Antes que considerar la legalización del comercio y uso de las drogas, se debe hablar fuerte y claro con los jóvenes y no tan jóvenes, informándoles –y primero informándose como padre o madre- de los efectos y daños a la salud y en la sociedad que cada droga produce.  Desgraciadamente en las familias las drogas son un tema tabú del que además no conocen o no procuran conocer y así está canijo que se oriente con verdad a los chavos.  Ahora, si seguimos considerando la legalización, tenemos que pensarlo bien.

 

Una legalización del consumo y comercio de drogas no puede hacerse en un solo país, sino que debe ser un movimiento global -para desgracia de los globalifóbicos-, porque si no, terminaríamos convirtiendo a nuestro país entero en un antro, un paraíso a donde los adictos del mundo llegarían a sabiendas de las libertades que gozarían, acompañados obviamente de los problemas que pudiesen causar.

 

La legalización de las drogas atacaría el narcotráfico, pero no disminuiría el número de adictos.  Esto quedó comprobado en los años 30s del siglo pasado, cuando se impuso en los EUA la prohibición del alcohol, lo que convertía a las bebidas etílicas en un producto de gran valor que era vendido de manera discreta e ilegal bajo el control de varias pandillas.  Cuando se autoriza la venta de bebidas alcohólicas, los precios de estas bajaron y las mafias que controlaban el anterior mercado negro desaparecieron, pero el número de alcohólicos aumentó.  La legalización ciertamente acabó con el tráfico ilegal, pero no ayudó a disminuir el número de adictos a estas bebidas.

 

Es cierto –comprobado- que un cigarro de tabaco perjudica más que un cigarro de marihuana, pero hay que tomar en cuenta que el tabaco, si bien perjudica grandemente tanto la salud de quien lo fuma como de los que están a su alrededor, no te hace perder la conciencia de tus actos, lo que si sucede con la marihuana, que tiene un efecto relajante a un grado tal que se puede perder la noción de la realidad y eso puede generar problemas diversos, desde alguien que maneje bajo un efecto alucinógeno hasta alguien que bajo la misma circunstancia realice algún acto agresivo o degradante.

 

Si se legaliza el uso y comercio de las drogas se puede desatar todavía más la delincuencia.  Supongamos que alguien usa coca, marihuana o cualquier otro producto que cause adicción, que es lo que hacen las drogas.  Si un adicto no tiene a su alcance los medios para mantener su vicio, puede llegar a cometer actos delictivos para conseguir el dinero que necesita para seguir empachecándose y para deducir eso no es necesario más que leer la sección policiaca y de nota roja de cualquier periódico para darnos cuenta de cuantos delitos se cometen bajo los influjos de la droga y/o para seguir consiguiéndola ante la necesidad que ya se programó en el cuerpo del adicto.

 

Eso de que se les proporcione droga a los adictos mientras se le somete a un tratamiento de desintoxicación no me parece muy cuerdo o muy serio.  Sería el equivalente a que en las juntas de AA se les sirviera a los presentes su tequilita en lo que logran dejar su adicción al alcohol.  ¡Imagínese!  Tratando de salir del fuego mientras le atiza a la flama, como que no.

 

El daño que hacen las diversas drogas está ahí, no importa si se adquieren en un mercado legal o no, y me refiero a que la coca te deshace la naríz la compres en la tienda de la esquina de manera legal o en el mercado ilegal con un oculto distribuidor al menudeo.  Los riesgos de usar drogas siguen presentes, se legalice su uso y consumo o no, solo que a mi parecer, las posibilidades de que las adicciones aumenten en un mercado legal son casi totales.  Si algo controla a los adictos es el miedo, el saber que están haciendo algo dañino para ellos y la sociedad y que es castigado por ley, un miedo que de perderse, podría llevarnos a ser un principal productor y refugio de adictos, algo en lo que no me gustaría ser superior a nuestros vecinos del norte y finalmente, tampoco me gustaría que un hijo mio estuviera en la sala viendo la tele con la familia mientras se aplica la dosis en el brazo, la naríz o los pulmones.  Nada más no me va.  Además, yo prefiero ser conciente de mis actos, mis decisiones y mis responsabilidades, a tener que agarrar valor o evadir la realidad bajo el efecto de alguna droga, un avión del que tarde o temprano tendría que bajar para encontrar que la realidad por mucho que la evada, seguirá ahí hasta que la enfrente.

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

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