Durante las pasadas vacaciones de semana santa me quedé en casa, me refiero a que no salí a un centro turístico por varios días, sino que más bien estuve paseando por los alrededores del Estado de México.  En una de esas salidas, me dio por ir al famoso Nevado de Toluca, un lugar que extrañamente no había visitado a pesar de que llevo casi 9 años viviendo en una zona relativamente cercana, Metepec.  Así que una vez decidido emprendí el camino y al poco rato llegué a la zona de las faldas, donde la vegetación y los paisajes verdes abundan por doquier, lo que no sabía es que ese panorama cambiaría apenas unos kilómetros adelante.

 

Existe una carretera que acerca al visitante a un camino de terracería por el que se asciende hasta el cráter del volcán en un recorrido de una media hora aproximadamente, más que por la distancia, por el mismo camino, que además de tener abundantes curvas, en algunas zonas no permite el cruce de autos en contrasentido por ser muy angosto, pero bueno, eso es mero breviario cultural.  Todo el ascenso se convirtió en una imagen que me avergonzó al encontrar desde el inicio de esa ruta que una gran cantidad de árboles han sido talados, de hecho aún hay muchísimos troncos derribados por doquier que me imagino no pudieron ser llevados en el mismo viaje.  Se aprecia un gran espacio entre un árbol y otro, lo que se ha hecho en esa zona es un auténtico atentado a la vida silvestre y al ecosistema de la zona, pero eso no es lo peor, sino el valemadrísmo de las autoridades.  ¿Le suena fuerte, mi querido lector, el calificativo?  Para mi se queda corto y le voy a decir porqué.

 

Si se tratara de una zona con múltiples accesos, podría suponer que la autoridad responsable en la zona no tiene la capacidad para detectar a quienes han abusado de los recursos de la zona, específicamente de los árboles, sin embargo, como mencioné líneas arriba, se trata de una zona a la que solo se puede ingresar por un camino de terracería, esa es la única entrada, así que no puedo entender otra forma en que no se detecte la sobreexplotación ilegal de la madera como no sea con una abierta complicidad de las personas que supuestamente deben evitar que estas cosas sucedan.  No se están llevando un kilo de madera en un auto, se llevan cientos de kilos de madera en camiones de carga, algunos cortados y muchos en pedazos de tronco íntegros.  Saliendo del camino de terracería, se debe salir a la autopista por otro camino de solo dos carriles durante unos diez minutos.  ¿Puede usted creer que en toda la ruta de esos viajes –que definitivamente han sido cientos o miles, dada la deforestación que se aprecia- nadie detecta el delito?  Yo no.  Ahí hay un acuerdo de protección o hay temor de enfrentar a estas personas que se dedican a esta ilegal actividad.

 

Se debe dar una voz de alerta, porque toda alteración a la naturaleza trae consecuencias y termina por afectar a las personas que viven en los alrededores, si no es que los efectos pueden llegar a tener un mayor rango de influencia.  Es muy cómodo aceptar dinero para permitir algo ilegal, pero puede llegarse al punto de que el daño cometido no pueda revertirse ni con todo el dinero del mundo y entonces si, a llorar en nuestra jaula de oro.  Por otro lado y si algún talador clandestino lee esta nota, voy a pedirle que no sean desgraciados.  Ya compraron a las autoridades para que se hagan como el Tío Lolo y ya están haciendo su agosto partiéndosela a los bosques, por lo menos planten dos o tres árboles por cada uno que corten, así por lo menos se procura una regeneración en la zona y quien quita, se provee a sus hijos para el futuro, porque seguramente seguirán con esta actividad sin un dejo de vergüenza.  He dicho.

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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