RELATOS SENCILLOS DE LA VIDA COTIDIANA
Para todos aquellos que no lo saben o que sí lo saben
y nunca no lo habían escuchado, en Metepec, Estado de México -la ciudad donde
vivo- por ahí de octubre de cada año se celebra el festival Quimera, y desde el
1995 he tenido el placer de disfrutarlo; yo le digo nuestro mini Cervantino,
porque guardando las debidas dimensiones, se presentan eventos culturales muy
interesantes en teatro, música, danza, ballet clásico y folklórico , poesía,
presentación de libros, pero como en el Cervantino original, también somos muy
internacionales y justo esta semana estamos siendo visitados por integrantes de
Hungría, Argentina, Bolivia, Las Estrellas del Ballet de Moscú, quienes junto a
los artistas nacionales han hecho nuestras delicias.
Pero -y siempre ha de brincar ese pero como un negrito
en el arroz- no es que uno peque de una gran cultura y no es que uno quiera que
a todo el mundo le gusten estas cosas, pero si me presento a ver estos
espectáculos por lo menos debo tratar de ser respetuoso, tanto con el artista
como con el público.
¿Y ahora? ¡¿Que le pasó a esta?! Se dirán muchos de
ustedes, ¡ah! porque siempre me pasa algo y pues sí, déjenme les platico. En
uno de éstos esperados días por mí asistí en la noche a un evento al aire libre
que se realizaba en la escalinata del Calvario -una iglesia que tiene una
escalinata muy alta y muy empinada y que es muy práctica para estos eventos- en
el que actuaría un trovador muy bueno, Abel Velásquez “El Mago”; había que
llegar por lo menos una hora antes para encontrar sillas vacías, si no, corre
uno el riesgo de pasar una hora y media sentada en el frío concreto de las
escalinatas. Corrí con suerte, nos tocó – a mis acompañantes y a mí- en la fila
5 de la sillería, casi en el frente y al centro y después de disfrutar de los
ricos antojitos que se elaboran en este pueblo –porque hace falta un tentempié-
nos dispusimos a disfrutar del espectáculo y aquí viene el pero mencionado. Una
señora joven con 3 jovencillos, una chica y dos varones estaban sentados justo
delante nuestro y apartando como 3 sillas más además de las que ellos ocupaban,
riendo a carcajadas, bromeando, volteando para otros lados incluso moviendo las
sillas para sentarse como si fuera mesa redonda y volteando al acceso para ver
quien llegaba y quien se iba, etc., cosa que soporté estoicamente por 15
minutos. Cuando inició el espectáculo pensé que ahí iba a parar la cosa y que
se iban a estar en paz, pero extrañamente siguieron casi en el mismo tono hasta
que no pude mas y di un sonoro ¡ssssshhhhhh!, me voltearon a ver muy ofendidos y
medio se aplacaron, pero era mucha belleza. Al poco rato siguieron y ahora sí
les pegue un grito de ¡Oye! ¿Te puedes callar? ¡No me dejas oír nada! Resalto
que en las dos ocasiones la mamá ni volteó ni se dio por aludida ni les dijo
nada, pero aparentemente ya íbamos a poder disfrutar del espectáculo que llevaba
20 minutos de iniciado, cuando de repente se ponen estas gentes a alzar los
brazos como molinos de viento y llega, me imagino, que el padre con un amigo y
me dije, ¡Bendito! ¡Ahora si los van a poner en paz! Pero ¡Nooooooooooo!
Salió peor el caldo que las albóndigas, pues el hombre resultó un tipo
parlanchín que hablaba en voz alta, que se reía a carcajadas, que platicaba con
la señora y los jovencillos y se movía como tlaconete con sal. De la mejor
manera que pude pedí nuevamente silencio pero el hombre ni se inmutó y para
colmo de males platicaban aparentemente en voz baja durante toda la canción y al
finalizar se ponían a aplaudir y a gritar ¡Bravo! ¡Bravo!, como si hubieran
puesto atención durante la interpretación. ¡Esto era el colmo de los colmos!
Llegó a tanto mi desesperación que, viendo que había asientos vacíos tres filas
más atrás, optamos por cambiarnos de lugar, pues esta gente no entendía y mi
hígado y mi vesícula estaban apunto de reventar.
Durante la hora y media que duro el evento la situación
fue la misma con estas gentes que incluso se pusieron a hacerse señas hacia
atrás del escenario con algún conocido sin el menor respeto y, ¿qué cree que
pasó al terminar la función? Los 6 integrantes de esta aparente familia se
pusieron de pie ovacionando al cantautor y pidiéndole a grito pelado ¡Otra!
¡Ora! ¡Otra!, cuando esta nefasta gente se la había pasado en el relajo todo el
evento y no habían escuchado ni la música ni la bella letra de este artista que,
afortunadamente no hizo mucho caso de ellos, ignorándolos e interactuando con
otra sección del público.
¡Qué nos pasa? ¿Porque no podemos ser respetuosos ante
nadie? ¿Porque hacemos las cosas por puro blof? Casi puedo imaginar a esta
gente presumiendo ante familiares y amigos de que asistieron a la Quimera y que
vieron a tal o cual artista, por el solo hecho de presumir y vanagloriarse de lo
“cultos” que son, pero en realidad no por tener conocimiento ni mucho menos por
disfrutar de un espectáculo que solo podemos ver una vez al año.
¿Te gusta la Banda el Recodo, la Banda Machos, los Angeles Azules, los
Mariachis? ¡Que bueno! ¡A mí también!, porque todo es cultura, pero. ¡Por
favor! ¡No vayas a un concierto de Vivaldi, Mozart o de Bach, a ver el Ballet
El Lago de los Cisnes o a una trova nada más porque quieres presumir de culto y
cosmopolita! Si vas a estos o a cualquier otro evento, no importa que sea al
aire libre o en uno de los mejores teatros, sé respetuoso tanto del público a tu
lado como del artista, porque les aseguro que si este evento que fue al aire
libre hubiese sido en algún teatro, yo creo que sí los sacan de ahí a patadas o
al menos yo los hubiera sacado de esa manera.
IRMA SUSANA
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