Arranquémonos con el caso Trevi.  Un productor artístico, Sergio Andrade, bastante pervertido, que gustaba de chamacas en su pre-adolescencia y que a futuro se pondrían bastante atractivas –mal gusto no tiene el tipo, reconozcámoslo-, se adueñaba de la vida y voluntad de las nenas en complicidad con los padres de ellas, a quienes no les importaba dejar a sus hijas en manos de un desconocido porque estaba presente la promesa de lanzarlas de artistas, hacerlas ricas y obviamente, vivir de ellas el resto de sus vidas.  El tipo se daba gusto explotándolas laboral y sexualmente, se casó con todas las que pudo y las embarazó del mismo modo, dándose además una vida de sultán con su harem propio, hasta que entre una prófuga del grupo, Aline Hernández, en complicidad con Paty Chapóy, popular conductora de TV, sacaron a la luz los trapitos de Andrade

Lo lamentable del caso.  De acuerdo con los antecedentes que se han descubierto, estos manejos de Andrade eran conocidos en el medio artístico desde, por lo menos 8 años antes al escándalo; conductores de televisión y entrevistadores veían el comportamiento sumiso de las chicas y el control total que Andrade ejercía en ellas, además del abuso sexual –condicionado o por sometimiento, pero era abuso- que él hacía de ellas, sin embargo nadie decía nada porque el señor y su grupo eran un producto que generaba un buen billete a quien lo contratara.  ¿Cuándo sale esto a la luz pública?  Cuando Andrade, en su papel de representante, contrata a Trevi con TV Azteca para presionar a Televisa, empresa esta última que le hace a Andrade una nueva oferta mucho más alta que la de Azteca y Andrade rompe su contrato recién firmado con Azteca para irse a la televisora más grande de Latinoamérica.  Es este el motivo por el que Azteca, encabezada por Chapoy comienza a denunciar todo el cochinero de Trevi, Andrade y su grupo-. 

Con Michael Jackson la situación no cambia mucho.  Un tipo que siempre ha estado rodeado de niños cuyos padres le alquilan libremente al cantante a cambio de un buen de miles de dólares; el tipo ha estado rodeado a lo largo de los años de acusaciones de abuso sexual, casos que no llegan a la corte porque el cantante –más bien playbackero- se arregla por fuera soltando lana para que los cargos sean retirados y sin demostrar nunca su inocencia.   

Lo lamentable del caso.  El caso de Jackson es viejo.  Proveniente de una vida de abuso físico y mental y de explotación, Jackson siempre ha estado acompañado de infantes en un comportamiento a todas luces anormal, simplemente cuando vino a México hace más de 10 años, todo el tiempo se le vio acompañado de dos menores que pernoctaban con él, como hacen todos los que le acompañan.  Es hasta que el propio Jackson en una entrevista para un programa especial, acepta que duerme con menores, que los medios se escandalizan y comienzan a poner el grito en el cielo, porque si algo caracteriza a los gringos, es que se espantan en público de lo que hacen en privado.  Una situación de toda conocida es tomada como bandera para demostrar los buenos y morales principios de la sociedad anglosajona.  Un acto hipócrita pues. 

Que bueno por un lado, porque se están atacando problemas reales, delitos que se están cometiendo ante nuestros ojos y que es necesario castigar, resaltando además que los supuestos delincuentes tienen una imagen pública que es ejemplo para muchos de nuestros jóvenes y en esta generación televisiva pueden pensar que es correcto hacer lo que sus ídolos hacen –ese es un problema desde hace décadas para los adolescentes cuando carecen de criterio-, pero como sociedad debemos exigir que estos delitos se investiguen simplemente porque son delitos, porque son actos que van contra la ley, así de fácil, porque la ley se debe aplicar por igual a todos.  Debemos exigir también que se acabe lo que estoy exponiendo, que los delitos sean denunciados a conveniencia de intereses, es decir, si estás de mi lado te encubro, pero si me traicionas te saco tus trapitos o me curo en salud.  Eso no es justicia, es venganza y la venganza no es sinónimo de justicia.  Por último, sería bueno que como espectadores, dejemos de caer en el jueguito de seguir los escándalos que nos venden los medios, dándole a cada nota su justa dimensión, porque nos estamos habituando a producir el ascenso de personas cuya única virtud es crecer de la mano del escándalo sin importarnos que esas personas carezcan de talento o de la más elemental preparación y conciencia del alcance de sus acciones.  Digo yo.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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