La crueldad contra los animales.

 

Hace algunos días estuvieron transmitiendo por la televisión una serie de programas que a la par de ser muy buenos por la excelente investigación que se realizó, resultaron también muy tristes y con escenas tan fuertes que para muchísima gente, como quien que esto escribe, definitivamente fueron terribles y dolorosas.

 

Tal vez usted también los vio y estará de acuerdo conmigo en que la manera en que los “humanos” estamos tratando a algunos animales es verdaderamente abominable.  Ya hemos visto el trato despiadado que se realiza con las focas bebés sin que a estos malditos cazadores les importe en lo absoluto los gritos de dolor y de terror de sus madres, pues con tal de conseguir la tierna y blanca piel de estas criaturitas, solo piensan en los beneficios económicos que tendrán.  La matanza es terrible y lo peor es que muchas personas siguen comprando abrigos y otros artículos a sabiendas de  cuantos de estos hermosos seres son sacrificados, y hacen oídos sordos a las protestas y al llamado de  las asociaciones protectoras de animales para que no compren estos artículos, pues al adquirirlos fomentan este deleznable comercio; existen en el mercado una gran cantidad de artículos sintéticos que no le piden nada a las pieles naturales y que deberíamos adquirir para evitar que mas animales sean sacrificados y que estén a punto de extinguirse.

 

Hace ya algunos meses nos enteramos con asombro e indignación como en algunos países asiáticos matan a los perritos para comérselos, pues según dijo un tipo entrevistado en esa ocasión, mientras más tiernos son los cachorritos, más deliciosos son, incluso hay lugares en que los pueden escoger cuando aún están vivos y elegir la forma de preparación que más deseen –incluyendo una en la que se arroja una cazuela de agua hirviendo sobre el animal antes de matarlo-.  Yo recuerdo especialmente una anécdota: estaba en un mercado sobre ruedas o “tianguis”, como lo conocemos en México; iba mi familia a hacer compras, cuando de repente un tipo le dio una patada a un perrito que se acercó por algo de comida.  Mi enojo e indignación fueron tan grandes que lo encaré y lo insulté tan fuerte que por poco provoco que mi marido se liara a golpes con el fulano; creo que si yo hubiera sido hombre, ni siquiera lo hubiera pensado y me le habría ido a golpes a este hombre.  Obviamente que después me regañaron tanto mi hijo como mi marido, pero son cosas que no puedo soportar.  Volviendo a los países asiáticos, existen restaurantes en esta zona que están ofreciendo unos huevos que aparentan ser algo así como huevos cocidos, pero no, son huevos con los animalitos ya casi empollados y a punto de nacer, les quitan el cascarón y se los comen prácticamente vivos, una escena que causa repulsión y odio, pues uno puede ver como la criaturita aún se mueve al ser picada con un tenedor o algo parecido, es algo horrible.

 

En aras de  investigaciones científicas se cometen actos indescriptiblemente crueles, como mantener cautivos a esas majestuosas criaturas que son los osos, encerrándolos en jaulas tan pequeñas que casi no pueden moverse, los provocan lastimándolos y haciéndolos enojar hasta lograr que se les derrame la bilis para después realizarles punciones muy dolorosas y en sus cinco sentidos y luego les extraen el liquido para elaborar medicinas.  Y también en aras del trabajo, esclavizamos cientos de animales para que ayuden en las labores del campo o de arrastre o de transporte, y esto no seria tan malo si por lo menos les proporcionáramos lo suficiente para existir y realizar su trabajo bien cuidados; ¿cuantos caballos, burros, mulas y bueyes son obligados a hacer sus labores sin herraduras, mal alimentados y con sed?  ¡Claro!  Como son animales, la gente cree que no sienten o que tienen que cumplir jornadas de hasta 12 horas sin ninguna clase de alimento, y encima de todo, los golpean para que cumplan.  ¿Usted podría estar todo el día trabajando sin agua y sin alimento?  No, ¿verdad?  Porque exigiría de inmediato sus derechos.  Pues estos seres tampoco pueden trabajar en esas condiciones y así los obligan a hacerlo, y lo peor es que ellos no pueden exigir nada.

