Este es un tema que no me es fácil tocar y no porque me afecte, sino porque en realidad no lo he vivido en carne propia, pero desafortunadamente hay mucha tela de donde cortar, he estado muy cerca de gente a la que quiero muchísimo y que se han visto profundamente afectadas por esta terrible enfermedad, me refiero al alcoholismo. 

 

No soy muy docta en el tema y tampoco sé a ciencia cierta en qué consisten los tratamientos a estas personas pero en algunos lugares se esfuerzan por tratarlos con mucho profesionalismo y en otros con una dureza extrema porque muchos creen que esa es la mejor solución, así que como podemos ver este servicio varía de institución a institución.

 

Anteriormente a una persona que tomaba mucho, perdía la cordura y hacia escenas ridículas o incluso llegaba a la violencia se decía que era un borracho empedernido, ahora definitivamente sabemos que esto se considera una enfermedad la que no solo afecta al individuo que la padece si no a todo su entorno, haciéndola mucho más peligrosa y dañina.

 

Es muy difícil que alguien acepte que  sufre este problema y normalmente oímos decir: “Yo no soy alcohólico, yo solo tomo en fiestas,  a veces  en mi casa tomo un aperitivo”, “puedo tomarme dos o tres copas y no me emborracho”, “yo nunca hago escenas, aguanto mucho”. Hasta donde se es alcohólico y hasta donde ese aguante no es más que la luz roja de que estamos iniciándonos en ese vicio-enfermedad y nos escudamos en que somos   tomadores sociales, cuando olvidamos cosas o de repente se nos suelta la lengua y decimos incoherencias u ofendemos a la gente que está a nuestro alrededor o lo que es peor, golpeamos a nuestra familia y al otro día olvidamos que lo hicimos, ahí diríamos con seguridad que se trata de una persona enferma.  Pero ¿sabe qué?, no solo estas personas con actitudes tan  extremas son alcohólicas,  tengo varias amigas muy queridas que han tenido que vivir y lidiar con este problema y ellas me decían que alcohólico es una persona que cada ocho días se va a tomar la copa y llega en estado inconveniente, el que no le falla el jaibol o el whisky a la hora de la comida, el que tiene que tomarse un tequila  para calmar los nervios, el que a  media tarde acostumbra beber una copa y prefiere esto en  lugar de ir a tomar un café,  ya que veladamente  están  manifestando su necesidad al alcohol y puede apostar que de ahí no hay más que un paso para perder el control de uno mismo.

 

Les comentaba que varias de mis amigas tienen este problema, por fortuna hay algunas que muy a tiempo sus maridos o parejas  optaron por pedir ayuda y no han vuelto a recaer, aunque por desgracia con este problema siempre existe la zozobra de que algún detonante los haga  reincidir y volver a pedir ayuda solo hasta que nuevamente tocan fondo, ¡y eso, quién sabe!.

 

A estas personas hay que tomarles mucho en cuenta el gran esfuerzo y sacrificio que  hacen, recordemos que su filosofía es ir  paso a paso, día con día luchando con este problema. O sea “solo por hoy”.  La mayoría de las personas sabemos que existen  lugares especializados para la orientación y tratamiento de esta enfermedad, como AA (Alcohólicos Anónimos, para auxiliar a las personas que quieren dejar de beber), Alanon (para auxiliar a los familiares de los alcohólicos) y  Alateen (enfocado a los adolescentes que tienen que lidiar con padres alcohólicos) u algunos otros centros privados muy caros como Oceánica, incluso en este lugar y en otros parecidos se realizan tratamientos integrales, o sea involucrando a toda la familia cercana.

 

Lo dramático es cuando  vives con alguien que tiene esta enfermedad y que se la pasa  ingresando aparentemente por su propia voluntad a AA o a cualquier otra institución y esto después de haber ofendido, lastimado, golpeado y engañado a su gente. Se interna y   aparentemente sale rehabilitado, pero a la menor oportunidad recae a pesar del amor de su familia, misma que llega incluso a asistir a Al-anón en un afán de entender qué es lo que está pasando, porqué y aprender a ayudarlo.  Pero ¿hasta donde es justo quedarse con esa persona hasta el final?  ¿Hasta donde uno debe sacrificar su vida con alguien que jura y promete y falla todo el tiempo?.  Porque además estas acciones contribuyen a que poco a poco se vaya perdiendo el amor y ya no queda más que la obligación de permanecer junto a la pareja y la mayoría de las veces es “lástima” lo que les impide dejar a la pareja, lo que es mucho más triste. 

 

La verdad según yo –y a reserva de las críticas que seguramente tendré-, no se me hace justo tanto sacrificio ya que  exponer a los hijos a este ejemplo puede resultar muy dañino, alguien de esta institución me comentaba que hijo de padres golpeadores, será necesariamente golpeador, hijo de padres alcohólicos puede que  también lo sea.  Se dice que  toda regla tiene su excepción pero estará usted de acuerdo conmigo que tener el problema en casa además de doloroso es sumamente peligroso, y que  después de muchos juramentos no cumplidos de promesas rotas y de agresiones físicas que se repiten constantemente, lo más sano es alejarse de esa mala influencia, por salud mental e integridad física.

 

Me dirá que a veces uno tiene que soportar golpes, insultos y malos tratos porque no les queda de otra, porque no podrían sobrevivir sin el “apoyo”, económico o la presencia física de la pareja, pero si usted tiene las posibilidades de alejarse y de tratar de iniciar una nueva vida incluso lidiando con todos los miedos e inseguridades que implica esta decisión ¿lo haría?, muchos sí pero la gran  mayoría no, ¿le sorprende? a mi también, pero estas personas enfermas dejan a su pareja tan desgastada, devaluada y temerosa  que se sienten incapaces de poder vivir otra vida, tienen la seguridad de  que difícilmente podrán encontrar trabajo o empezar una nueva  relación con otra persona, aquí lo grave es que la enfermedad ya a contagiado a todo su entorno familiar y ahora todos están enfermos. Se esfuerzan por convencer   al alcohólico para que nuevamente ingrese a terapia y tal vez lo consigan, pero en el fondo todos saben que a la menor provocación volverán a reincidir y esto se vuelve como un círculo vicioso en el que nadie acepta su realidad y al final se perderá  la relación,  la familia,  el respeto y el amor propio.

 

Mucha gente dirá que solo el que carga el costal sabe lo que lleva dentro y que es muy fácil criticar desde fuera, pero tengo la seguridad de que ese costal en lugar de aligerar su carga la va a volver cada día más pesada e insoportable de llevar a cuestas, yo creo que no dudaría en soltarla para poder levantar la vista y ver el futuro sin tener que ir encorvada.

 

 

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