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La calle-Luis González de Alba
El nuevo Cárdenas
Publicada el 4 de abril de 2005
¿Por qué Cuauhtémoc
Cárdenas ahora sí y antes no? Porque sus propuestas han cambiado y son
acordes con las que otros dirigentes socialistas han empleado para levantar
de la pobreza sus países. El reparto de bonos a los ancianos es justo, pero
el dinero para esa caridad debe salir de alguna parte. España no dejó su
tradicional y gitana pobreza con beneficencia (que siempre es necesaria),
sino con una modernización económica radical, emprendida por el gobierno
socialista de Felipe González. Por los campos de La Mancha surgieron sobre
las lomas bosques de molinos de viento, muy diversos a los embestidos por
don Quijote: blancas y esbeltas torres productoras de electricidad por
viento. No hay restricciones para que un particular produzca y venda
electricidad. Hay marco legal, hay obligaciones por cumplir, hay requisitos.
Lo que no hay son prohibiciones.
Las compañías petroleras españolas van por el mundo compitiendo con todas
las grandes.
Son magníficos negocios, mientras Pemex se nos muere en manos de la mafia
sindical y burocrática que se denomina a sí misma “la Nación”. Cuando nos
dicen que el petróleo es de todos los mexicanos mienten con la desvergüenza
que les da la repetición de frases hechas. El petróleo no es mío ni es de
usted: es del sindicato multimillonario y es el “cochinito” del gobierno.
En Chile, el socialista Ricardo Lagos sólo es sucesor del presidente Allende
en que ambos surgieron del mismo partido, pero en las ideas sigue el camino
exactamente opuesto a las expropiaciones, nacionalizaciones y cotos
exclusivos de la economía para el gobierno.
Por eso Fidel Castro no ha ido a visitarlo, ni le ha regalado una
metralleta. Lagos se ha empeñado en abrir el comercio chileno al mundo, en
recibir inversiones extranjeras en todas las áreas de la economía. En todas
sin excepción. Y así lo dice públicamente. Es lo que está haciendo China
comunista: bienvenido el capital extranjero en todo, incluida la
hidroeléctrica más grande del mundo. Aquí en México, buena parte de la
izquierda mexicana piensa como el presidente Echeverría, Manuel Bartlett y
Pablo Gómez: que la Nación es una señora cuya virtud les ha sido encargada.
Los malvados la acosan.
Mientras ellos le cuidan el himen, Tamaulipas está flotando en un mar de
gas... y México importa gas porque ningún empresario, mexicano o extranjero,
tiene permiso para extraerlo y venderlo. “Es propiedad de la Nación”, nos
dicen, como les dicen también a los bolivianos: otro país en la miseria.
Pemex abre plantas en Texas, donde crea empleos para texanos... e
indocumentados que se pasen el río, y así evade una legislación que parece
ideada por nuestros peores enemigos. Todos los países petroleros son países
llenos de pobres: Arabia, Irak, Irán, Venezuela, México: se creen el cuento
del “oro negro”. El futuro del petróleo está en la petroquímica. No falta
mucho para que los autos funcionen con hidrógeno y nos traguemos nuestras
reservas petroleras.
Las propuestas de Cárdenas van en el sentido de Felipe González y Ricardo
Lagos. Y una virtud más, que en su partido es rara como perla: enmienda
errores, escucha y no responde con soberbia cuando pierde en un juzgado. Al
frente de la Ciudad de México hizo nombramientos de jefes policiacos que más
vale olvidar, pero los corrigió en días; perdió ante tribunales y jamás
respondió “pues no pago y háganle como quieran”: acudió a la siguiente
instancia legal no a “movilizar masas”. Es un hombre respetable que haría un
gobierno sin gritos ni sombrerazos. Por eso debe ser el candidato de la
izquierda civilizada y dejar que los Bejarano, los Ponce, las Padierna con
sus huestes de lumpenizadas y corrompidas clientelas transferidas del PRI,
pongan su candidato, ese que llama “Nuevo Proyecto de Nación” a las viejas
tesis de Echeverría.
¿La ley o el chantaje y los machetes? Las autoridades, al tomar posesión de
sus cargos, juran cumplir la ley y hacerla cumplir. Cuando no imponen la ley
tenemos casos como la ocupación del Canal 40 por golpeadores enviados por
Televisión Azteca para aplicar por sí misma su justicia. El asunto sigue
impune todavía. Resulta aún peor cuando son las autoridades las que no
respetan la ley porque entonces los ciudadanos quedamos en absoluta
indefensión: la de quien ve su amparo, difícil y costosamente obtenido, su
último recurso legal ante un abuso de la autoridad, roto en su propia cara,
al grito de “tu amparo me hace lo que el viento a Juárez.” En ese momento
sabe que no tiene más opción sino salvar lo que pueda y cambiar de país. Hay
millones que huyen de México por no encontrar empleo. Miles se van por
inseguridad legal.
Por eso resulta ejemplar que el caso de un gobernante relapso en sus
desacatos, uno tras de otro, como el alcalde del DF, llegue a la Cámara de
Diputados, órgano encargado de retirar la impunidad de que gozan todos
nuestros gobernantes. Último ejemplo de esa impunidad lo dio el diputado
Coca, perredista, descubierto con un paquete de mariguana en el
aeropuerto... enseguida esgrimió su fuero diputadil para no ser detenido.
Otro, también del PRD, echaba arrancones callejeros en su estrafalaria
motocicleta, ahogado de borracho y, cuando alguna patrulla pretendía ponerlo
en orden, se topaba ante el fuero. Ya basta.
En México hubo una guerra civil, a mediados del siglo XIX, cuando los curas
defendieron su derecho al fuero, esto es, a no ser juzgados como cualquier
ciudadano. La rebelión se alzó al grito de ¡Religión y Fueros! Al parecer,
nos urge una nueva guerra civil ante la contumaz defensa que los políticos
hacen de su fuero o sea de su impunidad.
La palabreja es tan técnica que la gran mayoría de las personas la están
oyendo por primera vez en estos tiempos. Propuse una encuesta a este diario:
preguntar 1) Los políticos de alto nivel no pueden ser detenidos ni juzgados
sin permiso previo de la mayoría de los diputados, ¿así deben seguir?
Predicción: un no rotundo. La gente quiere que se aplique la ley por parejo.
2) Hacer la misma pregunta empleando “fuero”. Se tendrán respuestas confusas
y variadas: el común de las personas no entiende el término.
El colmo: AMLO regaña a la prensa por quitarle reflectores y dirigirlos a la
muerte del Papa. ¿Parte del compló?
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