¿No sería mejor  aclarar las cosas?,  ¿demostrar con hechos quién esta equivocado?,  asumir nuestra equivocación o hacerles entender que ellos están en el error “si es que lo están” y  no dejar pasar el tiempo para que se suavicen las molestias. Lo más seguro es que,  igual se enojen, pero por lo menos ya saben cual es nuestro sentir y que por lo menos  tratamos de solucionar las cosas, que no nos quedamos callados esperando que todo pase por sí solo. Hay un dicho que me gusta mucho y que leí en uno de mis libros preferidos “Mujercitas” de Louise M. Alcott, “Nunca  dejes que el sol se ponga sobre tu enojo”. Siempre he creído que debemos aclarar todo tipo de desavenencia a la brevedad posible. Esto nos evita muchos sinsabores, se los aseguro.  

Alguien dijo por ahí que la adolescencia es la única enfermedad que se cura con los años, pero mientras tanto estamos expuestos a las rabias y enojos de estos jóvenes, la gran mayoría ni siquiera sabe porque actúa así, pregúntele a cualquier adulto si en su adolescencia odiaba a sus padres y estoy segura que el 95% de ellos le dirá que si,   por ahí hay un serio estudio de una prestigiada universidad,  que dice que el cambio hormonal es el que ocasiona tantos  trastornos a estos púberes seres, “es el equivalente a la menopausia en las mujeres”,  el problema es que estos jóvenes han llegado hasta a matar, cegados por el mal humor que los aqueja, tal vez algunos se arrepentirán, otros no, pero si aunamos a su problema hormonal el mal humor que le aqueja a la humanidad, todos tenemos bombas de tiempo en nuestras casas, en las calles, escuelas, iglesias, etc.  

Lo que pasa con los hijos es igual con el marido, “nada más cheque esta escena  rutinaria”, el esposo en cuestión se levanta de mal humor porque el despertador sonó muy fuerte y lo despertó 5 minutos antes de tiempo, se corto al rasurarse,  el café estaba frío y empiezan los gritos, degenerando todo  en “mal humor” y una despedida más fría que un iceberg.  El día tampoco es muy bueno para las que se quedan en casa, hay que lidiar con los vendedores en el mercado, ¡si no compra no apachurre la mercancía marchantita!, solo por decir algo. Si uno maneja “malo”,  gritos, cerrones e  insultos;  si no maneja “peor”,  los choferes del  transporte público son unos  groseros y  nos traen en sus sucias unidades como canica en taza, automovilistas  mal educados que nunca ceden el paso y nos hacen correr como maratonistas para cruzar una calle y para acabarla te pegan de gritos ¡órale vieja mensa!. Obviamente que llegamos a casa “si llegamos”, con el mal humor a flor de piel, todavía hay que hacer mil cosas antes de que lleguen los hijos y luego el marido, al cual recibimos con quejas, solicitudes y reclamos y seguimos con el círculo vicioso día con día.  

Qué hacer para solucionar esto?, ¿como conservar el buen humor?, ¿cuál será la fórmula para que nuestros hijos no sean contaminados con este mal y se vuelvan desde chiquitos unos neuróticos?.  ¡Obsérvelos!, no solo a los propios, fíjese en el centro comercial, en algún paseo o a la salida de la escuela y se podrá dar cuenta de que muchos niños  andan de mal humor y ni hablar de los berrinches, estoy de acuerdo que siempre han existido estas manifestaciones infantiles, pero a los de ahora se les pasa la mano. Me tocó en el supermercado ver a un niño que parecía que lo iban matando, entre morado y azul por los gritos y el llanto, pero el chamaco no lloraba de sentimiento, lloraba con rabia, con envidia, una situación muy desagradable, ¡no me lo quiero imaginar de adolescente!.  Por lo que me pude percatar el problema era que  a la hermanita le habían comprado un juguete de moda porque era su cumpleaños y al pequeño moconete no le habían comprado nada, además de que  el carrito iba lleno de mercancías y se notaba que iban a hacer una fiesta de cumpleaños, por esta  razón el chamaco iba injertado en gorila, el padre le iba dando razones y nada, le dijo que le iba a dar una nalgada y el mocoso de escasos 5 ó 6 años gritó más fuerte como si le hubieran cumplido la amenaza, el padre tuvo que regresarse a comprarle algo al chamaco lo cual  no lo calmo mucho pues no era lo que él quería, ¿y qué cree?..., el hombre salió de malas y peleando con la esposa:  ¡tú tienes la culpa, no los educas! y ella le contesto bastante malhumorada ¡lo que pasa es que tu eres un blandengue que te domina tu hijo!, se subieron a su auto bastante molestos y algo que pudo haber sido un bonito paseo o detalle termino en pleito. 

Como se los mencione más arriba, el mal humor anda suelto por el mundo, ya no tenemos palabras amables para el prójimo, todo nos molesta y todo parece que es en contra nuestra, si no tratamos de calmarnos de hacernos la vida más llevadera, pasaremos por ella con una gran arruga en la frente y el hígado hecho piedra. Mi abuela que era muy sabia (todas las abuelas eran y/o son muy sabias) bueno, ella  me decía:  mira hijita, esta vida es muy corta y solo tiene boleto de ida, no te dan otro para regresar, y si no aprendemos a disfrutar  lo que ella nos da, lo bueno y lo malo, pues entonces no vale la pena vivirla, así no.  Enojados con todo el mundo no es vida. Yo creo que no hay mayor verdad que esta.  ¿Y usted que opina querido lector?

 

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