Noviembre 28  de 2007

PRESENTA ESTA SEMANA:

Sex and The City

 

 

¿Hasta donde fue el abuso?

ATENCO

 

 

Se vale soñarPONIATOVSKA

 

 

 

 

 

 

La verdad y la demagogia

FOBAPROA

 

 

 

 

 

 

FOBAPROA

 

SOMBRAS

 

Se vale soñarEXPO SEX  2006

 

 

 

 

 

 

Lo que viene

 

ESTO ES VERDAD

 

 

 

 

 

 

Lo que viene

 

CIGARROS A MENORES

 

 

 

 

 

Los provocadores.

 

La Catedral de la Ciudad de México tiene siglos ubicada en ese lugar, frente al Zócalo.

 

La misa de 12 en domingo se desarrolla desde hace décadas a las 12 del día cada domingo.

 

Las campanas de Catedral, siempre que hay misa de 12 los domingos, repican tres veces, desde las 11:30 AM entre 5 y 10 minutos llamando a la misa de 12 de los domingos.

 

Pero si a alguna organización o personaje se le ocurre hacer un mitin en el Zócalo de la Ciudad de México en domingo a las 12 del día y durante el desarrollo de ese evento suenan las campanas llamando a misa de doce, como sucede desde hace décadas cada domingo… la gente de la Catedral está provocando a los asistentes y organizadores del mitin. Usted no ha cometido un error al programar su evento frente a la Catedral y en el horario en que se hace el llamado a misa.  ¡No!  Es la gente de la Catedral quien está faltándole al respeto, agrediendo y provocando a los asistentes y organizadores de ese mitin al hacer lo que hacen cada domingo.  Y es que su salvador, su casi Dios estaba a punto de hablar en el templete, así que ¿cómo osan interrumpirlo haciendo lo que hacen cada domingo?  ¡Por favor!

 

Tampoco tiene usted responsabilidad si está como orador en el estrado y ante el repique de campanas expresa a los asistentes esta inocente frase: “O las campanas saludan a esta convención o tratan de acallar las voces del pueblo… ¡Hay que indagarlo!”, y a continuación se da una irrupción violenta a la Catedral.  ¡No!  Usted es una persona que inocentemente hizo una pregunta sin intención de que la gente indagara nada.  El estar en un estrado, con un micrófono en mano, dirigiéndose a una masa resentida, no lo hace responsable de sus propias palabras.

 

Que quede claro: Los provocadores son todos aquellos que no entienden que no existen más derechos, más libertades, más verdades que las que su Mesías indica y ante ello todo lo demás carece de valor, no merece consideraciones… y es un complot.  ¿Ok? 

 

 

 
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Los engaños de los verificentros.

 

Hace un año en este espacio hacía una denuncia de corrupción en un verificentro de la zona sur del DF, por Miramontes.  Pues bien, por azares del destino volví a ir al DF y me tocó acompañar a otro amigo a verificar su auto; él, muy seguro, dijo el clásico “vamos, no nos tardamos”.  Y es que su auto siempre había obtenido la calcomanía a la primera, de hecho lo menos era la calcomanía uno a pesar de que su vehiculo es anterior al 2000.  El caso es que ahí vamos, con un auto recién afinado a un lugar en Cuajimalpa, en donde atendieron rápido pero resulta que el auto ¡no pasó!  El límite de ppc es de 100 y marcó 107.  Pues ahí vamos con el mecánico que afinó el carro y se sorprendió.  Dijo que todo estaba bien, inclusive el motor muy silencioso, que quizás estaba frío a la hora de la inspección.  Con esta observación, vamos de nuevo al mismo lugar y esta vez, sin haberle movido nada, la medición fue de 120.  En ese momento se acercó alguien que amablemente se ofreció a ayudarnos: por 250 pesos el auto pasaba.  Mi amigo no aceptó, después de todo ya había afinado su coche y estaba bien, así que decidió ir a otro verificentro, esta vez en San Juan de Aragón.  Ahí había más coyotes, casi tantos como empleados del lugar.  Pagó de nuevo, llegó su turno y sorprendentemente, sin que nadie le hubiera metido mano al motor, a una hora de haber llegado del otro verificentro ¡todos los niveles estaban disparados al triple del límite!  ¡Todos!  ¡Algo ilógico!  Pero después del rechazo, al igual que en el otro local, un tipo se ofreció a ayudar por 300 pesos.  Mi amigo nuevamente se puso digno –y encabritado como debía ser- y propuso ir a otro, esta vez a la zona centro, así que en plena solidaridad, ¡ahí voy!

