Miami.

 

Hace ya muchos años tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos y la verdad me gustó, pero por una u otra razón no me había sido posible regresar y fue hasta hace algunas semanas que lo volví a hacer.  Situación algo curiosa porque a veces cuando planeas y planeas un evento por algo no se da en cambio este viaje que surgió tan de repente increíblemente se me facilitó mucho, como si todos los obstáculos que surgían se fueran solucionando poco a poco. Para empezar  mi pasaporte ya estaba a punto de apergaminarse y mi visa que era de las permanentes -ya sabe, la famosa mica verde-  nunca la encontré a tiempo para realizar el cambio que se publicitó tanto en la Embajada Americana, así que eso y nada era lo mismo por lo que tuve que hacer todos los trámites nuevamente.   El pasaporte lo obtuve de un día para otro y para la visa me citaron un determinado día, mismo que  iba yo preparada a perderlo todo pues me advirtieron que no saldría en menos de 5 o 6 horas y que además me llevara conmigo prácticamente la historia de mi vida y así lo hice,  en un portafolio iba absolutamente todo lo relacionado conmigo, bueno hasta las boletas de estudio de mis hijos incluyendo copia de las escrituras de mi casa, actas de nacimiento, estados de cuenta, etc.,  cuando por fin me toco pasar con el señor Cónsul que me iba a entrevistar estaba yo lista para sacar papel por papel y entonces el  me hizo dos que tres preguntas:

-          ¿Conoces los Estadous Unidous?

-          Sí le contesté hace muuuuuuuchos años.

-          Y no has vueltou nunca.

-          No le dije, no se había presentado la oportunidad.

-          Aja, ¿y a qué vas?

-          Solo de paseo

 

Me pregunto que a qué me dedicaba, que con quién vivía, qué hacían mis hijos, como me mantenía y ya, me dijo que mi visa estaba autorizada y que la recibiría por correo en aproximadamente 4 semanas.  Me quito mi visa viejita y cuando la iba a partir en dos volteo a verme y se dio cuenta de la cara de puchero que yo  tenía pues iba a romper mi vieja foto.  Se me quedó viendo y me preguntó: ¿quieres conservar la foto?, si le dije, ¡bueno, okay!, y le corto una esquinita a mi visa.  No sé porque la quise conservar, la verdad no me favorecía mucho que digamos, tal vez  fue la nostalgia de épocas pasadas.

 

Ahora si ya estaba todo listo, mi viaje iba a ser gracias a una querida amiga que iría a un curso a Miami y pues la verdad era una ganga ya que el hotel a ella se lo cobraban igual doble que sencillo y había algunas invitaciones a comer por parte de sus colegas, así que solo había que preocuparse por el boleto de avión y algo de dinero para comidas extras y algunas frivolidades más.

 

Por fin se llegó la fecha y ahí vamos de madrugada al aeropuerto, pues ahora se tiene que llegar casi un día antes (exagere ¿verdad?), bueno 4 horas para documentar lo cual sucede como en media hora  y perder miserablemente el tiempo restante.  Nos hicieron los chequeos de rigor y al pasar a la sala de espera casi nos quitan las placas dentales y todo lo metálico que traíamos, -de regreso fue peor porque nos quitaron hasta los zapatos- nos instalamos listas a volar y por fin despegamos, para no hacerles el cuento mas largo después de casi tres horas poco más o menos llegamos al aeropuerto de Miami, bastante impersonal pero muy amplio ahí también nos revisaron todo y nos hicieron las preguntas de rigor.  Por fin abordamos un taxi y nos dirigimos al hotel que por cierto estaba bastante alejadito del centro y del aeropuerto así que tuvimos oportunidad de chequear a nuestras anchas las amplias avenidas, los pasos a desnivel, un bellísimo  viaducto y/o periférico o lo que vendría siendo el equivalente a los nuestros  incluyendo sus segundos pisos, que esos si son de a de veras no los remedos parchados del peje de gobierno, porque estos constaban de  5 o 6 carriles impecablemente limpios, amplios y perfectamente bien identificadas  las entradas y salidas de los destinos a tomar, ¿me creerá que nunca ví  ni un solo perrito atropellado, es más no ví ni un solo perro callejero en toda la semana que permanecimos ahí y  los que llegue a ver iban con sus dueños, muy bien cuidados y limpios con sus correas puestas y sin permitirles que hicieran sus necesidades en las calles. Me platicaron que ahí los perritos abandonados, son recogidos y llevados a una institución donde los vacunan, los bañan  y desparasitan para que puedan ser adoptados por personas que los quieran, igualito que en México ¿verdad?.

 

Ya instaladas recibimos nuestra primera invitación para ir a cenar con una pareja verdaderamente bonita, tanto física como moralmente y que nos dieron un rápido tour en automóvil por las principales calles y avenidas del centro: Coconout Grove, Bay Biscayne, South Beach. Coral Gables y muchos otros lugares de los que solo había oído por televisión y visto en las series americanas.  ¡Guau!, ahí estaba yo, esperando que apareciera por algún lado Ricky Martin o Gloria Estefan o ya de perdida la Chica Dorada,  pero creo que no tengo alma de paparazzi porque no apareció absolutamente  nadie importante, aunque les cuento que ahí toda la gente parece serlo o por lo menos esa actitud tienen y además le aseguro que ellos mismos se lo creen.

