Noviembre 15   de 2006

 

 

¿Hasta donde fue el abuso?

ATENCO

 

Mentirosa o encubridoraPONIATOVSKA

 

 

 

 

 

La verdad y la demagogiaFOBAPROA

 

 

 

 

 

 

FOBAPROA

 

EL TIEMPO

 

Se vale soñar

EXPO SEX  2006

 

 

 

 

 

Lo que viene

 

ESTO ES VERDAD

 

 

 

 

 

FOBAPROA

¿QUIÉN ES FLAVIO SOSA?

 

 

 

 

Ya estamos viendo las consecuencias de dejar crecer a los agitadores.

 

Ya no tenemos que envidiarle a España su ETA.

 

Ya tenemos nuestros propios grupos terroristas.

 

No se puede definir de otra manera a las explosiones en diversos puntos de la capital del país, porque aunque teníamos el antecedente de petardazos escandalosos, en esta ocasión se trató de verdaderas bombas destructivas. 

 

¿Cuál es la causa de que se haya alcanzado este punto?  Simplemente el darles manga ancha a tantos y tantos grupos para hacer y deshacer con total impunidad, gente que sabe que no importa lo que haga, siempre seguirá libre y obteniendo beneficios ante las autoridades que temen siempre cumplir con su responsabilidad, autoridades que siguen confundiendo la aplicación de la ley con la represión. 

 

Así hemos visto como las calles se invaden con personas que agitan sus machetes, cierran vialidades, dañan la propiedad pública y privada, arrojan bombas molotov a la policía y que saben que a fin de cuentas, sin importar los delitos, las órdenes de aprensión se cancelarán después del diálogo y después, ¡todo como si nada!

 

Si las autoridades continúan permitiendo esta impunidad y el crecimiento de estas pandillas en nombre del diálogo y la conservación de la paz social, no se lamenten después de la pérdida de gobernabilidad a la que se llegue, porque quizás es la última oportunidad de enderezar.  Al tiempo.

 

 
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Los delitos de la APPO

 

Después de escuchar al líder de la APPO, Flavio Sosa, afirmar que su movimiento se deslinda de los bombazos del pasado lunes, porque según afirma, su movimiento es pacífico, no me queda mas que poner una cara de asombro mayúsculo.  Y para el señor Sosa, sus compinches, el peje AMLO –que la calificó como una organización ejemplar (¡!)- y aquellos que según los defienden a nivel nacional e internacional, a continuación les presento la lista indiscutible de los delitos que los señores han cometido.  Y que quede claro, un delito es un delito, sin importar cuan noble pueda ser el fin, que en este caso, no es nada noble.  Aquí van.

 

ATAQUE A LAS VIAS GENERALES DE COMUNICACIÓN

Delito grave.

Código penal federal y estatal.  A quien obstaculice el paso de vehículos en un camino público.

Multa: 100 a 100 mil días de salario mínimo

Cárcel: 3 días a 4 años.

 

USO DE ARMAS PROHIBIDAS

Art. 163. Al que porte un arma de las prohibidas en el artículo 162.

Multa: 200 a 2 mil pesos

Cárcel: 6 meses a 4 años

 

PRIVACIÓN ILEGAL DE LA LIBERTAD

Art. 346. Cuando se violan derechos y garantías constitucionales

Multa: 100 a 500 pesos

Cárcel: 3 meses a 5 años.

 

SECUESTRO, ROBO Y QUEMA DE AUTOBUSES

Art. 168 Bis. Al que se apodere de uno o varios delitos destinados al servicio público (+incendio Art. 144)

Multa: 1000 A 5 mil pesos

Cárcel: 1 a 6 años

 

DAÑOS A PROPIEDAD PÚBLICA (pintas y destrozos a edificios públicos)

Art. 388. Quien cause daños en bienes de valor artístico, cultural o de utilidad pública.

Multa: de 30 a 500 días de salario mínimo.