 

Llegamos por el rumbo de Insurgentes, otro lugar amplio y con el montón de coyotes ofreciendo ayuda.  El auto nuevamente fue rechazado, con niveles totalmente diferentes a los de las mediciones anteriores, así que mi amigo tuvo que recurrir a lo que no quería:  la ayuda de un tipo que por una módica suma se acercó a uno de los trabajadores del lugar quien le indicó una fila ¡y sorprendentemente el auto aprobó hasta sobrado!  En corto y habiéndole contado nuestro peregrinaje, la persona que ayudó a mi amigo comentó que hay una consigna de rechazar todo auto 2000 o anterior aun cuando el vehiculo esté en rangos aprobatorios, todo para que se recurra a estos personajes conocidos como coyotes y todos se ganen su dinero.  “Para la otra ni le haga la afinación, mejor venga directo conmigo”.

 

En resumen: Visitamos tres verificentros.  En todos ellos hay coyotes, personas ajenas al lugar que están ofreciendo aprobar la verificación de cualquier vehiculo; están a la vista de todos, dentro del local, participando inclusive en la organización de las filas y platicando con los trabajadores, así que las autoridades no pueden decir que no los han visto.  ¡Eso sí!  En todos hay sendas mantas o letreros que anuncian que esta práctica es ilegal y que debe denunciarse si alguna persona ofrece aprobar la verificación de un vehiculo a cambio de dinero porque es un delito que se castiga con cárcel.  ¿Cómo va uno a denunciar si los propios administradores de estos verificentros no lo hacen y peor aun, lo permiten de manera abierta y descarada dentro de los locales? 

 

Visto lo anterior, la verificación vehicular semestral es una vacilada.  El objetivo es no contaminar, lo que no se logra cuando un buen promedio de autos obtiene su calcomanía con ayuda de los coyotes y si en cambio, se ha convertido en una enorme fuente de corrupción en donde todos se benefician menos los ciudadanos que tratan de cumplir conforme a la ley.  Un año ha pasado y las autoridades no hacen nada.  Seguramente en un año volveré a tocar el tema y seguramente también, en los mismos términos.  Triste, ¿no?

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

 
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Así era la Zona Rosa.

 

Hace poco tuve oportunidad de viajar en el metro y bajarme en la estación Insurgentes,  y aunque era mucho el bullicio y la gente me di tiempo para detenerme un poco en un lugar a tomar café y recordar cosas que seguramente muchos de los que leen esta columna recordarán, ¡vamos pues! ¿me acompañan?

 

En Todas las ciudades grandes y pequeñas siempre han existido puntos clave de reunión y todas las generaciones ha puesto de moda un barrio, una colonia o un sitio específico y los años 70’s no fueron la excepción, es más, sin temor a equivocarme puedo asegurarles que estos  años fueron u parte aguas entre la saliente generación del rock and roll y la entrante generación de la música disco, fue una época en la que los padres cambiaron mucho  su forma de pensar y actuar en cuanto a los hijo. Volviendo a los jóvenes de esa época, su forma de divertirse era muy similar a la de los chicos de hoy y se constituía de muchas actividades, pero todos coincidían en algo, el lugar de moda, el sitio obligado para todos, que en el DF era La Zona Rosa, ubicada en la colonia Juárez y muy cerca de la estación Insurgentes del Metro, con su famosa glorieta en donde se han filmado escenas de muchas películas y en donde había también algunos bares para tomar la copa o escuchar grupos en vivo y restaurantes más en forma, además era el punto de reunión y de encuentro para desplazarse posteriormente a los lugares mas in -palabra de moda en los 70’s- de los alrededores.  Esta glorieta era como el kiosco de un pueblito, un punto de reunión o un lugar para estar, el metro era la mejor forma de llegar pero había algo que era lo máximo, bueno al menos para mí, no se usted que opine, llegar en grupo y en motocicleta, con esas características vestimentas de los clubs de motociclismo como los  Hell Angels, Vikingos y muchos otros.

 

Empezaré por decirles que en esa época no había antros –antro estaba catalogado como un lugar de muy baja categoría y estaba totalmente out (otra palabrita de moda)-.  En esa época eran discoteques y, como su nombre lo dice, ahí no había música viva, solo se escuchaban discos de moda y se bailaba, pero viajemos al pasado y hagamos un pequeño recorrido a estos lugares que ya son históricos, y que seguramente nos van a remover algunos recuerdos agradables.

