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La calle-Luis González de Alba
Miente, que algo queda
Publicada el 3 de
enero de 2005
Lo
importante es
saber qué hacían en Tláhuac los agentes de la PFP”, dice el jefe de Gobierno
del DF. “Lo importante es ir a levantar un acta sobre los niños robados”,
dijo la delegada cobarde que echó a correr llevándose toda su autoridad con
la cual pudo evitar que tres personas fueran linchadas y dos quemadas vivas.
“Lo importante es mostrar las intenciones tras de los videos de Ponce
jugando en Las Vegas y de Bejarano embolsándose los fajos de dólares”, necea
la parte más envilecida del PRD. La misma técnica: no importa el delito,
sino las razones de quien lo denuncia.
Debemos entender, pues, los ciudadanos, que el linchamiento estaría más
justificado si la PFP investigaba al EPR. Algo muy siniestro se está
cocinando en la política perredista. Jorge Fernández ha destacado en MILENIO
las similitudes con la toma de regiones peruanas por las fuerzas de Sendero
Luminoso y los escarmientos a las fuerzas policiacas que osan penetrar.
Recordemos los “municipios autónomos” de Chiapas, fuera de todo control
legal y de los que, como en Cuba, a los inconformes sólo resta huir. Y que
Ebrard esté metido en el asunto, no es secundario. Ebrard es Camacho y
Camacho es la parte más oscura del levantamiento zapatista. ¿Qué planeaba el
Gobierno del DF en Tláhuac? ¿Qué fue puesto en riesgo por la PFP? Allí no
hubo negligencia, ni siquiera negligencia criminal, hubo complicidad clara y
llana. La mejor prueba es que la delegada llega, se entera y huye. Como dijo
que lo importante era levantar un acta, pudo decir que se le había corrido
una media. Lo importante era dejar el campo a los ejecutores ¿y escarmentar
a las fuerzas públicas que se internen en esos futuros “municipios
autónomos”?
Ayer relató así Alfonso Cruz en La Crónica los graves hechos ocurridos en
Oaxaca: “La intervención de la policía estatal evitó el linchamiento de la
diputada del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Agustina Acevedo
Gutiérrez, quien junto con otras 38 personas identificadas con el mismo
partido, fueron secuestradas por más de tres horas y retenidas en el palacio
municipal de San Blas Atempa, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca.
“(...) Unos 20 individuos armados, y cubiertos de rostro con pasamontañas,
pero identificados con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la
llevaron arrastrando al interior del palacio municipal junto con unas 38
personas más, que intentaron defenderla.
“Lo que pudo haber sido la repetición de los hechos en San Pedro Ixtayopan,
en la delegación Tláhuac, se registró ayer, cuando se llevaba a cabo la
ceremonia del cambio de poderes en esta comunidad y que, finalmente, deja un
saldo de tres detenidos, 20 heridos leves, un policía con fractura en la
nariz, tres autos incendiados y la legisladora herida levemente (...). A la
llegada de los uniformados, grupos de 200 personas se apostaron en cada una
de las esquinas del palacio municipal. Amenazando con quemar viva a la
legisladora lanzaron piedras, palos y bombas molotov para impedir que la
policía se acercara, quemando incluso tres vehículos (...). El director
general de Seguridad Pública, José Manuel Vera Salinas, encabezó entonces un
operativo, en el que utilizando gases lacrimógenos, los uniformados se
abrieron paso hasta llegar al edificio municipal y finalmente lograron
rescatar a la legisladora, a quien subieron en una ambulancia.
El saldo del enfrentamiento fue de por lo menos 20 personas con lesiones
leves, entre perredistas, priistas y policías.” Eso es todo: ni masacre de
una multitud rijosa ni impunidad. ¿Parece muy difícil?
Al parecer sí lo es porque, en vez de acciones claras, se nos sigue
asestando la cantaleta de que “hay intereses políticos”, como descubre todos
los días el gobernante del DF para descalificar los señalamiento de sus
corrupciones e ineptitudes. ¡Y claro que los hay!, como los hubo cuando se
creyó descubrir toallas de a tres mil pesos para Los Pinos (que el dato
resultara falso no impide que se repita). El error le costó el puesto al
responsable. Así debe ser. Todo político sabe (y López lo sabe, pero se hace
que no) que sus errores serán capitalizados por la oposición. ¿Quién no
difundiría un video de Marta Sahagún comprando un collar de diamantes en
Tiffany's? Todos los medios (y ya hasta lo tenemos olvidado) nos presentaron
al Niño Verde preguntando cuánto le iba a tocar por un permiso en la zona de
Cancún. ¿Complot? Sí, pero en ese caso se valía.
No, no: López no es ingenuo cuando pide “no politizar” casos que son
obviamente políticos. No es candoroso ni sencillo: va un paso adelante: dice
a los que sí son ingenuos que él es el único lirio del valle. Y le creen,
precisamente porque son ingenuos.
Hubo “intereses políticos” y no literarios cuando el alud de chistes al
desliz presidencial sobre el “novelista José Luis Borgues”. Y eso que el
dato no tenía importancia alguna, pues no elegimos a Fox por sus
conocimientos literarios (aunque no le sobrarían) ni esa ignorancia es lo
que le impide gobernar. Por cierto, ¿cuántos de quienes hicieron mofa habían
leído siquiera algo de Borges? Fue una campaña política hecha con saliva y
aire. En cambio, no es menor asunto ver a un secretario de Finanzas jugando
cada tres semanas como “cliente consentido” de uno de los hoteles más caros
(y feos) del mundo.
“Yo no sabía” es la respuesta eternamente esgrimida por el jefe de Gobierno
del DF. Pero cualquier jefe que no sabe cuánto se ausenta el subordinado ni
en qué auto anda ni qué casas se compra ni qué transferencias hace, es una
de dos y no hay más: un corrupto cuyo silencio está comprado por alguna
razón indecible o un pobre diablo que realmente no se entera de lo que
ocurre en sus narices. A escoger, pero ninguna de las opciones permite
gobernar.
Dios y el gran terremoto de Lisboa
El 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos y por eso mismo de
iglesias llenas de fieles, Lisboa fue sacudida por un terremoto que la
arrasó. La tremenda fuerza mató a 60 mil personas. El tsunami disparado en
1755 alcanzó 10 metros de altura. La sacudida se extendió por todo Portugal,
el suroeste de España y buena parte de Marruecos, en África. Como el temblor
mató sobre todo a quienes se encontraban atendiendo oficios religiosos y no
quedó iglesia intacta, eso disparó otro tsunami: uno teológico acerca de la
justicia divina. Eso, y la muerte de Franco en su camita (y la futura de
Pinochet en la suya), prueban de manera fehaciente que no hay tal cosa.
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