  Me comentó que en la semana fue visitada por una chica que llevaba una lista, se presentó como trabajadora del GDF y le invitó a la marcha; la señora le respondió que no podía ir porque vivía sola y no podía caminar mucho tiempo, a lo que la señorita le dijo que luego no se quejara si le quitaban sus apoyos.  Otro monito muy simpático venía de Tabasco con un contingente grande, pero me dijo que vino al apoyo a su paisano aunque no entendía porqué le querían quitar el desafuero (sic), pero que como tiene familia en México, vino con su esposa e hijos porque así se había ahorrado el pasaje del viaje para visitarlos.  Varios casos así, de gente que no me supo explicar cual era el problema de López Obrador, si había violado o no la ley, qué es el desafuero, solo sabían lo que sus líderes o las personas que los invitaron a la marcha les habían comentado, que querían perjudicar a AMLO para que no fuera presidente, que le querían ganar a la mala –no me supieron explicar en que consistía eso- y que si removían a AMLO perderían sus beneficios como personas mayores, madres solteras y anexas. 

 

Y así llegamos al Zócalo, en donde un día antes el PRD había pintado el logo de su partido al centro de la plaza.  Me pregunto, si eso lo hubieran hecho el PAN o el PRI, ¿cuánto tiempo hubieran tardado los del PRD en armar un escándalo por ese hecho?  Pero como fueron ellos es algo bien hecho y pensándolo bien, si el GDF hace bailes y permitió la instalación de un circo en el Zócalo, esto es pecata minuta.  Ahí esperamos al Mesías, quien llegó al templete preparado para la ocasión y auxiliado de pantallas gigantes, para destaparse como candidato a la presidencia en el 2006 –algo que cobardemente no reconoce hoy lunes-, hizo duras críticas y presentó sus 20 puntos para un nuevo proyecto de gobierno –no de él, diría, sino de quien resulte candidato del PRD, ¡cínico!-.  Ví a varios viejitos desmayados y transportados a las ambulancias en un ejemplo de la inconciencia de los que los “invitaron” al mitin.  Encontré también a un par de personas que me confirmaron la veracidad de la cuota que “voluntariamente” fueron obligados a dar en diversas dependencias, so pena de verse afectados por alguna represalia.  Pero lo mejor vendría al final del mitin.

 

Ya en retirada, tuve la suerte de encontrar a varios grupos de personas que se arremolinaban para “pasar lista” y recibir su pago por haber asistido.  Muchas personas fuimos testigos del acarreo pagado y forzado de muchísimas personas –aunque, repito, muchas también iban por voluntad- y aproveché para tomar fotos de estas acciones.  Cuando tomaba a un tercer grupo fui descubierto y tras breve corrediza, fui sometido –bastante asustado, debo reconocer-, me quitaron mi cámara, me interrogaron y finalmente aceptaron devolverme mi cámara sin rollo, no sin antes ser amenazado y ofendido, aunque afortunadamente no pasó de palabras.

 

Esa fue mi primer experiencia en una marcha de izquierda, lo que me permitió comprobar que efectivamente, las huestes que apoyan AMLO –y que estuvieron sin duda orquestadas en buena parte por el todavía legislador de los billetes, René Bejarano- mantienen los usos y costumbres del viejo PRI, esos métodos de la intimidación, la compra y el chantaje para lograr hacer ver que un personaje tiene más fuerza que la que en realidad posee.  Fui testigo y parte de esta vieja costumbre, aunque tras lo que me pasó, decidí olvidarme del camión del grupo en el que llegué y opté por tomar el metro, a fin de cuentas, mi pago de 500 pesos por asistir a este mitin solventó la perdida de mi rollo y el trasporte a mi hogar, además de dejarme una respetable ganancia.  Lo dicho por AMLO en el mitin también es digno de comentarse, aunque eso lo haré en la próxima entrega.  Hasta entonces.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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