Cárcel: de 1 a 12 años

 

USO DE FRECUENCIAS SIN PERMISO (toma y uso de televisoras y radiodifusoras)

Delito grave.

Ley federal de radio y televisión.  Art. 104 bis. Quien sin concesión o permiso opere o explote estaciones de radiodifusión.

Multa: De 973 a más, de acuerdo a la capacidad económica del infractor.

 

LESIONES (golpear a quienes consideran espías o se resisten a sus caprichos)

Art. 272. A quien infiera lesión que no ponga en peligro la vida del ofendido.

Multa: De 50 a mil pesos.

Cárcel: de 6 días a 3 años.

 

ALLANAMIENTO DE MORADA (el más sonado, cuando se introdujeron a un hotel a buscar a Ulises Ruiz, atestiguado por Ricardo Rocha)

Art. 267. Quien se introduzca furtivamente, con engaño, violencia o sin permiso a un inmueble particular.

Multa: De 300 a 3 mil pesos.  De noche la pena se triplica.

Cárcel: 1 a 5 años.

 

USURPACIÓN DE FUNCIONES (cobro de contribuciones, peaje, imposición de toque de queda)

Art. 233. A quien sin ser funcionario público se atribuya ese carácter y ejerza algunas de sus funciones.

Multa: 5 a 35 dsm

Cárcel: De 1 mes a 4 años

 

SEDICIÓN

Art. 148. Los que reunidos tumultuariamente, sin armas, resisten a la autoridad o la atacan para impedirle el libre ejercicio de sus funciones.

Cárcel: De 4 meses a 4 años.

 

Art. 152.  Incurren en asonada o motín los que, para hacer uso de un derecho, se reúnen tumultuariamente.

Multa: 100 a 500 pesos

Cárcel: De 2 meses a 2 años.

 

USO DE EXPLOSIVOS (bombas molotov y similares)

Delito grave.

Ley federal de armas de fuego y explosivos.

Art. 86. Quien compre o porte explosivos sin permiso.

Multa: De 2 a 200 dsm.

Cárcel: De 3 meses a 3 años.

 

HOMICIDIO

Art. 289.  Es responsable de homicidio simple intencionado quien no tenga señalada una sanción especial.

Cárcel: De 12 a 25 años.

 

Art. 291. Es autor de homicidio calificado quien lo lleva a cabo con premeditación, alevosía y ventaja.

Cárcel: De 30 a 40 años.

 

¿Alguien duda que “la pacifica” y “ejemplar” organización APPO ha cometido estos delitos?

¿Estaría usted conforme si después de todo, estas gentes siguen gozando de la libertad y los derechos que cualquier ciudadano respetuoso de las leyes goza?  Es pregunta.

 

 

SADDAM A LA HORCA

 

El ex líder iraquí ha sido condenado a morir en la horca, lo que ha generado el júbilo del maniaco George W. Bush, que porque es una victoria contra el terrorismo y no sé que más rollos:  Pregunta: ¿Qué la bronca no era con Bin-Ladden?

 

Comunicación: fj@lavisiondelciudadano.com

 

 
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Y ME LLEVARON... ¡A LAS LUCHAS!

 

Invitación para salir hoy en la noche  ¿Cómo me vestiré?  Me dijeron que era sorpresa y que usara  ropa cómoda, pero no sé si es formal o no.  ¡Bueno!  Creo que ya sé que me voy a poner.  Estoy intrigada.  ¿A donde me irán a llevar?  Quedaron de venir por mí a las 7 de la noche.  Para ir a bailar es muy temprano, y no creo que me lleven al cine… ¡no importa!

 

Por fin estoy instalada en el auto.  ya pregunte a donde vamos y no me dicen.  Enfilamos para un rumbo en el que no recuerdo haber visto muchos lugares como antros, bares o restaurantes, más bien es una colonia popular.  De pronto entramos a un estacionamiento y al bajarnos, empiezo a ver a mucha gente caminando hacia una misma dirección, y de repente se me ocurre: ¡Un concierto!  ¡Si!  Seguramente vino alguien que me gusta mucho y…, y…¿¡¡¡Y queee!!!?

