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La calle-Luis González de Alba
Diccionario político
Publicada el 21 de marzo de 2005
Populismo.
Es la receta que dice: la solución a la pobreza es muy simple: hay que darle
dinero a los pobres. ¿De dónde? Del que fabrica el gobierno en su fábrica de
billetes. Quienes digan que eso producirá un déficit porque el capital no se
imprime, se crea primero con inversión y trabajo, y luego se representa en
billetes, es porque son los eternos enemigos del pueblo. ¿Y por qué son
enemigos del pueblo? Porque son malos, pertenecen a una clase social enemiga
por naturaleza. Populismo NO es abrir fuentes de trabajo ni establecer
sistemas de becas para alumnos aventajados y sin recursos para seguir
estudiando. NO es construir sólidos sistemas de pensiones para la vejez de
quien trabajó toda su vida. Eso NO es populismo, eso es justicia social.
Populismo fue lo que hicieron dos presidentes: Echeverría y López Portillo:
gastar más de lo que ingresaba al presupuesto, endeudar el futuro para
controlar el presente. Hay el dicho: A quién le dan pan que llore. Muy
cierto, pero si cargamos la cuenta a la tarjeta de crédito, más allá de
nuestra capacidad de pago, compramos la popularidad del presente a costa del
derrumbe del futuro. Los doce años de Echeverría y López Portillo todavía
los estamos pagando; esa “docena trágica” produjo, con sus políticas
populistas, las posteriores crisis con devaluación, huida de capitales e
inflación galopante; produjo el endeudamiento que todavía nos agobia, entre
otros motivos porque el otro López hundió la banca mexicana al arrebatarla a
los dueños y ponerla en manos de sus burócratas, que la dejaron hecha un
Banrural y luego malbarataron.
El populismo ayuda a los pobres de hoy pero les cobra el favor: hoy lo cobra
en apoyo político. Lo hizo el PRI durante 70 años. Y lo cobra, más caro,
mañana, en desempleo, inflación (que afecta primero a los asalariados porque
el dueño de un estanquillo o puesto de verduras si más caro compra, más caro
da; pero el asalariado recibe la misma paga) y parálisis económica.
Populismo, en fin, es pagar a los hijos todos sus gustos, a cargo de la
tarjeta. No los que podemos pagarles, sino todos los que merecen, y, en un
año perder hasta la casa en el embargo y estar con los hijos en la calle.
Fuero. Es la inmunidad que la Constitución otorga a la clase alta de los
gobernantes: diputados, senadores, ministros de la Suprema Corte y muchos
otros altos funcionarios no pueden ser detenidos si cometen un delito, sea
cual sea. Si no pagan la cuenta en un restorán, si roban una cajita de
maquillaje, si no respetan un alto o si estrangulan a su cónyuge, no pueden
simplemente ser detenidos. La legislación establece que, primero, la Cámara
de Diputados debe resolver si lo entregan o no al juez. Para eso se lleva a
cabo un “juicio de procedencia”, eso significa que los diputados resuelven
si procede o no entregar el alto funcionario al juez que lo solicita.
Entiéndase: los diputados no juzgan si es culpable o inocente porque esa
decisión pertenece al Poder Judicial. Entonces ¿qué hacen? Valoran el caso
presentado por la PGR y se limitan a responder que es posible, quizá, tal
vez, que el funcionario X haya incurrido en la falta que se le imputa y
entonces, porque hay duda razonable, no porque sea culpable, lo ponen a
disposición del juez que lo está solicitando. Es el juez quien resuelve si
el funcionario es culpable o inocente. Quien solicita el retiro de la
inmunidad, o fuero, es la Procuraduría a petición del mismo juez que lleva
el caso. El diputado nomás protege o desprotege al funcionario.
Desafuero. A ese procedimiento legislativo, que no prejuzga, nomás entrega
el caso a un juez, se le llama desafuero. Consiste, nada más, pero nada
menos, en admitir que el caso de un intocable sea tocado por el tribunal
correspondiente.
Educación laica. La escuela pública es una invención reciente cuya finalidad
es enseñar a los niños cómo funciona el mundo, NO cómo ir al cielo (gloso a
Galileo). Los padres tienen el derecho a educar a sus hijos en la religión
que se les venga en gana, incluida la no-religión. La religión es parte de
la educación que se recibe en casa, como los principios éticos, los modales
en la mesa y el control de esfínteres.
Que el mundo gira es un hecho y por lo mismo pertenece a la enseñanza
pública; en cambio, cuándo y cómo se controla cada esfínter varía en cada
familia, como varía la receta para ir al cielo. NO es, como afirmó José Luis
Soberanes ante el Senado, que la educación laica deje al padre sin el
“derecho a ejercer ese derecho humano.” ¿Cuál? Uno nuevo, recién inventado
por nuestro ombudsman. Dice el presidente de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos que la enseñanza pública laica va contra los derechos
humanos. Lo cual es un soberano disparate de una mente nada soberana. ¿No le
da vergüenza?
Derechos humanos de los niños. Los niños tienen el derecho humano a no ser
traumatizados con miedos y terrores. Por lo mismo, no deberían recibir
ninguna enseñanza religiosa, ni en sus casas, mientras no lleguen al pleno
uso de razón, única forma de distinguir entre creencias razonables y
ridiculeces. Sembrar ansiedad en la infancia es un claro abuso infantil y va
contra los derechos humanos de los niños, que lo hagan los padres debería
ser una agravante, y perseguirse legalmente más que la paidofilia, pues hace
más daño y lo hace siempre. Ombudsman que no entiende el proceso
civilizatorio de la educación laica, los derechos de todas las creencias a
permanecer en al ámbito privado, debería renunciar. Si, además, los crímenes
de Ciudad Juárez le dan sueño y cae dormido, a Soberanes se le debería pedir
su renuncia.
Abyección. Incurre en oportunismo abyecto el gobernante de religión
protestante que regala terrenos públicos para un lucrativo negocio de la
Iglesia católica a cambio de propaganda en los púlpitos. Y en delitos
tipificados en la sección “Delitos cometidos por servidores públicos” del
Código Penal.
Simonía. Es el pecado que cometen los curas cuando venden su apostolado.
Remember la venta de indulgencias, gota vaticana que dio inicio a la Reforma
de Lutero.
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