 

Es del conocimiento público que los rinocerontes y elefantes son criaturas que están a punto de extinguirse por nuestra inconciencia; son sacrificados y despojados de sus cuernos y colmillos para que algunas estúpidas gentes puedan procesarlos en forma de polvos, los comercializan y convencen a otras todavía más estúpidas personas que lograran tener una gran “energía” o que podrán aliviar su “impotencia sexual”, lo cual no se ha podido comprobar científicamente que funcione de verdad.  También hemos podido ver estos artículos como ornamentos en residencias y a la venta en exclusivas tiendas.  ¿Y que me dice de las gentes que presumen con un estúpido orgullo cabezas y extremidades de bellísimos ejemplares que fueron arteramente asesinados?  Porque no se le puede decir de otra forma, ya que a esos animales no se les dio ni la más mínima oportunidad de defenderse, y estas bestias se llaman a sí mismos “cazadores”.  Yo los llamo asesinos.

 

Lo que desencadenó la investigación de esta excelente reportera, fue que presentaron en un noticiero la forma tan cruel en que los empleados de una cadena mundial donde se vende pollo, pateaban y pisoteaban a las pobres aves; estas bestias -porque no se les puede llamar de otra forma-, las arrojaban  vivas al agua hirviendo para poder desplumarlos, sin demostrar el menor asomo de misericordia, como si se tratara de cosas sin vida y que no sintieran ningún tipo de dolor.

 

Esta reportera nos demuestra como en nuestro propio país se sacrifica de forma inhumana y sin el menor respeto a la vida a unos pobres burros para quitarles la piel y destazarlos casi vivos de la forma más espantosa.  Al hacer un reclamo a las autoridades pertinentes, ellos dijeron que no podían hacer nada porque esto se realizaba en rancherías, pueblos o en las afueras de la ciudad y que no era posible estar al pendiente de estas acciones, pero se descubrió que esta cruel práctica se lleva a cabo en  muchos rastros tanto clandestinos como oficiales y que están diseminados por toda la ciudad de México.  Ya hace tiempo se presento esta práctica, la cual se realiza en estos rastros que sacrifican ganado bovino, porcino y vacuno de forma por demás cruel e inhumana y en ese entonces mucha gente levanto su voz ante estos tratos, pero poco o nada se ha hecho al respecto para evitarlo.  Lo triste es que habemos personas que no podemos o no queremos volvernos vegetarianos, pues nuestra cultura nos ha enseñado desde pequeños a consumir carne.  Tal vez se pudiera lograr de alguna forma que estos tratos y formas de sacrificar a estos seres fuera menos dolorosa, rápida y efectiva, incluso para nuestra propio beneficio, pues también se ha comprobado que estos pobres animalitos se dan cuenta de lo que les va a suceder y lógicamente, al entrar en un estado de terror, liberan toxinas que se disemina por todo su cuerpo y que consumimos después en esta carne, así que además de consumir cadáveres como si fuésemos aves de rapiña, estamos comiendo carne envenenada con estas sustancias que intoxican nuestro propio cuerpo.

 

Tal vez se tendría que invertir dinero en adquirir elementos o artículos especiales para poder sacrificar rápidamente a estos animales sin que tengan que sufrir tanto, que por lo menos no se den cuenta de su cruel destino, pero habría que ver hasta donde están dispuestas las autoridades a limitar sus “ingresos personales” para hacer realidad esta adquisición.  Hacer conciencia en los empleados de estos lugares, los cuales ya que van a cometer estos actos, por lo menos lo hagan de alguna manera en la que no muestren el desprecio y la crueldad con que tratan a estos pobres seres que ninguna culpa tienen de que a nosotros, “los seres humanos, superiores e inteligentes”, nos guste consumir carne pagando ellos las consecuencias.

 

Somos tan egoístas que no nos importa el dolor ajeno con tal de satisfacer nuestros gustos, pues adquirir el mejor abrigo de chinchilla o visón y calzar zapatos con piel de víbora, avestruz o rinoceronte alimenta nuestro ego, así como el placer de poder saborear el mejor y más jugoso trozo de carne o degustar el pollo frito mejor preparado.

 

Lamentablemente nunca se nos ocurre ni nos ponemos a pensar al hacer nuestras compras, en todo el proceso que existió para que ese artículo o alimento llegara a nuestras manos, porque si así lo hiciéramos, le aseguro que no lo consumiríamos, ¿o usted sí?

 

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