03/MAR/03
Un atentado con firma implícita.
Pues resulta que, afortunadamente, la presidenta del Instituto Electoral del Estado de México, Maria Luisa Farrera Paniagua, fue dada de alta después de haber sufrido un atentado hace una semana en sus propias oficinas. Ciertamente las heridas pueden haber sido leves, pero su situación sicológica tardará más tiempo en sanar, pero el asunto que me atañe no es tanto la salud de la funcionaria, sino el trasfondo de este extraño caso.
¿Porque extraño? Por las evidencias. Se supone que la funcionaria llega a su oficina a laborar, en donde se supone que poca gente tiene acceso, aborda un elevador prácticamente privado en donde es atacada por un sujeto que armado con un arma punzo cortante la agrede para después darse a la fuga. La funcionaria es encontrada por un colaborador quien da parte a las autoridades que se presentan de inmediato y ya saben, organizan un operativo tremendo para después venirnos con la novedad que el agresor se escapó. Pero una buena sorpresa me llevé cuando me entero que el procurador estatal, Alfonso Navarrete Prida, pasada apenas una hora de la agresión, declara con gran seguridad que: "...esto es un atentado, ella se había manifestado en contra de discursos verbales que enrarecieran el clima político, puso ella una denuncia muy concreta en contra de servidores públicos por violar disposiciones del código electoral...y tiene algo que ver con las elecciones que se realizarán en breve."
O sea, el señor, a pesar de ser una persona con experiencia y que sabe –se supone- que hay que analizar todas las posibilidades que originan una acción, descarta en unos minutos que la señora pudiese tener problemas o enemigos en su vida personal, no, simplemente descarta cualquier hipótesis para, en un caso digno de Ripley, resolver el caso en tiempo record encontrando al –muy oportuno, cabe decir- culpable. Demasiado fácil, demasiado increíble.
Como sabrá, querido lector, su servidor tiene la mente demasiado cochambrosa y por tanto me brincan algunos puntos. Veamos. El gobierno federal –porque eso afirmó no tan veladamente el procurador mexiquense- envió a un asesino para vengar la afrenta cobrando la vida de la funcionaria, para lo cual, quiero imaginar se utilizaría a un profesional, sin embargo, el bruto pseudo asesino no solamente no logra asesinar a su pretendida víctima -una mujer madura, no corpulenta, quien se encuentra con su victimario en un espacio cerrado como es un elevador-, sino que también se muestra incapaz de hacerle una herida decente –no porque quisiera que la hubiesen herido de gravedad, solo me apego a la teoría-. A mi más bien me parece una situación muy a modo. ¿De quien?
Bueno, es tiempo de elecciones en el Estado de México. El gobierno de la entidad no ha dejado de agredir a su rival blanquiazul en estas semanas. El procurador estatal pertenece al mismo partido político que ampara al gobierno de Arturo Montiel, así que una acusación como la que comento solo beneficia a alguien: al PRI. No encuentro otra explicación para este atentado tan extraño, con un manejo tan sospechoso y un resultado inmediato tan cómodo. No sería la primera vez que este partido se maneja de esta manera, utilizando las vidas de personajes públicos para lograr sus fines y si a esto aunamos que el juego se lleva a cabo en el Estado de México, lugar de dominio de un grupo “inexistente” –o de existencia siempre negada- al que desde hace décadas se conoce como el grupo Atlacomulco.
Como bien dijo Isidro Pastor, el líder tricolor que parece fugado de un manicomio, el clima está enrarecido, lo que no ha mencionado el calvito este es que este enrarecimiento luce sospechosamente benéfico para su partido. De acuerdo con las encuestas, no se ve que resulten muchos cambios de partido gobernante en las poblaciones mexiquenses, así como tampoco el PRI muestra grandes cambios en su forma de hacer política, al menos yo sigo viéndolos igual que siempre.
Aunque este es solamente mi punto de vista. |