¿Para qué sirve la monarquía?

 

El fin de semana pasado se llevó a cabo un gran acontecimiento “social” en España, que por alguna extraña razón acaparó también grandes espacios en los medios de comunicación:  La boda del Príncipe de Asturias con una ex reportera de televisión, quien por cierto radicó un buen rato en nuestro país.  Fue algo impresionante, una auténtica boda de cuento de hadas, con la alcurnia de la sociedad mundial en trajecitos de fiesta mientras la plebe, los humildes mortales contemplaban obnubilados el evento por televisión o cerca del lugar bajo pertinaz aguacero.  Pero hay algo que a mi no me ha quedado claro, a lo mejor por ignorante: ¿Para qué recarambas sirve la monarquía?

 

No se trata de intervensionismo, sino de una duda real –no de realeza sino de verdadera-.  Por poner solo dos ejemplos, en Inglaterra hay un Primer Ministro que gobierna el país, entonces ¿para que quieren a la Reina Isabel y familia que le acompaña?  En España es lo mismo, hay un presidente, pero también hay unos reyes, Juan Carlos y Sofía.  ¿Qué hacen ahí?  ¿Cuál es su función?  ¿Porque tienen una vida de lujo si son una bola de zánganos que no saben lo que es trabajar –trabajar en serio, no andar de vida social, entre cenas, eventos “humanitarios” y juegos de polo, por no hablar de su activamente publica vida disoluta, además de tantos protocolos bastante extraños para la gente normal?  ¿Por qué sigue viva la monarquía?  Y es que para este servidor eso de conservar a las familias reales en estos tiempos y como un eje de la vida pública es hasta una forma de atraso cívico.  Tratar de manera distintiva a un grupo de personas porque descienden de quienes alguna vez acapararon el poder y los privilegios –no siempre de buena manera- me resulta harto incomprensible, además el reconocimiento ni siquiera se lo ganaron, simplemente lo heredaron y lo heredarán de modo totalmente inequitativo

 

Vamos ahora a otro punto: la monarquía nunca ha sido un símbolo de democracia, de hecho hay pocas cosas tan antidemocráticas como la monarquía.  Recuérdese que a los reyes se les debía pagar tributo y fueron propulsores del totalitarismo, porque ellos eran la autoridad, juez y parte, sin ley de por medio que no fuera su propio criterio -¿porqué me acordé del peje?-.  Ahora bien, ¿de donde vienen los recursos para que estos personajes lleven esa vida de gran nivel?  Pues de los impuestos del pueblo me imagino, trataré de descubrirlo, pero es la primera idea que me viene a la cabeza como respuesta

 

Viéndolo fríamente, puede ser que la monarquía sirva solamente para alimentar los sueños del populacho, porque no me explico otra razón del enorme interés que despertó la mentada boda en todo el mundo y obviamente en Europa, en donde están más habituados a los reyes, reinas, príncipes, condes y demás con títulos nobiliarios.  De alguna forma fomentan la fantasía de las personas y si a esto aunamos que la novia era una vil plebeya, caemos en que la leyenda de la cenicienta se hace realidad para un montón de mujeres y hombres cursis hasta el hartazgo.  Además, imaginemos de qué vivirían revistas como “Vanidades” sin estos personajes, porque ahí le avisan al lector que Estefanía de Mónaco se metió a bañar, que el Príncipe de Austria toma el sol en su yate o que Carlos de Inglaterra se metió a una tienda a comprar algo –cosas que no nos permitirían vivir tranquilos si no las sabemos-.

 

Ahora que tampoco es cosa de hacer escarnio de la realeza, simplemente de expresar mi completa ignorancia acerca de lo que sustenta su existencia en pleno siglo XXI, aunque no hay que olvidar que en nuestra Latinoamérica y más precisamente en nuestro país, también hay una clase social no anunciada pero que vive y se desenvuelve en el mismo ambiente que la monarquía europea y asiática; familias como la Harp, la Zedillo, la Salinas, la Slim, los Hank, existen en un mundo alejado del común de los mortales y sus aventuras quedan plasmadas en revistas varias.  Así que no estamos exentos de la realeza y su ambiente, solo les denominamos de un modo diferente.  De cualquier manera, queda abierta la espera para cualquier aclaración en beneficio del conocimiento de quien escribe.  Gracias anticipadas.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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