 

El camello rosa y frente a este lugar, el famoso Mesón del Perro Andaluz.

 

El Villa Florencia que después fue el Conjunto Marrakez, con salas de diferente estilo musicla y en donde pasabas de un salón a otro mediante ingeniosas sorpresas, por ejemplo, por medio de una resbaladilla, donde la minifalda te quedaba de gargantilla.

 

Si no visitabas el Semiramis, no estabas en onda.

 

El elegante Señorial, al cual ingresabas por un especie de embudo y con varios salones temáticos, lo mismo podías bailar con música romántica y suavecita que escoger la de moda.

 

El Keops, semillerote artistas que aún hoy en día disfrutamos, como por ejemplo Polo-Polo, Oskar “el hueso”, Manuel Adrián, el mago Ari Sandi y muchos más que todavía andan por ahí.

 

¿Qué tal El Carrousel? era un restaurante que tenía en medio la pista de baile.

 

La discoteque Lipstick, que en la entrada era muy tranquilo y podías sentarte a charlar y tomar la copa, si querías más acción, al fondo estaba la pista de baile.

 

Los meseros, garroteros, cantantes, músicos y personal en general de estos locales, también tenían derecho a divertirse y pasarla bien, así que cuando terminaban su trabajo se daban cita en El Barman, ubicado en la calle de Láncaster, que abría después de las 12.00 de la noche y cerraba cerquita de las 12:00 de la mañana.  Se jugaba dominó, había amena charla, bohemia y baile.

 

Si querías estar en la onda, era obligada la visita a Carlos & Charlies -¡desde entonces!-.

 

Había par todos los gustos y bolsillos. Quienes podían ponerse elegantes asistían a las calles de General Prim al Randez Voiz o a Les Mostaches, pero si de verdad tenías posibilidades, el Biarritz era la créme de la creme.

 

Si al salir de alguna discoteque o bar y después de bailar toda la noche el hambre apretaba y había que satisfacer esta necesidad, para eso estaban los carritos de  hot dog que, la verdad sea dicha, eran deliciosos y a esa hora se agradecían, si no eras fanático de este alimento, lo mejor era una visita a la Carreta Rosa, donde hacían un pozole y unos tacos verdaderamente deliciosos.

 

La Zona Rosa no era solo discoteques, bares y restaurantes, también había pequeñas galerías y sus cafecitos con sillas y mesas al aire libre donde se podía uno sentar tranquilamente a ver pasar a la gente, leer el periódico, esperar a tu pareja , romancear, que te leyeran las cartas, podías encontrar frecuentemente a escritores, actores y pintores como Héctor Bonilla, Carlos Monsiváis, Enrique Rocha, Lorenzo de Rodas, José Luis Cuevas y también –¿Por qué no decirlo?- había un lugar en específico en donde se sentaban los muchachos más atractivos de México a ofrecer sus servicios a algunas damas de sociedad que los contrataban para pasar un rato agradable. ¡Nada nuevo bajo el sol!  Pero como se añoran esas épocas ¿O usted que opina mi querido lector?

 

comunicación: susy@lavisiondelciudadano.com

 

 
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El Congreso cimenta su dictadura.

No es exageración: las leyes y propuestas de leyes que urden los diputados son propias de una tiranía. Nuestra peor pesadilla, aquella que nos golpearía en caso de ganar López Obrador, la está haciendo realidad el Congreso. La tiranía de AMLO podía comenzar con, exactamente, lo que nos están cocinando los legisladores.

Luego de tomar el control del IFE, antes autónomo, ahora sujeto a rencores del Congreso, han decidido los partidos grandes, PRI, PAN y PRD, prohibir toda “propaganda política o electoral” que los denigre. Y poco importa si se habla con verdad. Si Arturo Montiel se lanza para otro cargo de elección, nadie podrá publicar el listado de sus mansiones en el mundo; si es Murat, nadie podrá recriminarle las atrocidades en Oaxaca; si es Ulises Ruiz, nadie podrá retomar las críticas que la APPO y el PRD han levantado en su contra. Si es Fox, será contra la ley esgrimir los juicios y demandas que hoy enfrenta. Y si es Ebrard, estará prohibido recordar que siguen impunes los linchamientos de Tláhuac, donde fueron quemados vivos dos jóvenes agentes investigadores debido a que mejor llegaron las cámaras de televisión que los policías con base a escasos cinco kilómetros. Eso es cuidarse las espaldas, señores. Unos a otros, porque todos se saben con pisables colas.

