El espectáculo de la intimidad.

 

Abordando anteriormente la frecuencia con que los problemas nacionales se dirimen en los medios y no tan frecuentemente en donde debería hacerse, llámese gobierno federal, poder legislativo o judicial, me llevó a pensar que como sociedad también andamos un poco o un mucho mal y por eso aceptamos este tipo de comportamientos.  Tan solo tomaré de ejemplo el día de hoy los medios de comunicación que se ocupan supuestamente del ámbito de los espectáculos, sea televisión, radio o periódicos y revistas y nos daremos cuenta de que como lectores, radioescuchas o televidentes nos hemos desviado un poco.

 

Es obvio que las personas que se dedican al medio artístico y los deportistas son personajes públicos, pero en México se ha tomado esto como una excusa para inmiscuirse de manera exagerada en la vida privada de las personas a un grado que su actividad principal queda en un segundo o tercer plano.  Si verificamos las publicaciones y los programas dedicados a estos temas en otros países, se centran principalmente –no niego que si hablan de algunos aspectos personales de los individuos a los que se refieren- en sus proyectos laborales actuales, sea una gira de presentaciones, un nuevo disco, una serie de TV o una nueva película.  Desgraciadamente en nuestro país la situación es diametralmente diferente.

 

Si usted lee una publicación supuestamente dedicada al medio supuestamente artístico, encontrará que el 90% del material expuesto es referente a la vida personal de los “artistas”.  Un nuevo romance, una salida a bailar, un pleito de familia, las compras de la semana, bueno, hace no mucho tiempo la revista Tv Notas dedicó dos páginas a publicar seis fotos del cantante Alex Syntex bajo el encabezado de “Sorprendimos a Alex Synteks comiendo Hot dogs antes de ir a su casa”.  ¡Madre mía!  ¿Cómo he podido vivir sin saber eso los últimos años!  ¿Eso es una noticia?  No es una broma, es real.  Es penoso.  Las notas de este tipo de temas han llegado a lo más ridículo, pero no solo son las notas, sino también los supuestos –y reitero el “supuestos”- periodistas que se dedican a cubrir este tipo de notas y que en su mayoría demuestran ser unas auténticas bestias.

 

Me imagino que usted, amable lector, habrá sintonizado alguna vez en su vida programas como “Ventaneando” o “La Oreja”.  Pues en estos dos bodrios se puede presenciar el abuso que de su posición estas personas hacen de sus supuestos admirados personajes.  Los pseudo-reporteros reciben el aviso de que el entrevistado en cuestión no quiere tratar cierto tema y es sobre lo primero que estos imbéciles les preguntan; si el entrevistado se sigue negando de manera aceptablemente educada, ellos insisten en saber si engañan a la esposa, si le ponen el cuerno al marido, si pelearon con su madre o si siguen embriagándose en su casa, hasta que claro, hartan a la persona y esta les contesta con un grito o de plano terminan la entrevista de manera molesta.  Los conductores de estos programas, obviamente se dedican a destrozar al tipo o a la tipa que se molestó por ser –según ellos- un auténtico mamón que no entiende que es un personaje público.  Y esta escuela es la que han inculcado a las personas, a veces familias enteras, que los ven, los escuchan o los leen, al grado que cualquiera de estos programas que usted sintonice tiene únicamente titulares que se refieren a la vida personal de los artistas o deportistas, nada referente a su vida profesional y reto a quien guste contradecirme a demostrar los contrario.

 

Este termina siendo un problema serio ya que distorsiona lo que debería ser el objetivo principal de estos “informativos” y es desgraciadamente generado por los propios seguidores de estos programas y revistas.  Imagine usted que hoy día no sabemos nada de la carrera artística (¿?) de Niurka, sin embargo sabemos que se masturbaba enfrente del marido y las dos televisoras más importantes de México enviaron un equipo a cubrir paso a paso sus vacaciones en Cuba.  ¿De qué estamos hablando?  Estamos creando a las nuevas generaciones que aprenden que uno es importante por los escándalos que hace y no por los logros de su actividad profesional.  De miedo, ¿no?

 

Puede ser que muchos me tilden de moralista exagerado, nada más alejado de la realidad, pero ciertamente me molesta y me incomoda sobremanera que nuestro criterio, en lugar de pulirse, se extravíe en el camino y termine por crearnos un entorno que no es el más equilibrado.  Es definitivamente necesario que entendamos que una invasión a la intimidad es algo que a nadie nos parece, que se debe respetar la vida personal no obstante que se trate de personajes públicos, que es muy desagradable cuando se nos insiste en tratar un tema que no queremos abordar, así que nuestro derecho a la información en estos temas y todos los demás, a menos que se trate de escándalos públicos, abarca únicamente los terrenos profesionales.  El derecho a la información no debe usarse como arma para inmiscuirse en asuntos que solo corresponde tratar a los involucrados, en búsqueda de audiencia.  El triunfo y el fracaso en la vida personal y profesional viajan siempre aparte y no necesariamente al parejo.  En la medida en que seamos una sociedad más madura, lograremos entender estos conceptos y seguramente retomaremos la ruta correcta

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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