 

¡No se si sorprenderme, enojarme, reír o llorar!  ¡Me trajeron a LAS LUCHAS!  ¡A LA LUCHA LIBRE!  Si el asunto era darme una sorpresa, definitivamente, ¡me la dieron!

 

Después de pasar por puestos de comida, de recuerdos de los gladiadores que se enfrentarían esa noche y de algunos forcejeos y aventones –no sin antes comprarme mi paquetote de pepitas, imprescindibles en este tipo de espectáculos-, por fin entramos a la pequeña arena la cual yo no había visto en mi vida y que en pocos minutos se llenó a reventar, porque el cartel, según me dijeron, era excelente ya que  luchaban: Canek, Dos caras, Pentagón y creo que el Hijo del Solitario, además lucha de mujeres: La hechicera y otra que no me acuerdo.  Y yo: ¡Ah, si!  ¡Como no!   La verdad era que solo conocía a uno que otro y eso porque mi conocimiento de las luchas no es tan escaso ¿eh?, pues cuento con el orgullo de ser la sobrina del primer Rayo de Jalisco que existió y quien bautizó al Dr. Wagner: si, así es… Don Fili Espinoza, que no es cualquier cosa y al que de niña, fui a ver luchar muchas veces, pero ya sin ser el Rayo de Jalisco, pues ese nombre se lo paso muy pronto a un señor Max Linares que fue el que lo trabajó.  Tal vez por andar platicando eso pensaron que iba a ser buena  idea llevarme a las luchas.   ¿Y sabe que?  ¡Si que lo fue!  ¡Por lo menos  diferente a todas las citas anteriores!  El ambiente te contagia, y cuando me di cuenta, ya me estaba yo también levantando de la butaca para ver mejor como volaban, se hacían llaves y candados y los costalazos que se acomodaban, cuando de repente y ante mi sorpresa, que se salen volando del ring Canek y Dos Caras y ahí, muy cerca de mi, empezaron a acomodarse unas llaves medio falsas, de pronto, no supe como, mi acompañante me jaló y justo en mi butaca fue a dar patas para arriba uno de los luchadores.  Yo me moría de la risa de escuchar los gritos de la gente, pero me maravillo la pasión que estos hombres le ponen a su trabajo y como la gente los premia por su entrega.  En la lucha de mujeres me sorprendió la agilidad de La Hechicera, quien parecía tinaco rotoplas; haga de cuenta la versión femenina del Super Porky -el Brazo de Plata-, pues media casi lo mismo de alto que de ancho, pero eso no fue obstáculo para que en determinado momento girara en el aire de forma invertida y además cayera de pie, lo que su contrincante festejaba y asombrada se lo aplaudió pidiéndole que lo repitiera, y para que no quedara la menor duda ¡lo repitió!

 

Es cierto que la mayor parte de este espectáculo es fingido –no se pegan con la fuerza que finjen, pero si se pegan y se azotan ¿eh?-, que la rivalidad sobre el ring rara vez es una realidad, pero lo que si es una verdad indiscutible es que se debe ser un gran atleta, tener una extraordinaria condición física y además manejar códigos de honor que poca gente conoce.  Se ha considerado como un espectáculo, pero definitivamente si es un gran deporte y sus ejecutantes grandes deportistas.

 

Podría uno pensar que este tipo de entretenimiento es solamente para un cierto nivel social y cultural no muy elevado, pero no es así; es un deporte en el que gente de cualquier esfera social y edades puede pasársela muy bien.  No se si era solo yo, pero me la pase observando a los chavitos fresas y algunos a los que se les notaba un alto nivel económico, compartiendo su afición y admiración por cierto luchador, con personas francamente muy humildes, sin importar nada más que el gusto por estos personajes.

