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La calle-Luis González de Alba
Lo público y lo privado
Publicada el 14 de marzo de 2005
Que un funcionario sea
homosexual es tema de su vida privada. Pero, si por serlo, despide a todas
sus empleadas y llena los puestos con jovencitos a su gusto, el asunto
pertenece a su vida pública. Y, ni modo, debe uno hablar de su
homosexualidad para entender una acción pública.
Que una jovencita embarazada cambie su lugar de residencia, nombre y
apellidos, también es asunto privado. Que se ponga nombre de jarabe para la
tos es muy su gusto. Pero que una candidata a un puesto público tenga cuatro
diversas identidades (más las que aparezcan) es asunto público, legal,
jurídico, que constituye delito si hubo más de un registro. Una cosa es cómo
desea que la llamen y otra cómo aparece en documentos oficiales: ámbito
absolutamente público. Le pueden decir Yeidckol, o Yeyi; pero, si en el
proceso de inscribirse como candidata le aparecen varios nombres, hay no
sólo delito sino grave sospecha: ¿hacer gobernadora a quien no saben sus
electores ni cómo se llama?
Yo me quedo con la versión de Manuel Ávila Camacho: “Aunque quisiéramos
negar el parentesco no podríamos: bastaría con verla: si es igualita a mi
tía...”. El parentesco tampoco la inhabilita. En todo caso vuelve extraño
que sea candidata por el PRD, pero eso y más hemos visto en tal partido. Fue
mucho peor lanzar de candidato al priista acusado de asesinar perredistas.
Esa es inmejorable, aquí y en el mundo entero. El vicio de origen en la
candidata del PRD a gobernar el Estado de México está en el Registro Civil.
Así de sencillo.
En defensa de AMLO
La infancia de una personalidad pública también debería pertenecer siempre
al ámbito de lo privado. Pero los rumbos del PRD se solazaron, hace 17 años,
en el accidente por el que los niños Salinas de Gortari mataron a una
sirvienta. Que otro niño tenga la desgracia de matar a su hermano mayor
tampoco es asunto que deba ventilarse más de 40 años después. Primero
porque, si fue accidente, en la culpa lleva la penitencia. Y si no lo fue,
el delito está prescrito hace más de 20 años. Lo leí por primera vez aquí en
MILENIO, en la muy citada columna Arsenal de Francisco Garfias: que Andrés
Manuel López Obrador había matado a un hermano. No entraba en detalles.
Supuse que al día siguiente tendríamos un alud de aclaraciones por parte del
gobierno de la ciudad. No hubo nada. Ahora es Flor Berenguer quien provee
los pormenores: “El 14 de mayo de 1962 mató con un revólver calibre 22 a su
hermano José Ramón.” Andrés Manuel tenía nueve años. La familia entera huyó
a Agua Dulce, Veracruz, para evitarle el proceso.
El dato de la infancia no tiene valor para medir al adulto. Pero sí da pie a
destacar la doble moral del PRD: cuando se trató de niños en el bando
enemigo, era parte válida de la campaña, aunque el tiro se le escapara a
Raúl y no a Carlos. Estuvo mal entonces y mal ahora, pero olvidan el dicho:
el que se lleva se aguanta.
Respuesta a cartas
Es política interna de MILENIO que los colaboradores respondamos a los
lectores en nuestros propios espacios. Marín y Arreola dan muestra abundante
de disciplina. Pero quienes tenemos columna semanal nos vemos en total
desventaja porque respondemos tarde o en cartas nos aceptan cuando mucho un
par de breves párrafos, sin importar cuán larga haya sido la perorata en
contra.
El señor Ismael Íñiguez me exige (lunes 7): “...no se le olvide que Ponce y
Bejarano están en la cárcel.” Como si fuera eso mérito de López Obrador.
No, no se me ha olvidado jamás. Pero mi lector hace como que olvida que a
Ponce lo puso sobreaviso el propio López Obrador con su promesa de tenerlo,
al día siguiente por la mañana, frente a la prensa para darle “oportunidad
de explicar” cómo podía volar a Las Vegas dos veces al mes y hospedarse en
uno de los hoteles más caros del mundo: todo con salario de secretario de
Finanzas del DF; que lo ocultó el PRD en territorio “libre” de toda ley
“burguesa”, en Tepoztlán, Morelos, y que no lo detuvo la Procuraduría
capitalina, sino la federal, la PGR.
También “olvida” que a René Bejarano: 1) Hicieron todo por no detenerlo, 2)
Fundaron la acusación débilmente para dejarlo libre, 3) Cuando se vieron
obligadas a detenerlo, las autoridades del DF no lo pusieron en la cárcel:
lo instalaron en una suite adaptada con varias celdas, 4) Estuvo a punto de
quedar libre, de no ser por la PGR que se apresuró a cargar lavado de dinero
en sus delitos. Y sigue sin informar dónde quedaron los dólares que se
embolsó. “Es que no nos lo quiere decir”, fue la respuesta del pobrecillo
Bátiz, procurador capitalino que a veces da lástima. Nada de eso se me
olvida.
Dice que no menciono el Paraje San Juan, en cuyo caso El Peje evitó un gran
fraude. 1) El caso sí deberían olvidarlo los pejedefensores porque es una de
las peores vergüenzas de su equipo abogadil: no respondieron ni en tiempo ni
en forma a las diversas instancias, perdieron el pleito legal, respondieron
“pues no pago”, y cuando tuvieron el agua al cuello... los quiso salvar Fox:
su Secretaría de la Reforma Agraria declaró que el terreno era de la nación.
Vano intento: está en los diarios la continuación del asunto y el pleito por
el precio a pagar. Respecto de El Encino, declara mi lector muy orondo: “Es
una tontería porque ni siquiera está construido nada en ese famoso Encino”,
con lo cual el pejedefensor contradice a su defendido, pues López Obrador
admite que allí le construyó “una calle a un hospital”, un muy caro
hospital, por cierto, y no clínica del Seguro.
“Qué casualidad que ahora que se acercan las elecciones le dan con todo...”.
No, no es casualidad, sólo un ingenuo puede suponerlo: es el ataque feroz y
sin misericordia de los oponentes que están encontrando material en
abundancia y de primera creado por el propio López Obrador. Porque Bejarano
y Ponce no fueron colados a sus altos puestos por Fox, con maquiavélica
maldad: son colaboradores cercanos, amigos, confidentes, cómplices por
acción o por omisión, secuaces de López Obrador. Y los defendió hasta donde
pudo.
Y sobre la absoluta falta de transparencia en la asignación de obras, y
sobre el endeudamiento capitalino que pagaremos tapatíos, sonorenses y
yucatecos ¿no dicen nada los pejeabogados? Nada.
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