 

Fue una semana muy agradable, de visitas a los lugares más tradicionales de Miami y de comidas en ricos restaurantes aunque la verdad sea dicha, cada que mi amiga y yo veíamos los precios estuvimos a punto de que nos diera un supiritaco.  Claro que no llevábamos mucho dinero y tampoco era para comprar todo lo que veíamos, así que tuvimos que hacer nuestras cuentas y tratar de estirar nuestro presupuesto para que rindiera de domingo a domingo como dice la canción pero la verdad valía la pena, como esa tarde que nos sentamos a tomar unos deliciosos strawberry martinis en un simpático restaurante al aire libre con un buen amigo que nos acompañó, otra  lindísima amiga  nos llevó otro día a tomar las piñas coladas más ricas que he probado en un bellísimo hotel que yo creo era de 15 estrellas y no de 5, pues se notaba el lujo y la distinción, ahí estábamos nosotras sentadas y sintiéndonos stars disfrutando y observando el mar y la beatiful people además de que por la noche tuvo la delicadeza de invitarnos  a cenar en su casa y recibimos una atención estupenda por parte de ella y su amabilísimo esposo.

 

Otra querida pareja de amigos nos invitaron a un pueblo muy bonito “Homested” -creo que así se llama pero no sé si así se escribe y si no, pues una disculpa por el lapsus-, en el que escuchamos un concierto de un cantante folk, creo que se apellidaba Miller (haga de cuenta la versión gringa de Oscar Chávez), y aunque ya era un poco tarde y casi todo estaba cerrado la verdad que también lo disfrutamos mucho pues era un lugar verdaderamente bonito y la compañía muy agradable, aunque mi  pobre amiga se la pasaba casi todo el día metida en una oficina,  -les recuerdo que ella iba a tomar un curso-, así que la que verdaderamente conoció Miami fui yo pues  cuando no me quedaba en el jacuzzi del hotel o en la alberca me subía al  metro mover que es una especie de trenecito que va sobre unos rieles y que se conecta con el metro rail que abarca más lugares, así que donde me gustaba algo pues ahí me bajaba pero cuidando de no alejarme mucho de este transporte pues corría el riesgo de que si me perdía tenía que tomar un taxi y pagar entre $17 y $20 Dlls por una dejada de 10 o 15 minutos aproximadamente ¡ups!, así que recorrí buenos kilómetros y conocí bonitos lugares también.

 

La verdad es que la gente con la que tuvimos oportunidad de tener contacto y yo de conocerlas por primera vez, fueron personas muy agradables y atentas que se turnaban para llevarnos de tour  y de shopping a mi amiga y a mi sacrificando tal vez  tiempo familiar para poder pasear al par de mexicanitas que querían conocer Miami y la verdad fueron muy amables, vaya desde aquí un humilde agradecimiento a todos y cada uno de ellos por las atenciones que nos brindaron y si olvido a alguien, mil perdones.

 

Pero…, ¡si, ya sabe! siempre hay un pero…, un negrito en el arroz y para variar, el capítulo esta relacionado con nuestros paisanos y gente latina que habita en este lugar. Pues resulta que lo que más abunda en Miami son los Malls como Dadeland, The Falls, Dolphins, Target y otros, lugares verdaderamente grandes y limpios llenos de tiendas fabulosas y de marcas famosas como Burdines-macy’s, Saks Fifth Avenue, J. C. Penney, Abercrombie & Fitch. Ann Taylor, Banana Republic, Victoria Secret y muchísimas más pero como les decía,  un día tuvimos necesidad de entrar a  un Wall Mart seguramente usted ha entrado  a uno en México,  es una tienda buena, limpia y más o menos organizada, pero la de  Miami estaba hecha un desastre, como les comentaba  la gente en su mayoría latinos,  sin el menor respeto tiraban basura, desbarataba los stands de ropa y dejaba todo botado y desordenado, abrían paquetes de comida y la consumían dentro de la tienda dejando las envolturas por todos lados, la verdad fue un contraste que me chocó y me dolió, yo no creo que ser humilde o pobre sea sinónimo de ser sucio y mal educado porque incluso entramos a las famosas tiendas de a dólar y el comportamiento de las personas no era igual al de la tienda que les menciono más arriba, la mayoría eran gentes locales y aunque había bastantes cubanos no desordenaban ni rompían paquetes o tiraban basura al piso,  ¿cómo es posible que los latinos no podamos ser limpios y ordenados? y que siempre nos distingamos por este tipo de detalles tan desagradables y no me mal entienda, no soy malinchista, amo mi Patria y no hay nada que me enorgullece más que invitar a amigos extranjeros a visitarnos y llevarlos a conocer nuestras tradiciones y probar nuestra comida, pero por desgracia aunque hubieron muchísimas cosas buenas este detalle le quitó un poco el buen sabor de boca que teníamos.  ¿Somos los latinos así en todo el mundo?, estamos  considerados  como sucios y desordenados, lamentablemente yo creo que sí aunque espero sinceramente que no todos y que  poco a poco cambiemos este comportamiento, no quisiera pensar que con esto he ofendido a alguien, porque estoy segura que existen muchos otros paisanos que también detestan estas actitudes y es por eso que  yo lo conmino a usted mi querido lector a que cuando viaje, ya sea al extranjero o dentro de nuestra propia República Mexicana a ser más cuidadosos, limpios y ordenados para no dar una mala impresión a quienes nos visiten y que por lo menos no se expresen mal de los mexicanos,  pero ¿sabe que?  a  pesar de esto y a una semana de estar alejadas de nuestra Patria, ya extrañábamos una rica sopita de fideo y unos taquitos al pastor con mucha salcita picosa, pues aunque la comida allá es deliciosa y algo condimentada siempre extraña uno el saborcito de casa en todos los sentidos. ¿No lo cree usted?

 

Regresar al inicio de la página