 

Después de que nuestro luchador preferido gano, prácticamente me vi arrastrada hacia una de las salidas, pues había que esperar a que saliera nuestro moderno gladiador para la consabida foto, ¡y ahí me tenían!  Tomando la foto a mi acompañante con Canek, tratando de que saliera lo mejor posible y dándome prisa porque mucha gente esperaba su turno.  ¡Y si no llevas cámara, ahí te toman la foto por una módica suma!

 

Ya de salida vimos a la gente y a familias completas con sus niños aun de brazos, comentando lo bien o lo mal que habían estado las luchas, algunos niños más grandes imitaban a sus héroes aplicándose llaves y otros se detenían en los puestos para adquirir las máscaras, revistas, posters, las capas o algún juguete con la imagen de su luchador favorito.  Delante de nosotros iba un grupo de jóvenes francamente divertidos y me di cuenta que algunos también llevaban puestas sus máscaras.  

 

Pero independientemente de estos eventos, yo aún tengo el gusanito de cómo es que las personas se aficionan tanto a las luchas, convirtiendo este deporte en  prácticamente una forma de vida.  Siguen a sus ídolos casi obsesivamente y no se pierden semana a semana las presentaciones, las revistas, los foros en Internet y todo lo que sea parte de esto.  A lo mejor tú, querido lector, eres fan absoluto de la Lucha Libre, pero habrá a quienes no les guste nadita y sería muy interesante conocer estas opiniones.  Así que estamos en contacto para ampliar el tema. ¿Estas de acuerdo?

 

comunicación: susy@lavisiondelciudadano.com

 

 
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DERECHOS HUMANOS: ¿QUIEN SI Y QUIEN NO?

 

No cabe duda, los extremos se juntan. El gobierno de Jalisco y la APPO de Oaxaca piensan exactamente igual: “los derechos humanos no son para los delincuentes”, es la peregrina afirmación de unos y otros extremistas. “No son para las ratas”, dijo aún mejor Arturo Montiel cuando era candidato del PRI a gobernar el estado de México. Los sectores duros del PAN, PRI y PRD piensan exactamente igual.  La Jornada hace burlas de Carlos Ahumada fotografiado en calzones.  En Oaxaca la turba (“la gente”, diría López Obrador) detiene al presunto responsable, ya sea de un delito común o de oponerse a mandatos de “la base”, lo golpea, arrastra, humilla, maltrata, lo exhibe con carteles, lo amarra a un poste. Los gritos de la horda hacen imposible escuchar lo que el detenido argumente, si acaso logra hacerlo.  Es un “juicio popular” y el veredicto se conoce desde el momento mismo de la detención.  Es la puesta en práctica del “Tú mátalos, después güiriguas” atribuido a Villa.

 

La APPO practica en Oaxaca todos los días lo que las autoridades de Jalisco ponen por escrito: Los derechos humanos son para quienes decidan. Por lo pronto, un profesor de matemáticas contrario a continuar el paro de labores fue degollado sin que se levantaran voces “contra la represión”. Pero sería de suponer que gobernantes con ilustración jurídica y sensatez al menos promedio, fueran moralmente superiores a una horda anónima y envalentonada por años de impunidad y meses de ocupar, también impunemente, el centro de una ciudad cuya belleza alguna vez estuvo amenazada… por la instalación de un McDonald’s.

 

Para empezar, un detenido no es un delincuente: nadie es culpable de un delito mientras no lo demuestre un juicio imparcial (que se lleva, al menos meses, casi siempre años).  Es en estos detenidos bajo proceso en quienes el legislador pensó al establecer reglas que prohíben la detención sin  orden judicial (salvo en flagrancia, como en plena flagrancia está la APPO), un máximo de 72 horas  para esperar la acusación formal y un año para la sentencia, pues no hay manera de reintegrar a un a persona la libertad perdida, pero eso la legislación cuida que un inocente en proceso sufra el menor daño.

