Los siguientes videos, sin embargo, habrían de mostrar a René Bejarano recibiendo fajos de miles de dólares del controvertido empresario Carlos Ahumada, declarando que trataría de solucionar los problemas del empresario con López Obrador y sugiriendo que este último aceptaba tácitamente el intercambio de favores. Ya sea que el dinero haya ido a la campaña o que se le haya dado otro uso, ambos constituyen delitos graves. Después de este segundo incidente no cabía ya duda alguna del alto grado de corrupción en el gobierno del Distrito Federal.

 

De los dos casos, el del video de René Bejarano es mucho más grave y complejo que el del apostador de Las Vegas. Los medios tomaron a Bejarano in fraganti, sin darle tiempo de formular una estrategia conjunta con sus actores más cercanos, orillándolo a declararse culpable en televisión. Para cuando quiso reagrupar sus fuerzas, López Obrador y el PRD ya habían actuado para despojarlo de todo su poder. Leticia Robles lo desmintió, el secretario de Gobierno del DF declaró que sería investigado, Ebrard lo forzó a cancelar una cita con sus seguidores, los líderes perredistas del Congreso ya habían pronunciado encendidos discursos cuestionándolo. En unas horas, el más poderoso operador político del jefe de Gobierno capitalino ya había dejado de ser.

 

Los escándalos recientes le costarán a López al menos 10 o 15 puntos porcentuales en las preferencias de la población, puntos que hubieran sido clave para compensar la marcada debilidad de las simpatías perredistas a nivel nacional. Pero el problema no es sólo que la estructura nacional de su partido sea insuficiente a nivel nacional, sino que Andrés Manuel necesita lograr la aprobación de las corrientes internas. En este sentido, Bejarano era clave para López Obrador, pues colaboró con él cuando este último se desempeñó como presidente nacional del PRD, luego fue su coordinador de campaña al gobierno capitalino, después secretario particular y, por último, coordinador de las campañas en el DF. Bejarano controlaba con mano de hierro, además, a una de las más importantes tribus perredistas: la izquierda democrática, sector que constituía la base interna de apoyo del tabasqueño. Así, además de que la popularidad de AMLO saldrá golpeada de este trancazo mediático, hacia adentro de su partido cada vez se prevé un mayor grado de conflicto entre las distintas corrientes que no han podido cerrar filas en torno a los mismos objetivos.

 

López Obrador se ha calificado a sí mismo como “indestructible”. Su capital político radica en sus obras públicas, su imagen basada en la honestidad y austeridad, y su habilidad para gobernar a la ciudad mientras fija la agenda mediática a nivel nacional. Pero llamarse uno mismo “indestructible” implica estar seguro de que lo que sustenta esa fórmula está sólido en cada uno de sus cimientos.

En esta ocasión, el acelerado control de daños no le bastará a López. Un escándalo equivalente a nivel federal hubiera sido un video mostrando a Gíl Díaz apostando fuerte en Las Vegas y otro con Santiago Creel llenando maletas con fajos de billetes mientras platica con Cabal Peniche. Los escándalos van a repercutir necesariamente en la popularidad de AMLO, y van a causar grandes estragos entre sus grupos de apoyo hacia adentro del PRD.  A partir de esta semana la carrera presidencial del 2006 perdió a su líder indiscutible.  El PRD podría empezar por reconocer que no se trata de un complot de la oficina de la Presidencia o de otros grupos de interés para restarles fuerza, pues los delitos provienen de sus propias filas.

 

Culpables.

 

Qué fácil es echarle la culpa a Los Pinos de la guerra de los videos cuando el problema no es la guerra de los videos sino que en ellos se ven y se escuchan unos actos de corrupción asquerosamente patéticos y vergonzosos.  Y en el remoto caso de que alguien como Marta Sahagún o Santiago Creel haya estado atrás de la difusión de esas escenas, pues gracias, doña Marta, gracias, don Santiago, por abrirnos los ojos sobre algo que antes sólo nos imaginábamos.  La bronca real no es quién está detrás de esto sino que René Bejarano se estaba metiendo unos billetotes en su saco. ¿Por qué diablos, esos políticos, en lugar de reconocer que los cacharon, pedir perdón y asumir las consecuencias de sus actos, se concentran en echarle la culpa a Los Pinos y hasta a Carlos Salinas de Gortari?

 

Hasta donde nuestros ojos pudieron ver, en ninguna de esas tomas estaban los bigotes de Vicente Fox ni las orejas de Carlos Salinas de Gortari. ¿Entonces a qué vienen al caso?  El colmo del descaro es querer desviar la atención de las escenas de la guerra de los videos para afirmar que alguien quiere atentar contra la vida de Andrés Manuel López Obrador y comparar el supuesto martirio del Peje con el de Luis Donaldo Colosio.  ¿Se puede ser más sucio en la vida?  El tema de discusión no es si Santiago Creel es buena onda o si todos recordamos a Colosio con cariño sino que en esos videos vimos, entre otras cosas, a un respetable político de izquierda metiéndose fajos de billetes en el saco.

 

La falsa apertura es por algo.

 

Este tipo de corrupción siempre ha existido, solo que ahora se abren muchas puertas para que nos enteremos.  Ahora habrá que recordar que AMLO selló información financiera y técnica de sus proyectos y puso muchas trabas a la creación del Consejo de Transparencia, lo que se remató con la designación del presidente del mismo, una persona íntimamente ligada a la contralora del DF, Berta Lujan y con ligas de Rene Bejarano.  El gobierno de AMLO ha entorpecido sistemáticamente la creación de un órgano efectivo que garantice la transparencia en la ciudad.  No es casualidad que uno de los principales opositores en la Asamblea capitalina a crear una comisión de transparencia poderosa, independiente y con suficientes recursos haya sido Bejarano.  López Obrador, le guste a él mismo o no, es el responsable de obstaculizar la rendición de cuentas en la Ciudad de México.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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