Cuando perdemos a un ser querido.

 

La mayoría de nosotros por no decir que todos hemos sufrido de la irreparable pérdida  de algún ser querido,  tal vez nuestros padres, el  esposo o esposa, hermanos, primos, hijos,  y estarán de acuerdo que es un dolor muy grande, superar la pérdida y darnos cuenta que nunca mas volveremos a ver a ese ser  querido puede resultar verdaderamente insoportable e incluso deseamos morir también nosotros para no sentir esa pena tan grande.

 

Dicen los que por desgracia lo han vivido que la  perdida de un hijo es el dolor más intenso que se pueda experimentar,  vaya pues para esas personas mi más sentido pésame y mi solidaridad con las amigas y amigos que  lo han padecido en algún momento de su vida, y que Dios  los Bendiga y nos libre a los que somos padres para que proteja a nuestros hijos de todo mal y de los peligros a los que están expuestos.

 

Todo lo que se le pueda decir a una madre o a un padre para tratar de suavizar ese dolor es inútil y a veces ni siquiera el tiempo puede curar esa herida tan profunda  ya que  el hijo o hija muertos sean de la edad que sean crean involuntariamente un terrible ambiente familiar,  sobre todo si el que fallece es hijo único pues deja un hueco imposible de ocupar.  

 

Muchas  madres llegan a perder la noción de las cosas y en  ese terrible dolor arrastran a su pareja y a sus  hijos vivos  en este sentimiento de pena y lástima pues la vida a su alrededor deja de funcionar,  muchas veces los  familiares tienen que hacerse cargo de todo incluso  los hijos a los que se debe cuidar y proteger  terminan atendiendo a esa madre que se convierte en un ser necesitado de ayuda y protección. 

 

Algunos psicólogos dicen que se debe cumplir con un  tiempo de luto y comenzar poco a poco a retomar las actividades y la vida misma, ¿pero que sucede cuando pasa el tiempo y los años y esa tumba sigue abierta?, entonces si que se está en un gran problema pues estos padres no han enterrado a su muerto y siguen de duelo con el sufrimiento a flor de piel, viven la vida sin vivirla y no dejan que los que están a su alrededor disfruten de la propia, no se quieren dar cuenta de cuanto sufrimiento causan y  hasta donde afectan a la familia, sobre todo a los hijos que además de lamentar la pérdida de un hermano o hermana también sufren por la pérdida de una madre pues ya no esta más al pendiente de sus otros hijos,  ya no disfruta de sus logros y de sus éxitos y  menos de sus necesidades pero ¿sabe qué?, no es justo  no se vale hacerles esto, no se vale volver  disfuncional a la familia pues en este dolor se vuelven  egoístas y pueden llegar hasta  a  provocar  involuntariamente enfrentamientos entre los hermanos, algunos se enfermarán para tratar de llamar la atención y puede que ocasionen problemas en un grito desesperado de ¡mírame por favor, yo aún  estoy  vivo(a)!

 

Para a algunas mamás o papás ya no existen los cumpleaños ni  las navidades los días festivos pueden resultar una tortura, y si además de todo estas personas caen en las famosas depresiones  se vuelven poco menos que un mueble que forma parte de la casa pero que no sirve para nada y solo cumple el cometido de llenar un hueco en ese rincón.

 

Muchos dirán que es fácil aconsejar cuando no se ha vivido o no se ha pasado por esta terrible experiencia y tienen mucha razón pero existen muchos  caminos para sanar esta herida tan profunda y  que seguramente también dejará una gran cicatriz pero aún con esta marca  quisiera recordarles a esas personas que esta vida solo tiene un boleto y es solo de ida, no hay retorno así que hay que vivir de la mejor manera posible, esforzándose por los seres que desinteresadamente les quieren y apoyan procurando  dejar de depender de quienes los “miman”  con expresiones de lástima diciéndoles cosas que quieren oír como:  “pobrecita de ti  no es justo lo que te pasa  tu tan buena,  pero no te preocupes yo estoy aquí para protegerte y que nadie te haga daño”.  Esto resulta  muy cómodo pero es insano y enfermizo  por que no les permiten darse cuenta de lo mal que están.

 

¿Y qué debe hacerse?  Pues yo no soy Psicóloga ni Tanatóloga ni nada que se le parezca  ni pretendo saber más que estos profesionales, solo quiero aportar mi granito de arena para esas personas que están pasando por esta terrible situación, y creo que lo primero que se debe hacer es “enterrar a  esa persona que ya no esta entre nosotros”, - conste que dije enterrar, no olvidar-,  dejarla en un lugarcito de nuestro corazón pensando que en donde se encuentre siempre estará mejor que con  el sufrimiento por el que estaba pasando y buscar la manera de rescatar lo bueno que aún nos ha dejado la vida,  tal vez   algún grupo nos ayude a comprender y a entender el porque de estas ausencias, a muchas personales les ha resultado muy satisfactorio refugiarse en su religión o buscan alguna otra  que llene sus expectativas, tener actividades altruistas resulta una buena terapia ocupacional pero que mejor altruismo que rescatar nuestra propia existencia y la de los nuestros. 

 

Tal vez un cambio total sería bueno, dejar atrás ciudades y gentes que nos recuerden el evento  e iniciar algo nuevo y distinto,  pero sobre todo amarnos y amar a los que aún están cerca de nosotros  para  tener una vida plena y mentalmente sana.  ¿No lo cree usted?

 

 

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