El ejemplo más escandaloso de las novedades legislativas es el sometimiento del árbitro al humor de los jugadores. Pero hay más: “Ninguna otra persona física o moral, sea a título propio o por cuenta de terceros, podrá contratar propaganda en radio y televisión dirigida a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos, ni a favor o en contra de partidos políticos o de candidatos a cargos de elección popular (artículo 41 de la Constitución)”, cita Jaime Sánchez Susarrey (Reforma, 24 de noviembre). Y comenta: “De ese modo, se ha cercenado el derecho de los ciudadanos a hacer política y participar en las contiendas electorales”.

Es la más perversa intervención contra la esencia de la democracia, que no es otra sino la participación ciudadana en todas y cada una de las etapas del proceso electoral, primero, y luego del gobierno. Y esto incluye “contratar propaganda para influir en las preferencias electorales”, y sin duda “a favor o en contra de partidos políticos o de candidatos a cargos de elección popular.” Si no podemos hacer esto los ciudadanos, estamos ante una dictadura en donde, como en el virreinato, se nos ordena “callar y obedecer”.

Bien, pues no nos callemos ni obedezcamos. Desafiemos una ley anticonstitucional, contraria a los Derechos Humanos y a cuanta libertad ha acumulado Occidente en los últimos doscientos años. ¿El castigo es cerrar los medios que desobedezcan? Hagamos como Gandhi y desobedezcamos todos, todos sin excepción, para que saquen del aire a todos los canales de TV y a todas las radiodifusoras, que clausuren todos los diarios. Que nos encarcelen a todos por externar opiniones una vez que vuelvan ilegal apoyar un candidato o rechazar otro fuera de los tiempos oficiales.

Diego Petersen hizo la pregunta crucial el sábado aquí mismo; cuando los ciudadanos no podamos ya expresar en los medios nuestra opinión, “¿Quién va a corromper a los medios pagando tiempos de entrevistas? Los políticos y los candidatos. ¿Qué sanción se propone para ellos? Ninguna.” Y plantea una: retirarles el registro a los partidos culpables. A ver.

Dicho de otra forma, nuestros políticos están legislando contra cierto enemigo... que son ellos mismos. A los ciudadanos nos impiden manifestar nuestras ideas al respecto de candidatos y partidos, pero ellos, los primeros interesados en intervenir, quedan exentos de responsabilidad en caso de infringir las leyes de marras que ahora se encuentran pergeñando en total ignorancia de los más elementales derechos ciudadanos, como es el de expresión de las ideas, sean cuales fueren. Por eso admiran a Castro y a Hugo Chávez.

Los diputados remodelaron un nuevo IFE sin autonomía, sometido a las riendas de los partidos, y nos han amordazado con legislación electoral urdida con rencor y revancha. Los partidos le sirvieron todo el pastel... a los partidos, nueva iglesia sin la cual no hay salvación.

Esto era lo que nos temíamos de un gobierno encabezado por López Obrador, por eso muchos lo calificamos de “un peligro para México”. Pues resulta que se nos coló por la gran puerta del Congreso.

Comunicación: lgonzalez@milenio.com

 
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Archivos del poder

Martín Moreno

Nuestro pequeño Michael Moore.

 

Para hablar del trabajo de Luis Mandoki habrá que separarlo necesariamente. Primero, como el estupendo cineasta que demostró ser con cintas como Gaby y Voces Inocentes, por citar sólo dos ejemplos, además de su sobresaliente trayectoria. Segundo, le guste o no, identificarlo como propagandista de cabecera de un político: Andrés Manuel López Obrador, con los riesgos que implica convertirse en vocero y panegirista de un hombre que busca el poder presidencial.

 

Su película Fraude: México 2006, estrenada el viernes pasado, nos presenta en pantalla un trabajo dedicado exclusivamente a los simpatizantes de una corriente política: el lopezobradorismo, ya que, inclusive, el PRD es desdeñado en la cinta, al ubicar a AMLO muy por encima del principal partido por el que contendió para la Presidencia de la República. “A Mandoki le faltaron contrapesos, ser más imparcial”, apuntan algunos. Se equivocan.