 

Pero aun el delincuente sentenciado, privado de  derechos ciudadanos como el de votar y ser votado, no puede perder sus derechos humanos y ser objeto de torturas, humillaciones y degradación porque nuestros penales tienen, supuestamente, la función de reintegrar el delincuente a la sociedad una vez rehabilitado.   Se llaman por eso “Centros de Rehabilitación Social”. En ellos aprende, o deberían aprender, oficios que les permitan ganarse la vida honestamente al recuperar su libertad.

 

El delito es una violencia y se previene o se ataca.

 

Pero hasta en el ejercicio de la violencia legitima, la del Estado, hay límites. Así como en Atenco y vimos manifestantes pateando en los testículos a un policía caído durante el operativo que devolvió su ciudad a los habitantes (que aplaudían desde las azoteas la tardía intervención), vimos también policías golpear con saña a un machetero caído. Quien se enfrenta a la policía no puede esperar amabilidades, cierto: pero quien aplica la ley debe distinguirse del delincuente.  Y la distinción estriba en que sólo aplica la violencia necesaria: golpea a quien se interpone, pero luego lo detiene y esposa, no da rienda suelta a su ira contra el vencido.  Es difícil, si.

 

En muchas ocasiones, la rabia nos gana a los particulares y deseamos devolver mal por mal. De ahí viene el “ojo por ojo y diente por diente”. Pero el  Estado no puede proceder como lo haría un delincuente sin perder, al hacerlo, su mayor calidad moral.   De ahí que la violencia legítima siempre deba ser únicamente la necesaria.  Que puede ser mucha…Ante un grupo que dispara armas de fuego o molotovs no se puede pedir que la policía agite sus toletes amenazantes.  Tampoco se puede ametrallar a manifestantes que lanzan piedras: hay para eso gases lacrimógenos, tanques que arrojan agua.  Estoy diciendo obviedades pero las creo necesarias cuando nuestros gobernantes no han aprendido a ejercer la ley, y los ciudadanos nos creemos con derecho a pasar sobre derechos de terceros: libre tránsito, propiedad, tranquilidad, respeto, siempre que estamos enojados. Y desde Salinas y Zedillo, hasta el colmo con Fox, los gobiernos nos han enseñado que lo podemos hacer con entera impunidad.

 

Comunicación: lgonzalez@milenio.com

 

 
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Historias
Se pueden ir al diablo


El autor, que estuvo presente en la transmisión de Televisa, describe uno de los momentos más denunciados por Andrés Manuel López Obrador: la cobertura que se hizo del cómputo distrital de la elección presidencial la noche del 5 y la madrugada del 6 de julio.
 

El miércoles 5 de julio, como todos los miércoles, pasé temprano a la casa de Carlos Marín para irnos juntos a Televisa a grabar Tercer grado. Al llegar, como todos los miércoles, fuimos a desayunar a la oficina de Leopoldo Gómez, vicepresidente de Noticias de la empresa y conductor del programa. Llegaron también Denise Maerker, Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola. Ninguno de los seis teníamos claro si el recuento de las actas en los distritos electorales, que estaría comenzando en esos momentos, sería abierto o cerrado a los medios. Charlamos sobre la jornada del 2 de julio y cruzamos apuestas en torno de cuántas décimas se modificarían los resultados del PREP luego del cómputo definitivo de ese largo miércoles.

A las once de la mañana, hora de inicio de la grabación, acordamos que sería suicida hacer el programa y transmitirlo doce horas después sin presentar los números definitivos. Decidimos grabarlo a las ocho de la noche.

Para las tres y media de la tarde, cuando comenzó el programa que conduzco en Radio Fórmula, el recuento superaba en excitación al más temerario de nuestros pronósticos. El IFE había instalado un sistema que permitía seguir el desarrollo de la jornada minuto a minuto, distrito a distrito, casilla por casilla. Entramos al aire con una ventaja de Andrés Manuel López Obrador de 2.56 por ciento, con 62 por ciento de los votos contados. Dedicamos la hora y media de la transmisión a actualizar las cifras minuto a minuto, centésima a centésima. No hicimos otra cosa, periodísticamente no se podía hacer otra cosa.

