Dentro de la tremenda paranoia justificadísima que tienen los gringos ante los posibles desquites de tanto país bombardeado, se implementó en nuestro país un programa de vigilancia en los aeropuertos nacionales en el que se incluyó a agentes de las agencias de seguridad norteamericanas –de hecho ellos estaban a cargo- y que molestó a gran cantidad de pasajeros, y mientras nuestros legisladores alegaban “violación a la soberanía de México”, la Comisión Nacional de Derechos Humanos lanzaba recomendaciones al por mayor para que el gobierno de Vicente Fox dejara de “someterse” a los deseos del maniaco George Bush. 

Vamos a verlo fríamente.  ¿Se trata de una paranoia gratuita?  Me parece que no, porque el peligro que sufren los vecinos del norte por recibir represalias ante las acciones de su desequilibrado mandatario es real, hay razones de sobra para temer un ataque ante las masacres que en nombre de las barras y las estrellas se han realizado en Afganistán y en Irak.  ¿Hay peligro de que un terrorista se infiltre a los EUA en un vuelo desde nuestro país?  Ciertamente nuestra cercanía a gringolandia nos coloca en esa posibilidad.  ¿Está preparada nuestra policía y nuestros agentes para encargarse de una operación antiterrorista?  ¡Por supuesto que no!  Nunca hemos tenido ese problema en México afortunadamente, por lo que no se cuenta con un grupo especializado para estas lídes, así que me parece de sobra lógico que sean norteamericanos quienes tienen a cargo el operativo.  ¿Qué se han cometido abusos?   Muchos y sancionables todos ellos, extremos tan ridículos como el que desnuden a una chamaca de 10 años en busca de un arma detectada en el arco de metales y que resulta ser un pasador o el que obliguen a una mujer a usar un perfume para comprobar que no es un virus, casos que son criticables, pero dada la situación, más vale que sobre y no que falte.  ¿Se viola la soberanía?  Puede ser, pero ¿qué es peor ante las probabilidades?  Porque imagine usted, lector, que un avión es secuestrado y en el desenlace hay muertos, entonces seguramente el grito de la oposición patriotera sería el de que el gobierno nunca hizo nada para evitar una acción así.  O sea malo si la bebes y malo si la derramas. 

Pero el lío se armó también por parte de nuestro gobierno, empezando por el “Mandibulín” –por aquello de que nadie lo respeta- Santiago Creel, quien primero niega el operativo y luego lo acepta, metiéndose en problemas de gratis y los opositores que poquito quieren, de ahí se agarraron.  No acaban de entender en el gobierno federal que si ya les cayeron en algo, mejor lo digan, pero ¡Nooo!  Nuestro segundo a cargo comete pifia tras pifia, primero que no, luego que sí y luego que sí, pero desde antes, no ahorita, aunque no.  ¿Queda claro?  Creel piensa que sí.

Las críticas de la oposición también vinieron porque en la reciente cumbre de Monterrey, nuestro poco preciso y conciso Vicente Fox se alineó a lo que mandó el maniaco Bush y es algo muy molesto ciertamente, pero ¿qué es lo más sensato si tenemos tan alta dependencia de los EUA?  Porque nos guste o no, somos un país colindante y que depende en gran parte de contar con la aprobación de los güeros para poder caminar y conste que a mí no me gustaPero las críticas al sometimiento de nuestro gobierno y la falta de respeto a nuestra soberanía tienen dos aristasEs malo cuando Fox trata de quedar bien con los EUA, es un vende patrias que nos humilla y nos avergüenza, pero cuando se trata de apoyar a los gobernantes de “pueblos hermanos”, como Fidel Castro, un tirano que tiene sometido al pueblo cubano desde hace más de cuatro décadas con un sinfín de prohibiciones y miedos y a quien nuestros legisladores gustan de visitar para besarle las barbas en nombre del respeto a su persona o como Hugo Chávez, una caricatura de tirano que no cree en nada ni en nadie que no esté de acuerdo con sus ideas, entonces son patriotas, demócratas y ejemplos a seguir, como el eterno candidato, Cuauhtemoc Cárdenas, quien tuvo que esperar 5 horas para que Chávez lo recibiera en su habitación 15 minutos, en los que según el frustrado personaje, hablaron, entre otras cosas, “…del sometimiento de México a los EUA…” (¡!); claro que lo que él hizo al esperar por horas para ver al mandatario venezolano no es sometimiento, es apoyar a los pueblos hermanos.  Entre locos te veas.  Uno se cree presidente y el otro demócrata. 

La soberanía de un país debe ser sagrada, pero hay que analizar las circunstancias que rodean a los eventos para definir si realmente hay una violación o si las acciones efectuadas están justificadas, claro está, castigando los excesos como debe ser, por otro lado, tenemos que fijarnos bien en los dobles discursos, porque los conceptos no pueden cambiar en cuanto la acción la ejecutamos nosotros.  Eso es hipocresía y son ganas de engañar a la gente que ya no se traga estos jueguitos tan fácilmente, aunque quien los ejecuta es quien termina creyendo que dice la verdad.  Se cree sus propias mentiras.  La obsesión por el poder ciega indudablemente.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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