La Visión de Hoy

Siempre igual.

Rosario Robles ya es la nueva presidenta del PRD y llega a esa posición con la difícil tarea de devolverle la credibilidad perdida al partido y de convertirlo en una verdadera opción para los electores de México, sin embrago, de inicio nos damos cuenta que su discurso sigue siendo el mismo, que la unidad partidista es algo que todavía está lejano y que le devolverá a Cuauhtemoc Cárdenas su lugar como gurú del partido, papel que ya desempeña en Michoacán.

Los perredístas seguramente añoraron otras épocas, ya que la convocatoria genero la presencia de, a lo mucho, tres mil personas – contando los acarreados, que los hubo en buen número, sobre todo por parte de los líderes de ambulantes – y desde la presentación de los ganadores se notaron las diferencias resultados de la guerra interna que desató esta elección, ya que mientras Robles recibía una ovación, el Secretario General electo, Raymundo Cárdenas era abucheado, lo que causo preocupación entre la cúpula presente.  Reconoció el fracaso del proceso electoral del partido y fijando su posición ante el gobierno federal, Rosario no ve errores en el congreso, al contrario, todo resulta ser una excusa del gobierno federal ante su incapacidad para cumplir sus promesas de campaña y parte de una estrategia bien planeada para continuar tratando de privatizar el petróleo y la electricidad y de gravar las medicinas y alimentos.  También dedicó un espacio a alabar a Cuauhtemoc Cárdenas por su lucha a través de estos años y de quien dijo “está ya en las páginas de nuestra historia, pero más importante aún, está en el corazón de millones de mexicanos y mexicanas”.

Como se puede observar, la nueva presidenta del PRD no cambia con el paso del tiempo sino que sigue viendo al mundo igual y además, como que no coinciden sus ideas con los hechos, por ejemplo, reconoció las deficiencias y cuestionamientos que presentó la elección interna del partido y prometió limpieza y claridad para la próxima vez, pero mientras tanto, aceptó que se le presentara como ganadora; creo que hubiera sido más aplaudible que hubiese rechazado el puesto y solicitara una nueva elección que despejase toda duda, porque en este momento gana en la misma forma que Salinas en el ’88, con la sombra de la ilegalidad.  Habla de un partido unido, sin división por ideologías y de una presidencia con apertura, pero ella se dedicó durante todo el proceso a desacreditar a la presidencia saliente, a las personas que manejaron el proceso electoral y a sus rivales de contienda, utilizando adjetivos tales como “corruptos”, “mapaches”, “manipuladores”, “favoritistas”, etc.  Dice estar dispuesta al dialogo con los otros partidos y con el gobierno federal, pero desacredita a este último de entrada, dándole de antemano la razón al congreso sin análisis o al menos argumento alguno, a no ser los señalamientos de costumbre.  Concluye mostrando su sumisión e idealismo total a Cuauhtemoc Cárdenas por su lucha democrática y su arraigo popular sin considerar que este personaje, con sus constantes intromisiones y comentarios fuera de lugar al tratar de seguir manipulando al partido, ha terminado por causar fisuras demasiado grandes en el PRD.

Conviene recomendarle a Rosario que procure ver hacia delante, que vea que el PRD poco a poco se ha ido transformando en un clon del PRI, con sus mañas y viejos vicios, que deben ser selectivos en el futuro con sus militantes, porque de inmediato aceptan a quien consideraban corrupto y hasta asesino – como uno de los últimos gobernadores de Michoacán – tan solo porque abandonan al PRI y en ese momento se convierten en ejemplo de demócratas.  Debe darse cuenta que está cayendo en el ejemplo de su adorado Fidel Castro, manteniendo un discurso que urge renovar, ya sabemos de memoria frases como “transición”, “grandes problemas nacionales”, “esquemas de contenido social”, “interés nacional”, “contra el neoliberalismo”, “por los derechos de las mujeres”, “primero los pobres”, inclusive ahora incorporó la frase de “Marcos” “los rostros del color de la tierra”.  Por lo que toca a Cárdenas, alguien debe decirle que no toda la gente puede obnubilarse con la imagen del “líder moral” como ella lo hace, negándose a ver a su ídolo de otra forma.  Cárdenas perteneció toda su carrera política al PRI, ocupó diversas posiciones hasta llegar a la gobernatura que heredó a su hijo en ese partido – y que no me digan que en ese tiempo el PRI era democrático o entonces porque no abandono al partido -; fue hasta 1987, cuando al ver que su ambición por la presidencia no lo favoreció que sale del PRI para lograr el sueño de regresar a su casa de infancia.  Si trata de convencerme que una persona que ha sido 4 veces candidato por su partido – 3 en elecciones federales y 1 en elección local – no es el ejemplo de la falta de democracia en un partido, entonces es que el partido no cuenta con otras personas con capacidad, además “el ingeniero” – como le encanta a Robles llamar a su patrón – nunca ha dejado de influir en las decisiones del partido, a pesar de que según él “es solo un militante más”.

Si Rosario quiere mejorar al partido, deberá empezar a cambiar ella misma, olvidarse del pasado y los “liderazgos morales” y tratar de unificar y reposicionar al partido con base en propuestas y no en protestas.  Empezó mal, pues después del discurso de Robles, Jesús Ortega dijo que esperaba que llevase a cabo sus dichos y que estos no se queden solo en palabras.  ¿Cuál unidad?

OTRO…

Otro lío en puerta para el gobierno federal.  Su decisión de apoyar una visita para la verificación de los derechos humanos en Cuba ha comenzado a provocar que los congresistas castristas se desgarren las vestiduras y se preparen a defender al vetusto tirano.  Un tema que dará mucho de que hablar y que vuelve a poner a Castañeda en la tablita.

Recuerden que este es mi punto de vista personal.