A las cinco de la tarde, la ventaja del candidato de la coalición Por el Bien de Todos había caído a 2.23 por ciento. De la radio me fui a Televisa sintonizando en el coche estaciones que hacían lo lógico: transmitir el cómputo.

Cerca de los ocho, Leopoldo Gómez y Carlos Marín calcularon que, en el mejor de los casos para nosotros, el recuento terminaría hacia las once de la noche. Obviamente, se acordó que, por primera vez en su joven vida, Tercer grado se haría en vivo. Si las cosas fluían al ritmo anhelado tendríamos la suerte de polemizar ya con los números finales. López Obrador todavía superaba a Felipe Calderón, pero nada más por 1.8 por ciento.

Me fui con Marín a MILENIO, a cinco cuadras de ahí. Hicimos una portada para la edición del jueves con una cabeza de López Obrador ganador y otra con una de Calderón triunfante. Para entonces ya habíamos escuchado varias veces la versión de que faltaban por agregarse las casillas de Guanajuato, Jalisco y otras zonas donde el panista había arrasado y que la demora obedecía a que los representantes de la coalición practicaban el tortuguismo impugnando los defectos más insignificantes en las actas.

Me puse a escribir mi columna. La terminé cuando se habían contado 91 por ciento de las casillas, unos 38.1 millones de votos. López Obrador aventajaba a Calderón por 1.16 puntos, cerca de 450 mil votos. Lleno de dudas, la titulé “Sería una victoria poética”. La del Peje, claro está. Así la mandé, así se publicó.

Eran casi las once de la noche, hora de irnos a Televisa. Recuerdo que iba a entrar al baño, pero Carlos Marín abrió la puerta de mi oficina para avisarme, un poco desilusionado, que me fuera solo. Leopoldo Gómez lo acababa de llamar para informarle que, como el recuento iba para largo, en vez de Tercer grado habría una cobertura especial, como la que habíamos hecho el 2 de julio. “Pero que le chingues, porque ya van a empezar”, me despidió mi amigo y director de MILENIO.

Entré corriendo a los estudios de noticias al tiempo que López Dóriga concluía su noticiario. Me maquillaron de pie y me sentaron en un set que los ingenieros iluminaban contra reloj. Ahí estaban ya Denise y Carlos Loret, y ahí supe que no habría programa de Televisa Deportes y que, con Joaquín, los cuatro entraríamos al aire en dos minutos. Y que la transmisión sería a morir.

Hicimos lo lógico, lo que otros y yo habíamos hecho horas atrás en la radio, lo que harían Tv Azteca y demás canales y difusoras: seguir el cómputo minuto a minuto, centésima a centésima. Conforme corría el tiempo, nos iban avisando que ya estaba listo un enlace en la casa de campaña de López Obrador, y otro en la de Calderón, y otro en el IFE.

A las cuatro de la madrugada, con 97.64 por ciento de los votos contados, Calderón dio la voltereta y se puso adelante 35.60 a 35.59. Nos enlazamos con su casa de campaña, comentamos su desangelada celebración y continuamos la transmisión hasta las seis de la mañana, hora de inicio del noticiario de Loret. Calderón lideraba por 0.22 por ciento.

Esa producción, esa cobertura de Televisa, fue calificada por el lopezobradorismo y el lumpenperiodismo que le besa los pies a Andrés Manuel de “descarado fraude mediático”.

Lo cuento no sólo para agregar una microhistoria a las que desarrollan Alejandro Almazán y Óscar Camacho, sino para dejar constancia en un libro que camina con valor por el borde que separa el registro puntual de las acciones perversas que se ejecutaron contra López Obrador, de las ficciones que el tabasqueño y los suyos tejieron para ver moros con tranchetes por dondequiera, que la cobertura de la noche del 5 de julio y la madrugada del 6 fue puro sentido común periodístico. Y para subrayar que los que estábamos al aire teníamos como principal pre
ocupación tratar de decir algo coherente a esas horas y en esas circunstancias so
bre una información que variaba mínimamente, pero que tenía que ser reseñada y analizada minuto a minuto, centésima a centésima.