 

Y se equivocan porque ningún cineasta del mundo tiene la obligación ni legal ni moral de ser imparcial. Tiene la absoluta libertad de hacer un trabajo de acuerdo con su óptica, ideología y visión de vida, sin que ninguna ley le exija ser equilibrado. Mandoki ejerció su derecho de libertad al dirigir la película. Así vio las cosas y así las filmó.

 

Pero la misma libertad que tiene Mandoki para filmar, la tenemos los periodistas para señalar algunos puntos que, en el caso concreto de estos Archivos, consideramos manipulaciones u omisiones sobre la historia de la pasada elección presidencial que se presentan en la película de Mandoki. Fantasías llevadas a la pantalla grande que alimentan —en ocasiones rayando en el fanatismo—, a la parafrenia que rodea a la mayoría de los seguidores del mesías tabasqueño.

 

En Fraude: México 2006, se presenta de inicio la trayectoria de AMLO, pero a Mandoki se le olvida poner un dato fundamental: que perteneció, durante muchos años, al PRI. Eso no lo dice por temor, seguramente, a recordar que López Obrador es derivado del sistema autoritario del viejo priismo.

 

“Lo de los videos me dolieron”, le confiesa AMLO a Mandoki, refiriéndose a las pillerías de René Bejarano o Gustavo Ponce. Lo de menos es el sentimiento que le generaron al tabasqueño, porque lo importante era que, como jefe de Gobierno del DF, diera una explicación como funcionario público sobre lo que estaba ocurriendo con sus operadores político y financiero, quienes tomaban también decisiones cruciales para la capital del país. Nunca lo hizo.

 

“Ganamos la Presidencia de la República”, proclama AMLO desde el Zócalo en el filme, aunque Mandoki edita, para conveniencia propia, la frase siguiente, en la cual el candidato perdedor asegura que triunfaron “al menos” con 500 mil votos de diferencia, cifra que, hasta la fecha, nadie ha explicado de dónde salió o quién se la dijo a López Obrador, sobre todo cuando Ana Cristina Covarrubias, encuestadora oficial de Andrés Manuel, ya le había informado que, de acuerdo con sus números, iba debajo de Felipe Calderón por un punto.

 

¿Entonces, de dónde sacó AMLO esa ventaja de medio millón de votos? Fue una de las grandes mentiras históricas del país. Y ese punto lo omite Mandoki.

 

En la película, Mandoki recurre a un truco que, si bien es válido, también se presta para confundir al espectador: editar frases completas a conveniencia, presentar ideas inconclusas, manipular los tiempos. Es un recurso utilizado frecuentemente, que parcializa el trabajo del cineasta.

 

Cierto: hay momentos en los cuales —sin edición alguna— se demuestran algunas irregularidades registradas el día de la elección: apertura indebida de paquetes electorales, aparición sospechosa de personas ajenas al conteo, necedad de los presidentes de casilla a la hora de recontar los votos. Sin embargo, se debe decir que son eso: irregularidades que no pueden comprobar el fraude generalizado que siguen sosteniendo AMLO y compañía.

 

Un punto resta legitimidad a Fraude: México 2006: que el productor se llame Federico Arreola, un personaje desprestigiado que al olisquear la conveniencia política se convierte en genuflexo de los poderosos en turno. Servil, melifluo, Arreola es el mismo que propuso la reelección de Carlos Salinas; el que se convirtió en insoportable adulador de Luis Donaldo Colosio y, desde hace buen tiempo, es el paño de lágrimas de Andrés Manuel. Qué lástima que el nombre de Mandoki aparezca junto al de Arreola.

 

Algunas escenas revientan en el hígado de quienes ven el filme y provocan que los espectadores —casi en su totalidad lopezobradoristas consumados— insulten en voz alta cuando aparecen los rostros de Ugalde, Fox, Elba Esther, del propio Calderón y de algunos locutores de televisión. “El salón de sesiones está tranquilo”, dijo Diane Pérez, de manera desafortunada, el día de la toma de posesión de Calderón, cuando en realidad aquello era un verdadero desorden.

 

Por lo demás, Mandoki debió haber calculado el riesgo que corre al convertirse en el cineasta particular de un político porque, a final de cuentas, AMLO es eso: otro político más en busca del poder.

 

Su película Fraude: México 2006, estrenada el viernes pasado, nos presenta en pantalla un trabajo dedicado exclusivamente a los simpatizantes de una corriente política.

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SOMBRAS

(1999)

 

Corriendo entre pasillo,

busco la canción dulce

de la cuna que me adormecía

a mitad de la noche,

en los inmemorables

recuerdos que recubre

toda el alma.

