Cierto es que sería una tontería enorme dejar al PRD sin presidenta en este momento, desgraciadamente Rosario Robles se condicionó solita, sin que nadie se lo pidiera, en un arranque infantil que pretendía lograr más votos a su partido.  Cuando todas las encuestas previas a la pasada elección marcaban un bajo porcentaje para el PRD en la intención del voto, en un acto bravucón, la señora prometió irse de la presidencia del partido –no nada más renunciar- si su partido no lograba el 20% de los votos, cosa que finalmente y como pintaban las predicciones, sucedió.  

Primero, tardó un buen rato en dar la cara a los medios, después se negó a renunciar y dejar la presidencia del partido bajo el argumento de que su partido consiguió más posiciones en la Cámara de diputados –sin aclarar que la mayoría se obtuvo en el DF-, que no se podía negar un resultado exitoso para, finalmente, aceptar –ante las críticas surgidas en todos los medios- presentar su renuncia, con la condicionante de que faltaba que el Consejo Político Nacional del partido la aceptara, lo que seguramente no sucederá.  Realmente no entiendo en donde está la victoria que doña Rosario grita a los cuatro vientos, tratando más de convencerse a si misma que a los demás. 

El PRD tuvo una caída estrepitosa –junto con el PAN- en cuanto a votación se refiere.  En un lapso de tres años perdieron más de tres millones de votos y su presencia nacional es poco menos que nula, cuando observamos que en 24 estados de la república nada más no ganó nada, no existe.  ¿Cuál fue la tabla de salvación del PRD?  Andrés Manuel López Obrador.  Los votos obtenidos en la Ciudad de México representaron casi la mitad de las posiciones obtenidas para el partido del sol azteca.  Pero Rosario Robles, que quien sabe en donde ve esa famosa victoria, ya no sabe que hacer para faltar a su palabra

Pero, ¿Por qué debería renunciar Rosario Robles?  Nada más porque empeño su palabra.  Porque ella siempre se ha llenado la boca enarbolando la bandera de la coherencia, de hablar de frente y con la verdad –como cuando dice que su presidencia es producto de una elección limpia (¡!) o que ella no hizo contratos amañados con Publicorp durante su administración, ¿no?-, de que los perredístas sí cumplen, entonces pues, ella debe cumplir con un compromiso que nadie le pidió hacer, ella solita se echó la soga al cuello.  Hoy, como siempre, Robles trata de sacarle la vuelta a las acusaciones y a cumplir con lo prometido al dejar en manos del CPN su permanencia en el cargo, cuando ella aseguró que se iba si no lograba la votación esperada, que se iba, no que lo dejaría en manos de tal o cual, dijo que se iba.  Fue una tontería, una irresponsabilidad y no lo va a hacer, con lo que su imagen ya de por si por lo suelos, se daña todavía más.  Hasta el gurú perredísta, Cuauhtémoc Cárdenas consideró, tanto a las metas propuestas por Robles como después a los logros obtenidos, sumamente mediocres.

Y ahora ¿con que cara, digo yo, va a hablar la señora Robles de los incumplimientos de las promesas de campaña del gobierno federal?  ¿Cómo va a criticar un incumplimiento si ella no cumple?  ¿Cómo hablar de coherencia si ella se contradice?  ¿Cómo hablar de decir la verdad si ella mintió cuando prometió algo que finalmente no hizo?  Pero hay un caballero andante en esta aventura. 

El secretario general del PRD, Carlos Navarrete, dijo que en su partido hay presidenta para rato porque Robles no va a renunciar, que esa promesa la hizo “al calor de la campaña”¡No la defiendas, compadre!  Porque entonces, después de todo, nadie debe reclamarle a Fox su falta en la prometida paz en Chiapas en 15 minutos o el crecimiento anual del 7%, ya que según la sesuda afirmación de Navarrete, estas promesas también se hicieron “al calor de la campaña” y allá del bruto que se las creyó y exige su cumplimiento, ¿verdad, señora Robles?  Si el pez por su boca, muere, aunque en su pequeña mente siga pensando que está vivo o que es grande y fuerte, no obstante que el pretendido tiburón resultase un charalito.