Si los cazacomplots vieron en ello un fraude, qué pena. Se pueden ir al diablo. pm

* Fragmento del prólogo del libro La victoria que no fue, de Óscar Camacho y Alejandro Almazán,

Ciro Gómez Leyva

 

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EL TIEMPO

 

No es verdad

que el tiempo

cura todo,

¡No es verdad!

 

No es verdad

que yo te olvidare,

con el olvido

inmenso

de mi soledad.

 

No es verdad

que los recuerdos

se borren,

como el viento.

 

No es verdad

que no té extraño,

si aún te recuerdo,

¡No es verdad!

 

Pero, es verdad

que yo té extraño,

y falta me haces

pero, la balanza

de este corazón

en pleno vuelo

se aliviará

 

¡No es verdad!

 

Comunicación: bacabs_dg@yahoo.com.mx

 

 

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COLABORACIÓN

 

Crónicas urbanas

El día que murió Huracán Ramírez

 Unos llegan con máscara y otros sin ella; después se las pondrán. El féretro es gris perla. En su interior yace el cuerpo de Daniel García. Huracán Ramírez era su nombre de batalla. Una fotografía suya abarca pedazo de la pared. Su corpulenta figura luce tres cinturones de campeón. Junto al Santo y Blue Demon, ya muertos, fue uno de los colosos de la lucha libre. Ahora lo rodean dinastías.

Es miércoles. Temprano se reúnen amigos y familiares. Daniel García murió en un hospital del ISSSTE. Se le detuvo el corazón. Diez minutos antes del 1 de noviembre. Tenía 80 años. Trasladaron el cuerpo a una funeraria de la colonia Juárez. Y aquí está el último de los “tres grandes”, como le decían, y autor de la famosa Huracarrana. El héroe de mil batallas. Desde 1987 no luchaba.

Y aquí está su única hija, Karla. Embarazada. Semblante de fatiga. Mirada triste. Tiene varias horas en vela. Y también la viuda, doña Eulalia, de origen boliviano, que recibe llamadas de condolencia de varios países, China incluida, y la visita del embajador de Bolivia. Porque Huracán era universal. Saltó en múltiples cuadriláteros de América Latina y otras partes del mundo.

Llegan más. Los mismos que han sobrevolado plazas, donde se agolpan aficionados que ansían ver a sus ídolos o aguardan en busca de autógrafos. ¿Te acuerdas? En la México. En la Coliseo. En muchas. Aquí están los que aparecieron en cines del barrio. Hablan en voz baja. Relatan anécdotas. Jóvenes y viejos.

Una cinta envuelve una corona de flores. Es de la embajada de Bolivia, que “lamenta el deceso de su gran amigo Daniel García, Huracán Ramírez, y se adhiere al dolor de nuestra compatriota Euly Fernández”. Aquí está Rebelde Rojo, alto, fornido, formal, sin máscara, que después se pondrá, envuelto en un halo de misterio. Compara a Huracán con El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras.

—¿Cuál era el estilo de Huracán?

—Un esteta de gran elegancia. Todo el mundo lo recuerda por su técnica de la Huracarrana. Uno de los precursores de la lucha aérea. Fue de la época de oro de la lucha libre, junto con Karlof Lagarde, Villano Tercero, Ray Mendoza, René Guajardo, Los hermanos Espanto, El Ángel Negro —resume Rebelde Rojo.

Por allá, cabizbajo, deambula Áxel, nieto del Santo y yerno de Huracán. Y Tinieblas, César Valentino, Coloso Colossete, Charles Bronson Mex, El Matemático, sobrino de Huracán, junto al Dr. Z y su hijo el Audaz. Doña Rebeca Recillas, también pariente, e Hiroshi Morita.