 

Sueños inertes

de ventanas obscuras,

de calles vacías,

con lamparas

que apenas penumbran.

 

De pronto,

el abismo

se hace más grande,

como sí todo

a mí alrededor

se dispersará,

sin establecer ningún punto fijo

en donde basarme.

 

Despampanantes sombras

deambulan en la obscuridad,

marginando mi corazón

lejos de esta realidad;

inañorables recuerdos

entre la luz y la sombra,

que acongojan

a cualquier visitante

que haya pasado

como incógnito,

sin saber que talvez,

las sombras

lo aprisionen, sin dejarlo

ver más la luz.

 

De pronto,

de la nada,

emerge una luz

que ilumina todo,

recae entre las sombras

y luego surge,

para desafiar

al enemigo

y al fin,

destruirlo

como si fuera

el único lugar

donde la batalla

se pueda sembrar. 


Comunicación: bacabs_dg@yahoo.com.mx
 

 

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COLABORACIÓN

 

Tabacaleras regalan cigarros a menores.

A pesar de que la mayoría de los chicos de su edad fuman, a sus 16 años Leslie nunca ha probado un cigarro. Un factor de protección es que en su casa no se fuma, pero hasta ahí, a las puertas de su domicilio, hace unos días, llegó la tentación.

 

A pesar de que la mayoría de los chicos de su edad fuman, a sus 16 años Leslie nunca ha probado un cigarro. Un factor de protección es que en su casa no se fuma, pero hasta ahí, a las puertas de su domicilio, hace unos días, llegó la tentación.

Su nombre está claro y completo en el espacio del destinatario. Al abrir el sobre rojo con blanco, halló un vale canjeable por una cajetilla de cigarros gratis en la compra de otra.

“No podemos permitir que esto suceda.... es como si estuvieran llevándole hasta la puerta droga a mi hija” comentó Analine Yoval Rodríguez, madre de la estudiante.

Su hija, comenta, recibe publicidad de un producto que todos saben es dañino para la salud porque provoca cáncer, entre otros males

Leslie afirma que no sabe cómo obtuvo la empresa tabacalera sus datos. “Yo no se los dí porque no soy fumadora”, afirma, pero con cierta frecuencia, comenta, hay encuestadores en las inmediaciones de su escuela, la Preparatoria 6 ubicada en el centro Coyoacán, preguntando sobre marcas favoritas de cigarros, niveles de consumo por día, si los prefieren fuertes o suaves, entre otros puntos.

“Yo creo que no es necesario que nos regalen cigarros para fomentar el vicio; que vengan aquí y pregunten cuántos cigarros fumas al día, como si fuera normal o bueno”, comenta.

Aunque Leslie no pudo canjear el vale por las cajetillas, pues en la tienda le exigieron su credencial de elector para comprobar su edad, la tabacalera no está libre de culpa, señala Analine Yoval; “ellos no investigan si a la persona que le envían la publicidad es mayor de edad con capacidades plenas de decidir si fuma o no”.

El asunto es más grave de lo que parece, porque se cae en corrupción de menores, afirma la abogada de profesión.

“Cualquier cosa que signifique inducir a un menor a hacer algo que ellos no quieran y que les afecte es corrupción”, acotó.

En ese sentido, pidió a las autoridades tanto del gobierno local como del federal que además de aprobar leyes para crear áreas libres de humo de tabaco establezcan mecanismos de supervisión y de sanción más estrictos para aquellas tabacaleras que no respeten la prohibición de venta y promoción de cigarros a menores.

“Así como prohibieron la publicidad en medios electrónicos también deben prohibirlo vía correo y por cualquier otro medio”, recalcó.

Mientras el gobierno del Distrito Federal promueve una ley de Protección a los no Fumadores y habla de un ataque frontal a los vendedores de cigarros sueltos en las inmediaciones de los centros escolares para proteger particularmente a los jóvenes, las tabacaleras siguen incitándolos a consumir cigarrillos.

La empresa que envió la publicidad

“No queremos que los niños fumen” se lee en la página corporativa de la empresa Philip Morris International que maneja la marca Marlboro, la cual envió la propaganda a Leslie.

Ahí mismo, se asegura que la prevención del consumo de tabaco en los jóvenes “está dentro de nuestros intereses del negocio”.

Sin embargo, Leslie y otras de sus compañeras de la preparatoria han recibido el mismo tipo de publicidad.

Angélica Simón

 

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