En algunos promocionales se han dedicado a dejar bien en claro los errores de los gobiernos priístas y la incapacidad de los gobiernos panístas, estableciendo que “son lo mismo”.  En otra serie –la mejor a mi parecer- aparecen distintos candidatos a diversas posiciones, sean delegaciones o congresos, aprovechando totalmente el espacio para anunciar sus propuestas en caso de lograr la preferencia del electorado.  Por último, se deja en claro los logros de los gobiernos perredístas, especialmente el de AMLO en el DF.  Obviamente el afán protagónico de la presidenta del partido no podía quedar de lado, y así como hace unos meses apareció en un comercial poniéndose de ejemplo de que “las mujeres sabemos gobernar”, hoy aparece no como presidenta del PRD, sino, según ella, como ama de casa, madre de familia y mujer (¿una cosa evita la otra?).

 

Es muy bueno que en estas campañas para la elección del próximo 6 de julio exista un partido que, si bien no ha dejado de atacar a sus rivales, sí se ha dado tiempo de hacer propuestas, que es lo que debería importar en una elección.  Hay que recordar también que la señora Robles prometió renunciar a la presidencia del partido si no logra el 20% de los votos de esta elección –lo cual dudo mucho que cumpla y digo ambas cosas, el 20% y su renuncia- y que el patriarca del partido ha reaparecido para tratar de apuntalar a la organización, con resultados aun por definirse.

 

Espero, por un lado, que esta campaña negroamarilla sirva de ejemplo tanto a electores como a partidos de que todo se puede hacer cuando hay orden, tanto descalificar como proponer, aunque lastimosamente pienso que la mayor parte de los electores aún no tiene la costumbre de analizar y exigir y que se dejan llevar por los dichos de primera o segunda mano de abiertas agresiones, lo que es mucho más fácil de digerir.

 

De cualquier manera, creo que el PRD ha realizado este año una muy buena campaña que no ha sido apreciada del todo.  En la próxima columna, la chiquillada y las conclusiones de este trabajo.