Huracán nació en Alfarería número 53, colonia Morelos, donde vivió hasta los 32 años. De ahí se fue a la Avante. El 9 de abril cumplió los ochenta. Treinta y seis años de lucha profesional. “Fue un excelente esposo y padre de primera, hombre íntegro, honesto, disciplinado, respetuoso y elegante”, describe doña Rebeca. “Tenía una colección de más de 3 mil pipas, pero jamás fumó”.

Sócrates, sobrino y chofer de Huracán, recuerda que su tío se retiró de la lucha, pero tenía la disciplina de practicar el frontón. En abril, unos 100 parientes celebraron su cumpleaños en casa de Áxel. Hubo taquiza y mariachis.

Cuando Huracán se retiró, se quitó la máscara. “Lo hizo para que nadie lo suplantara”.

En el atril de la funeraria se lee: “Sr. Daniel García Arteaga, Huracán Ramírez”. Y condolencias escritas. De El Ánima: “Que el Sr. Lo tenga en su gloria”. De César Valentino y Griselda: “Los queremos mucho, Eulita, Karlita, que el Sr. los bendiga y los llene de paz”. De El hijo del Cavernario Galindo: “El gran amigo de mi sr. padre, al fin se reencontraron en la arena celestial. Que Dios los bendiga”. Y más textos en la libreta.

Joe Marino platica con el Matemático y El Apenitas, réferi de 72 años, 54 de los cuales lleva en el ambiente de la lucha libre. “Huracán siempre fue estrella”, dice El Apenitas, quien resume: “Todas las luchas son difíciles. La lucha es dura y ruda”.

—¿Y quién heredará el estilo de Huracán?

—Una estrella difícil de igualar.

Es jueves. Día de la cremación. Aquí está El Audaz, con máscara azul turquesa, sobrino nieto de Huracán e hijo del Dr. Z, éste hermano del Matemático y Catedrático. Sus descendientes son Matemático I, II y Júnior. Al fondo, con máscara de gorila, hace guardia Congo, también sobrino nieto de quien velan.

Los acompaña Rosario Trujillo, de origen venezolano. “Yo los tapé”, dice, refiriéndose a que los amadrinó, “e hice dos películas, Torito Puños de oro y Torito de Tepito, con Huracán Ramírez, El Catedrático, Dr. Z, Súper Boll y El Matemático”.

—¿Y es doctor de verdad?– se le pregunta a Dr. Z.

—Soy el único que hago la circuncisión con los dientes.

Y Dr. Z, médico pensionado, se carcajea. Y, ya en serio, se queja de que las luchas por televisión han mermado la audiencia en cuadriláteros del país.

Allá va Tinieblas. Imponente. Máscara amarilla con malla negra en el rostro. Cruza el patio de la funeraria. El luchador recuerda que a la edad de 10 años, cuando salía de la arena Coliseo, le ofreció a Huracán ayudarle con la maleta, pero su ídolo no le hizo caso. Y creció con ese sentimiento. Pasaron 15 años y se hizo luchador. “Ahora sí nos vemos las caras”, le dijo Tinieblas, quien le recordó la anécdota. Huracán se disculpó y quedaron como grandes amigos.

—¿Y quién fue Huracán Ramírez?

—Un ídolo —repite Tinieblas—, un verdadero ídolo. No una estrella fugaz.

Y el Nieto del Santo —máscara plateada, vivos negros, sin bigotera— camina cabizbajo. Ha terminado la cremación de los restos de su suegro, con cuya muerte, dice, “se cierra la época de oro de la lucha libre mexicana”. Fue el último de “los tres grandes”. Los otros: su abuelo y Blue Demon.

—¿Y qué fue para usted?

—Mi maestro. Mi mentor. Mi suegro. Fui el hijo varón que nunca tuvo. Y me siento halagado.

Humberto Ríos Navarro

 

 

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