09/DIC/02 La historia de Arturo.
La historia de Arturo es una de las tantas historias que me imagino a diario ocurren en nuestro país por desgracia, es una historia trágica, marcada por el influyentismo y la impunidad. Es la historia de una persona que por hacer un bien encontró un mal, es la historia que nos demuestra que somos una sociedad agachona y cobarde, que no somos capaces de apoyarnos mutuamente en situaciones abusivas. Ojala, lector, siga leyendo y logre mover un poco al cambio, porque esto que hoy le ha pasado a Arturo no es justo y nos podría suceder a cualquiera de nosotros.
Pero ¿quien es Arturo? Arturo es un muchacho de clase baja, quien logró colocarse como vigilante de una privada con unas quince residencias –aunque el terreno se presta para albergar a unas cincuenta-. De buen carácter y trato amable, poco a poco se fue ganando el aprecio de sus patrones –quienes le pagaban la estratosférica suma de 70 pesos semanales por familia porque “no podían pagar mas”-, pues además de que es servicial, no bebía o se ausentaba de su puesto como pasaba con los anteriores vigilantes con muchísima frecuencia. Pero el sábado las vidas de Arturo y su familia cambiaron para siempre.
Pasada la una de la madrugada del domingo, la esposa de uno de los residentes salió de su casa pidiendo auxilio, pues había sido golpeada –como tantas veces antes- por su marido, por lo que Arturo la resguardo en la pequeña caseta de la entrada, en donde apenas cabía su catre y un pequeño baño. El marido de la mujer llegó a la caseta y soltó tres o cuatro balazos, aparentemente sin consecuencias, para después retirarse a su domicilio. Ante esta situación, Arturo buscó a su familia quienes residen cerca de ahí y volvió con su hermano, esperando también la llegada de su padre. Cuando Arturo llegó a la caseta, el violento sujeto le envía a su chofer quien le dice que su jefe quiere verlo, así que Arturo se dirige en compañía de su hermano a la casa del tipo. Cuando Arturo está frente a este hombre se da cuenta de que el tipo le apunta con el arma, por lo que trata de alejarse, tan solo para recibir un balazo que le entra por la nuca y le sale por el cuello y caer al suelo sin conocimiento. El hermano de Arturo trata de inmediato de ayudarlo mientras el asesino comienza primero a tratar de enterar al vecindario –que se encontraba “durmiendo” en sus domicilios- que lo trató de robar, mientras el chofer ante el reclamo del recién llegado padre de Arturo –“...pero ¿porqué lo hizo, porqué?”- contesta fríamente “¿Qué quiere que haga? Es mi jefe.” Su hermano de Arturo no está dispuesto a dejar que el agresor escape y corre a cerrar el portón de la entrada, mientras el tipo a grito abierto ordena a su familia que se apresuren, que tienen que irse. El chofer de este hombre se acerca a la puerta y ante la negativa del hermano de Arturo para dejarlo salir le dice “No seas inconsciente, voy por una ambulancia”, por lo que le abren el portón y esa es la señal que el criminal esperaba, porque da un tremendo arrancón y sale a toda marcha tras el auto de su chofer; los habían engañado y Arturo seguía desangrándose y sin auxilio alguno. A la vuelta de la privada hay una patrulla resguardando permanentemente la casa de un ex gobernador y se les pide ayuda para después salir en persecución y finalmente reportar que “se les escapó”. Los vigilantes de la privada vecina tienen identificado al agresor como una persona sumamente violenta.
La madre de Arturo tuvo la mala suerte de llegar y encontrar a su hijo tendido en un charco de sangre y sus gritos no pueden describirse con palabras. Arturo ha sido diagnosticado con muerte cerebral, su estado es delicado; en este momento es intervenido por mero trámite y sus esperanzas son nulas. Hace menos de año se había casado en Oaxaca y tiene una bebita de dos meses. El asesino parece que logrará evadir a la justicia, pues además de ser abogado “de gente importante” está casado con la hermana de una nuera de un gobernador con carácter de raticida.
Esto me es doloroso, cada letra y cada frase es difícil de plasmar en este texto. Los vecinos escucharon balazos y gritos, hubo un testigo de los hechos, sin embargo nadie salió, nadie hizo una llamada a la policía o a una autoridad, de hecho se enteraron de los hechos hasta la mañana de ayer domingo, día en que, por cierto, nadie quería involucrarse e inclusive un vecino negaba que el asesino pudiese haber matado a Arturo “porque era mi cuate y era a todo dar” y dijo que quizás Arturo quiso meterse a la casa a violar a alguien. ¿En que nos estamos convirtiendo? ¿Porqué carajos no podemos hacer nada por nuestros vecinos, por nuestros conciudadanos? ¿Por qué nos estamos acostumbrando a la violencia y a aceptarla siempre y cuando no nos afecte? Lo más triste de todo esto es la impunidad. ¿Porqué demonios, alguien que me explique, cualquier imbécil puede sufrir un ataque de prepotencia, neurosis, ocasionado por un pasón o lo que sea, sacar un arma y matar a una persona con total impunidad? ¿Por qué tenemos que estar expuestos a esto? ¿Porqué en lugar de tratar de hacer equipo contra la violencia escondemos nuestra cabeza como avestruces, porque cada quien debe de rascarse con sus propias uñas? ¿Acaso no es mejor linchar a un criminal –con todas las implicaciones y consecuencias que esto trae- que permitir que un crimen quede impune por no apoyarnos?
Arturo no era mi amigo, apenas lo veía un par de segundos cuando visitaba esa privada, sonriente y amable, no conozco a su familia, conocí los hechos y eso me basta para darme cuenta de lo rápido, de lo inmediato que la vida puede cambiar para una familia y de los solos que estamos en este México. Señores, por favor, si ven un delito o un crimen, ¡denúncienlo! No sean cobardes, porque si en un momento dado, Dios no lo quiera, estamos en una situación similar lo menos que desearemos es que alguien nos escuche y nos ayude aun en las sombras, con una llamada, con un grito, con lo que sea, porque no puedo quitarme de mi cabeza que si los vecinos que escucharon hubiesen salido quizás la historia sería diferente.
¿Porque escribo esto? Por lo que siempre motiva a este servidor, porque pienso que la participación puede hacer que las cosas cambien, que la justicia se aplique, que las cosas mejoren. ¿Que si me preocupa, como me han dicho un par de personas que pueda haber represalias por lo que escribo, en especial por la columna de hoy, por mencionar -que no involucrar- a un gobernador o a otra autoridad? ¡Claro que sí! ¡Ni siquiera me pagan por hacer esto! Pero no puedo quedarme callado, no cuando ocurren tragedias así, no cuando sé que si no denuncio estos hechos los llevaré en mi conciencia por el resto de mi vida, como sé que los llevarán aquellos que pudieron darle a la historia de Arturo otro final mas amable. Ojala su inminente muerte sirva de algo, ojala logre que algún lector cambie su actitud y su punto de vista en el futuro.
Arturo, a pesar de no conocerte lamento infinitamente lo que sucedió, espero estés realmente en un lugar mejor, con todos aquellos que han sufrido una tragedia similar y que esperan que la justicia divina sino la terrenal haga su parte. Descansa en paz. Gracias por leerme, especialmente hoy. |